18 ene 2011 |

IMITANDO A CRISTO



Filipenses 1:20 conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. 21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 22 Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger.

Pablo es sin duda uno de los apóstoles más admirados, y es que es por nada menos que por su predicación es que hoy en día la iglesia gentil es innumerablemente más grande que la comunidad judío-mesiánica, él mismo alude en su palabra tener el ministerio del evangelio a los gentiles, y Pedro el ministerio a los judíos (Gálatas 2:7-8) y en cumplimiento a ese ministerio, es que los judíos en alguna ocasión dijeron de los cristianos “estos son los que trastornan a todo el mundo”.      Pablo es el ejemplo de un redimido, él movido por su celo de guardar las cosas santas, comenzó persiguiendo, encarcelando y asintiendo la muerte de los cristianos, gente que según su perspectiva había decidido creer en Jesucristo por sobre Moisés, que no lavaban sus manos antes comer, que predicaban al pueblo de Israel que el Mesías había venido y con su sangre había lavado a todo aquel que lo tomaba por Señor, esto sin mencionar que el mismo supuesto Mesías (para Saulo) había dicho que quién no comiese de su carne ni bebiere su sangre tendría parte en la vida eterna.       Todas estas “blasfemias” eran más que suficientes para mover el celo de Saulo de Tarso, por que ya todos sabemos que solicitando cartas al sumo sacerdote de Jerusalén, toma su caballo y parte a damasco con el fin de desarraigar el nombre de Jesús el Nazareno de las bocas de sus seguidores.   
Todos sabemos que resulto de eso, y es que soy un convencido de que cuando tu corazón siente celo por la verdad (aunque Pablo no sabia la verdad) Dios siempre se encargara de tomar ese celo que nace de un corazón sincero, para luego direccionarlo en el caudal correcto, pero eso solo lo puede hacer la luz del Cristo, quien encegueciendo al hombre a lo vano de este mundo, habré sus ojos a lo sublime de la vida eterna, eso fue lo que convirtió a Saulo de Tarso en Pablo, el Apóstol a los gentiles.
 

Pero si bien se hace notar mi admiración (mucho menor que la que guardo a mi Señor) por el Apóstol Pablo, Dios me ha revelado el secreto de su éxito, y aunque esto suena como una obra de Joel Ostén o John Maxwell, es mucho más simple y excelente a su vez, por que el éxito del ya mencionado apóstol a los gentiles, no tiene nada ver que con una metodología humana sobre como lograr metas mundanales, ni tiene que ver con la capacidad intelectual de cada uno, ni pasa aún por el empeño o entereza que uno muestre para cumplir un proyecto personal, debo decir que Pablo jamás busco nada de esto, el aprendió lo medular del evangelio primitivo, y toda la osadía de su vida evangelistica, la baso en este principio, que el mismo Jesús le debió haber revelado de manera sublime… De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente (Juan 5:19) por esto que la obras de autoayuda o auto superación no tienen nada que ver con la visión apostólica, por que vivir el evangelio de manera correcta no se trata de lo que YO quiero que Dios haga en mi vida, sino lo que Dios quiere hacer en mi vida, y eso echa por tierra cualquier material escrito o audiovisual donde se pregone que el centro de la vida cristiana se basa en que Dios solo quiere que tu seas feliz, o que solo le interesa tu prosperidad en este mundo, o que Cristo te ama de tal manera, que va a salvar tu alma a pesar de que tu vida sea dominada por el pecado.      
Como es que si uno de los mejores apóstoles (a mi gusto personal) entendió que el cristianismo era vivir la vida de Cristo y no la de Pablo, entonces ¿Cómo nosotros al leer sus epístolas no logramos entender que el cristianismo no es vivir la vida de Juan, de Marcos, de Patricia o María a la manera de cada uno o como mejor nos parezca? Vivir el cristianismo verdadero, es vivir entendiendo que la mejor vida que podemos vivir es la de Cristo en nosotros mismos, de lo contrario, cuando vivo el cristianismo de una manera personalista, con una visión egoísta, creyendo que Dios es una especie de genio de lámpara que está allí para socorrerme, ayudarme, bendecirme y salvarme, entonces no es Cristo quien está viviendo en mí, sino que soy YO viviendo en mí, y Cristo viene a ser nada más que una añadidura muy positiva en mi vida.

Alguno me dirá, ¡¡Pero bueno, si mientras estemos en esta tierra, siempre lucharemos contra la carne, y a veces ganará!! Pues, eso es una media verdad, por que el mismo Apóstol que dijo ¡¡Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí!! Es él que termina el mismo versículo diciendo ¡¡Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios!! (Gálatas 2:20) ¡¡haaa!!, entonces quiere decir que a pesar de vivir en las debilidades de la carne, que a pesar de vivir siendo tentado diariamente por el mundo que domina el diablo, que a pesar de que nuestra carne tiende constantemente a la maldad, es posible que lo que nos toque vivir en la carne LO VIVAMOS EN LA FE DEL HIJO DE DIOS, y no basado en los apetitos pecaminosos de la misma, por que si hemos muerto al pecado, como viviremos otra vez en él (Romanos 6:2).

Ahora bien, a pesar de la admiración que hoy podemos sentir muchos hacia el apóstol a los gentiles, debemos ser cuidadosos en que nuestra admiración no se vuelva idolatría, ya que por mucho que en Cristo haya logrado aquel hombre, jamás dejó de ser nada más que eso, un simple y miserable hombre pecador, que a pesar de ser judío, de buscar la santidad (a su manera), de guardarse en cumplir la Ley, necesitaba tanto de Cristo como cualquier prostituta, alcohólico o violador.            Quizás alguno considere fuerte el comentario, pero yo les hago una pregunta ¿Quién era Pablo sin Cristo? Pues nada más que un maloliente y asqueroso pecador como cualquier otro, tal y como yo y como tú, tal y como un leproso se va pudriendo día tras día hasta que le llega la muerte, así era Saulo de Tarso, hasta que un día la luz de la vida y la vida misma se aparecieron en su camino y lo botaron de su caballo, junto a todas sus celosas creencias, por ello él le dice a su discípulo Timoteo lo siguiente… Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero (1ª Timoteo 1:15) él sabia que sin Cristo iba camino al infierno, y que todo lo que logró en su vida cristiana y en su ministerio apostólico no fueron otra cosa que un producto de la gracia de Dios… Pero por la gracia de Dios soy lo que soy;  y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. (1ª Corintios 15:10) 

Por lo tanto, la gran admiración que sentimos hacia el apóstol Pablo no es más que una mala enfocada admiración hacia lo que Cristo puede hacer en un ser humano, y si hay algo que puedo rescatar de la persona del apóstol, es que en donde el tuvo que ver en cuanto a sus logros y metas cumplidas en Cristo, es que él derramo su voluntad propia delante de Cristo y puso la voluntad de Cristo en su corazón, es decir, nada hizo por si mismo, ni por vana gloria ni contienda, ni por que fuera “bueno” a su parecer, ni por que fuera “provechoso” según su criterio, sino que al igual que Cristo no hizo nada si no lo que el Padre le dio para hacer, así tampoco Pablo hizo nada sino lo que el Hijo le dio para hacer, esa es la clave para vivir una vida cristiana prospera según Dios.

Ahora bien, la pasión por hacer la voluntad de Dios, por cumplir con diligencia los propósitos de Dios en su ministerio en la tierra, son también actitudes dignas de imitar del Apóstol, y es esa pasión (que debiese vivir en cada cristiano) la que lo tiene en una disyuntiva que jamás he visto en otra persona.     Según Filipenses 1:20, el Apóstol Pablo tiene el anhelo, esperanza y confianza que ya sea que viva o muera, Cristo será magnificado en su cuerpo, pero a su vez está en la disyuntiva de seguir viviendo EN LA CARNE por el beneficio de la obra de Dios, y lo que esto implicaba para la expansión del evangelio, y la ministración de las iglesias de Asia, o de partir con Cristo para estar con él.

Este versículo ya es sabido por todos, pero estoy seguro que no vivido por todos ¿Cuántos de nosotros hoy tenemos la certeza de que nuestra vida es provechosa para la obra de Cristo? O ¿Qué si al morir seremos extrañados en la tierra por el aporte que éramos para la obra de Dios y la expansión del evangelio? O peor aún ¿Cuántos de nosotros deseamos seguir viviendo EN LA CARNE, pero no con el fin de bendecir la obra de Dios, ni con el objetivo de expandir el evangelio, sino con la única finalidad de seguir disfrutando de la vida en esta tierra, sin importar en lo más minino el propósito que Dios tiene para cada uno? quizás inclusive hay de los que no quieren partir en la muerte por que ni siquiera les interesa estar con Cristo, por que aman la paz, el amor, el cuidado y la prosperidad que Cristo les brinda en está tierra, pero no aman a aquel que les brinda todos sus beneficios sin un doble interés.

La verdad es que creo conocer mucha gente así, que se aferra a la VIDA EN LA CARNE, pero no por que su vida esa un aporte a la obra de Dios, es más creo conocer más vidas que dan vergüenza a la obra de Dios, que alejan a los hombres del Señor, que con sus actitudes vacunan contra el evangelio a la gente, en vez de ser de provecho para la expansión del evangelio de Cristo.    Cuanto amamos la vida, las cosas, los bienes materiales, las personas, y como nos esmeramos por obtener más y más, y como nos aferramos sentimentalmente de las personas y al fin de cuentas, cuando morimos nunca fuimos ni el más mínimo ejemplo de una vida cristiana correcta en términos bíblicos. 
  
Debo reconocer que yo mismo muchas veces en mi afán por lograr cumplir metas terrenales he dejado de lado la obra de Dios me encomendó, he sido de vergüenza para mi Señor, es que ¿como puedo lograr cumplir la voluntad del que me llamo si me enredo en los negocios de este mundo? ¿Cómo puedo encontrarme con Cristo en mi diario vivir, si no he oído como él quiere que yo viva? ¿Cómo puedo hallar a Cristo en mí caminar si no le he consultado a Él por que camino transitar? La verdad es que creo que la diferencia entre el Apóstol Pablo y muchos de nosotros los cristianos contemporáneos, es que a pesar de que él fue tan ser humano como nosotros, él se dedicó a vivir el evangelio de Cristo a la manera de Cristo, y nosotros nos dedicamos a vivir el evangelio de Cristo a la manera José, de Miguel, de Claudio y de cualquiera de nosotros, cuando claramente la vida cristiana significa vivir la vida Cristo y dejar de vivir la mía propia.     Cuando aprendamos a vivir nuestra vida a la manera del Señor, entonces podremos decir como el Apóstol… Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. (1ª Corintios 11:1) por qué estoy seguro que si dijéramos eso hoy, muchas de nuestras actitudes en vez de ser similares a las de Cristo, serían más bien una vergüenza para Dios.

¿Cuantos de los ministros que tu conoces pueden decir “imítenme a mí como yo a Cristo”? ¿Cuántos pastores, maestros o “apóstoles” contemporáneos conoces que puedan decir íntegramente “imítenme como yo al Señor”? más bien hoy los ministros (no todos por supuesto) se han dedicado a ser sofisticados en su manera de llevar “el evangelio”, enseñando que a Dios no le importa como tu vivas tu cristianismo, que no importa el pecado que cometas Dios siempre te lo perdonará, y que si caes Dios sin duda te levantará, y aunque todo esto es verdad, esto no es toda la verdad, por que es imposible que Dios pueda perdonar pecados si entre ese pecador y Dios no existe un genuino arrepentimiento, eso es lo que predicó el Apóstol Pablo, una vida de constante arrepentimiento, de constante reconocer que Jesús es el Señor de nuestra vidas y no nosotros los dueños de ella, es que es imposible ser salvo sin antes reconocer y vivir la vida en esta tierra teniendo a Cristo como el único y verdadero Señor, por que si queremos lograr los propósitos que Él tiene determinado para nosotros, entonces debemos comprender lo que Pablo entendió, YO NO SOY NADA POR MIS PROPIAS DESICIONES, SINO QUE SI ALGO SOY, LO SOY POR LA GRACIA DE CRISTO QUE GUIA MI VIDA.
Debemos comprender que aunque vivamos en la carne, debemos vivir en la fe del Hijo de Dios, dejando que sea Él quien dirige nuestra vidas a su manera, no nosotros dirigirlo a Él a que haga lo que nosotros queramos, por que al hacer eso, no somos nada menos que un estorbo para la obra de Dios.
Debemos dejar de buscar cumplir nuestros sueños y anhelos y de vivir el evangelio a nuestra manera, Pablo intento vivir la vida como el creía que debía vivirla y termino junto a todos sus proyecto en el suelo a los pies de un caballo, sin embargo, cuando comprendió que la vida se encuentra en Cristo y que una vez hallada se vive a la manera de Dios y no a la nuestra, entonces allí el pudo ser un aporte al evangelio y al cristianismo de tal manera que todavía, después de 2000 años aún habemos quienes queremos imitarlo a él, como él imito a Cristo.

Dios te bendiga,


Profeta de Dios.

Toda mi confianza está en Él


Jeremías 17:5 Así ha dicho Jehová: "¡Maldito aquel que confía en el hombre, que pone su confianza en la fuerza humana, mientras su corazón se aparta de Jehová!

Sin duda este es uno de los pasajes más directos y sinceros de la biblia, decretar la siempre falibilidad del hombre, su flaqueza, su limitada mentalidad y falta de capacidad para saber el porvenir, solo demuestran con claridad que el ser humano es una criatura 100% no confiable, y es que como podríamos confiar en el hombre si es mentiroso por naturaleza, Romanos dice al respecto… Antes bien, sea Dios veraz y todo hombre mentiroso… (3:4) y considero que cuando Pablo dice “sea todo hombre mentiroso” no está exceptuando a los cristianos, no por que necesariamente vivamos mintiendo, pero debo reconocer con tristeza que hasta yo mismo he mentido alguna vez aún siendo cristiano, claramente no he ocultado un crimen o algo parecido, pero por alguna niñería o falta de seguridad he dejado que esa vieja naturaleza dominada por la maldad, salga a flote en vez de permanecer apercibido y pagar la consecuencia de la verdad, que sin duda alguna es mejor que recibir la recompensa de una mentira.  He mentido, aunque no es mi costumbre, pero reconozco que soy parte de la humanidad caída que sin Cristo, el único mediador entre Dios y los hombres, estaría completamente condenada al fuego eterno por causa de la maldad que radica en el viejo hombre, del cual estamos llamados a despojarme diariamente.           De todas maneras de esto ya me he arrepentido y he pedido perdón.

Dios jamás a mentido, y nunca lo hará, eso lo hace completamente confiable, y Él no miente por que tan solo conozca el futuro, sino por que su Santa naturaleza no se lo permite, Él es veraz desde siempre y para siempre, en Él no hay ni una sola mentira, en Él no hay ni una sola sombra de mutabilidad, Él es completamente fiel y sincero, si quieres saber la verdad sobre alguna situación, pregúntale a Dios, Él todo lo sabe y Él jamás miente.
Por todo esto es que no comprendo como los hombres muchas veces queremos darle instrucciones a Dios de cómo hacer las cosas, o peor aún, dudamos de que como Él las está haciendo.

Cuando tu y yo vemos que el horizonte se pone difuso por causa de no poder ver más halla de nuestras narices (limitante del hombre) entonces le decimos al Señor ¿estás seguro de que este es tu propósito? ¿En verdad tú quieres que yo misione a la india o a Pakistán? ¿De verdad quieres que diezme, este seguro que no me faltara? ¿Es cierto que quieres que me case con tal hombre cristiano aunque no es tan buen mozo como aquel mundano que es guapísimo? Que necedad la que radica en el corazón del hombre, dudando del Dios que jamás miente, del Dios que vive y Reina para siempre, del Dios que jamás será derrotado, del Dios que nunca perderá una batalla, del Dios que se hizo hombre y pobre, para que tu y yo hoy pudiésemos tener comunión con Él, y en Él fuésemos enriquecidos.

Solo piensa en un momento, y recuerda solo una vez en la cual Dios te haya abandonado, en donde Dios te haya dicho algo y haya mentido, solo trae a tu memoria una sola ocasión donde a Dios se haya olvidado de ti, donde Dios no haya enviado de su provisión para tu mesa, si tu puedes decir que mi Dios, el Dios de Israel te haya abandonado, entonces te desafío a hacer una apología de su falta de fidelidad, y sino entonces yo te pregunto ¿Qué basura de humanidad puede dudar del Dios que nunca falla ni fallará jamás? Somos como hojarasca que se quema con el sol cuando la duda nos carcome el alma, y esa falta de fe desagrada al Dios que es toda fidelidad.

Lo más gracioso de esto es que sabiendo que el Señor jamás nos ha fallado y que los hombres nos fallan una y otra vez, sin embargo, seguimos confiando en los hombres y descaradamente desconfiamos de Dios, alguno me dirá ¿yo confió ciegamente en el Señor y no confió en el hombre? Si estamos seguros de aquello ¿Por qué cuando es tiempo de elegir un nuevo presidente o alcalde, nuestra mente decide votar con el candidato de derecha o izquierda creyendo (confiando) en que eso traerá un beneficio para mi?     Yo conozco gente que rechaza el creer en un pastor aludiendo al versículo “maldito el hombre que confía en el hombre”, sin embargo, cuando viene un candidato y le vende la “pomada” de que si participa en su campaña para Diputado, Senador, o lo que sea, eso le traerá un beneficio para el futuro, entonces allí si confía ciegamente que ese hombre, y cuando llega el momento de ver concretadas esas promesas, la mayoría de las cosas que vemos son sentimiento de frustración por causa de la mentira.  He visto como gente ya de entrada edad se aferra a ciertos personajes o ideologías políticas y creen que si su candidato es electo, entonces la realidad del país cambiara radicalmente, sin embargo, cuando aquel candidato es electo, la realidad sigue siendo la misma, quizás cambie un poco el sistema de gobierno o su enfoque, pero en la medula todo sigue siendo igual, pero cuando a esa misma persona de entrada edad tu le dices que Jesús jamás falla, que Dios es 100% confiable, que el Señor siempre cumple sus promesas y que solo Él puede salvar su alma, entonces ellos te dicen que te vayas con tu “religión” a otra parte, que no confía en los pastores por que son todos mentiroso, ladrones y trasquiladores, que se heredan los cargos eclesiásticos de padres a hijos, que la iglesia católica es un imperio de pedófilos, te sacan en cara la inquisición sin tomar en cuenta que muchos protestantes sufrieron también con ella, te echan encima que la religión es el opio del pueblo, y que Jesús aunque un buen hombre fue un pésimo líder al dejarse asesinar, en fin, he escuchado tantas veces la misma basura y más, pero sin embargo, estas mismas personas que rechazan la salvación, creen a pies juntos que un miserable hombre (miserable como cualquier hombre ante Dios) 100% falible, con tendencia natural a la maldad y a mentir, les va a solucionar todos sus problemas y va hacer de ese país, provincia o comuna un paraíso en la tierra ¡¡que necedad la del hombre que confía en el hombre!!

Por otro lado, respecto de los pastores que trasquilan a sus ovejas, nadie puede negar esa realidad, nadie puede negar que el diablo ha usado a muchos supuestos “siervos” de Dios, para hacer del evangelio un negocio, un ir al templo a escuchar cosas “lindas”, sobre como Dios te ama, como Él tiene toda la intención (y la única) de prosperarte, de hacerte feliz en esta tierra, de cumplirte todos y cada uno de tus deseos, no importando cuan egoístas estos sean, Dios tiene tanto amor por ti, que ese amor le ha enceguecido y Él está dispuesto a hacer cualquier cosa por ti, con tal de hacerte feliz, claro que todo esto es a cambio de tan solo una “pequeña ofrendita” o tu diezmo (no digo que el diezmo sea malo en si), o a cambio de un “pacto” con Dios, donde tu le entregas una cantidad de dinero y luego el te concede el codicio deseo de tu corazón.   ¡¡Basura del diablo!! Mentiras del enemigo, y lo peor de todo es que muchas veces hemos dicho ¡¡amen!! a esas mentiras.     Dios nos perdone por haber puesto nuestra confianza en el dinero, en los hombres vanos y mentirosos, y haberla quitado del Dios que nos salvo y nos dio la oportunidad de llegar al cielo.

En la vida, todo es una cuestión de confianza, una cuestión de fe, y si no lo crees así, entonces dime ¿cuantas veces hemos ido al doctor y vemos su diploma colgado en el muro de su consulta, pero jamás nos detenemos a investigar si efectivamente ese titulo tiene o no valides? nunca nos cercioramos en si realmente ese hombre fue o no un buen estudiante de medicina, que podamos decir ¡¡El fue un hombre aplicado, puedo confiar en él!!, nos subimos a los microbuses y sin embargo, jamás le pedimos al chofer que nos muestre su licencia de conducir para asegurarnos que efectivamente el cuenta con el conocimiento mínimo para manejar ese vehículo, vamos a la verdulería y sin preguntar con que agua regaron la fruta o la verdura, la compramos por que “aparentemente” se ve bonita y eso nos basta para confiar que está todo bien, en fin, todo lo hacemos creyendo que hacemos lo correcto, confiando en que quien nos atiende en el medico es un profesional de confianza, en que quien maneja el vehículo que nos lleva es apto para realizar el trabajo, en que la verdura que nos venden es de confianza, y desde cierto punto de vista esto está bien, por que de lo contrario viviríamos una vida de paranoicos, cuestionando incluso la calidad del aire que respiramos, sin embargo, has considerado como DUDAMOS DE DIOS cuando el nos pide algo, y es aquí donde quiero llegar, me molesta profundamente como somos capaces, nosotros los miserables humanos que sin Cristo no somos nada más que un montón de carne que va camino al infierno, de darnos el lujo de creer en cualquier persona que se merece toda nuestra total desconfianza y dudar el Dios que es todo lo bueno que nos pudo pasar en la vida, de aquel que tiene la preciosa capacidad de jamás fallar, no comprendo cuanta necedad aún hay en nuestro corazón, que somos capaces de creer a ojos cerrados a los hombres que siempre fallan, y de dudar regularmente del Dios que jamás ha fallado y que nunca fallará.

Ante todo esto, alguno me podrá decir ¡¡gracias a Dios, mi confianza máxima está puesta en Cristo y no en el hombre!! Si es así, pues te felicito has logrado una meta primordial en la vida cristiana, ahora bien yo te pregunto ¿confías en Dios y en su propósito por sobre tus propias fuerzas? Es decir ¿si Dios te llamara al ministerio a tiempo completo, dejando un trabajo que te entrega el dinero suficiente para vivir muy bien, a cambio de vivir por lo diezmos que te aportarán solo el 30% de tus ingresos mensuales actuales? Y no estoy hablando de que dudando que es la voluntad de Dios lo hagas, o que sin que Dios te lo diga tu igualmente lo hagas, digo que si es la voz de Dios llamándote a vivir por la fe, aunque eso signifique cambiar a un menos estilo de vida ¿lo harías? Si eres sincero y tu respuesta es NO, déjame decirte que entonces quizás no confíes en los hombres más que en Dios, pero si confías en tus propias fuerzas, y en los ingresos que ella puede producir, por sobre lo que Dios te puede dar, y eso también es confiar en el hombre, por que tú también eres hombre.

Estoy seguro que si seguimos hurgueteando en nuestra vida cotidiana, nos daremos cuenta de que en muchas de nuestras áreas no estamos bendecidos, no por que Dios nos maldiga, sino por que cuando dice Dios que “maldito el hombre que confía en el hombre”, no es que Dios desee una maldición para ti, sino que, cada vez que tu y yo confiamos en el hombre por sobre la confianza que deberíamos tener en el Señor, entonces estamos condenados al fracaso, por que ¿Quién te puede asegurar que el hombre que es naturalmente falible no va a fallar? Entonces somos nosotros mismos quienes maldecimos nuestro caminar, cuando nuestra confianza está puesta en el hombre, en el dinero o incluso en nosotros mismos, por sobre la confianza que debiésemos depositar en Cristo.

Ahora bien, siendo este pasaje uno de los más directos y sinceros de la biblia, es también uno de los más tergiversados y mal usados, por que si bien siempre fracasaremos cuando nuestra confianza sea puesta en los hombres por sobre Dios ¿esto entonces querría decir que incluso en los hombres de Dios no debemos confiar? Pues allí está el meollo de grandes controversias, y de grandes excusas del por que muchos ex-cristianos se justifican para no congregarse, descarriarse o incluso dejar de diezmar, por que claramente los hombres incluso los cristianos somos falibles, tenemos luchas con la vieja naturaleza que debe diariamente crucificarse, somos 100% tentables y frágiles, pero eso no quiere decir de que por causa de nuestras debilidades los demás ya no puedan confiar en nosotros, por que en definitiva no deben confiar en nosotros, sino en aquel que habita en nosotros, esa es la gran verdad.            Quizás yo falle alguna vez, no con pecados de gran degradación, pero puede que mi humana incapacidad alguna vez no me permita cumplir una promesa, pero eso no debe ser excusa en mí para no dejar fluir en mí a aquel en el cual todos podemos confiar.

Como escribí antes, muchos hoy creen ciegamente en los políticos y en sus capacidades, y se niegan a creer en los hombres de Dios (aunque en parte tenemos la culpa) pero sin duda, que a pesar de nuestras limitantes habemos cristianos que nos esforzamos por vivir nuestro cristianismo a concho, con la mayor santidad que nuestra capacidad nos da, con la mayor sinceridad posible, luchamos con nuestra carne y vencemos tentaciones a diario con el poder del Espíritu de Dios, y por todo ello la gente que hoy se descarría por creer que es “maldito el hombre que confía en el hombre”, no tiene excusa valida, ya que aunque los hombres de Dios somos falibles, el Dios de ese hombre jamás falla, y mientras haya vida existe la posibilidad de no vivirla en la falibilidad del hombre, sino en la integridad y en la fidelidad de Dios.

Si todo esto no fuera así, entonces ninguna de la profecías de Jeremías debían haberse cumplido, él igualmente debería haberse marginado de toda confianza, y sin embargo, si el viviese hoy en el mundo, yo le creería a pesar de su humana fragilidad, por que no creería en él como un hombre, sino en el Dios que habita en ese hombre, eso hizo toda la diferencia entre sus profecías y las de los falsos profetas que decían lo que el Rey quería oír.
Los profetas y consejeros del Rey Joacim, lo manipulaban con el fin de que entregase su confianza a Egipto, y no confiara en la palabra de Jehová que había venido sobre Jeremías, aludiendo que ese pueblo (Egipto) les libraría de las garras de babilonia.           Que gracioso, el mismo pueblo que siglos antes los sometió a esclavitud, ahora los libraría de la misma, eso si que es necedad, confiar en el hombre que aconseja mirar atrás, haciéndonos indignos del supremo llamamiento.                        Por otro lado el profeta de Dios (un simple hombre) le dijo una y otra vez al Rey que definitivamente debían entregarse a la cautividad, por que esa era la manera de sobrevivir, pero neciamente el Rey decidió CONFIAR en las fuerzas de Egipto, y desechar la palabra de Dios, como consecuencia, Israel es deportado y el Rey muerto, por que el Dios de Jeremías nunca mintió, ni mentira jamás, Él nunca falla, Él es confiable, y si Él dijo a través de Jeremías (un hombre) que eso ocurriría, eso entonces iba a ocurrir.

Ciertamente todos nosotros somos frágiles y tendientes a la maldad, pero el Dios que habita en nosotros nos permite vencer esa vieja y caída naturaleza, y con ello hace que lo que digamos como hijos de Dios pueda ser confiable.
Yo te insto a que seas un hombre como Jeremías, que a pesar de ser solo un hombre 100% frágil, falible y con una naturaleza caída en si mismo, su palabra era totalmente de fiar, y si el Rey hubiera entendido esto, y hubiese confiado en el Dios que habitaba en Jeremías, entonces la historia hubiera sido distinta.

Yo te invito a confiar no tanto en los hombres de Dios, como en el Dios que habita y reina en ellos.

Profeta de Dios,

Dios te bendiga.