29 oct 2012 |

¿Dónde están mis ojos?



Hebreos 12:1-2 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Es curioso, por decir lo menos, que el autor de Hebreos (a mi juicio el Apóstol Pablo) no diga la siguiente frase, “Y puesto nuestro corazón en Jesús”, ya que se comprende que desde el corazón se ama, desde el corazón se sostienen nuestros más grandes sueños, desde el corazón nace lo “bueno” y malo del hombre, de hecho, es de la abundancia “del corazón” de lo que habla la boca, sin embargo, el apóstol en esta ocasión, no menciona en poner nuestro corazón en Jesús, sino, NUESTROS OJOS.
Es en el corazón donde radica el motor que nos mueve, podemos vivir con muerte cerebral, mientras el corazón este conectado a algún elemento externo que le permita seguir latiendo, sin embargo, aún cuando el cerebro funcione de manera perfecta y desee con todo su ser enviar ordenes al corazón, si este se encuentra en una condición irreparable, no quedará más que un trasplante  o simplemente esperar la muerte.            No es el tema, pero eso hizo Jesús con su muerte en la cruz, él no hizo evolucionar nuestra “mente” humana, hacia una “mente divina”, él literalmente nos trasplantó el corazón, lo reemplazo desde uno de piedra a uno de carne (Ezequiel 36:26) y con eso nos dio una nueva esperanza de vida eternal.

Con todo esto, el Apóstol Pablo dice que corramos con paciencia nuestra carrera, PONIENDO LOS OJOS EN JESÚS EL FUNDAMENTO Y FINALIDAD DE NUESTRA FE, y ¿por que esto? Pues por que Dios sabe que nuestro corazón puede amarle, y que no tenemos el animo de desfallecer de buenas a primeras, pero aunque tengamos todas las ganas del mundo de llegar a nuestra meta, aunque nuestro corazón este en forma, aunque ya hayamos sido tratados en nuestra paciencia, y aún nos hayamos despojado de los pesos innecesarios para correr con mayor ligereza, si nuestros OJOS no están puestos EN LA META, correremos hacia cualquier parte, pero jamás llegaremos al objetivo que Jesús tiene para nosotros.

Los ojos son muy importantes, sin ellos andaríamos a tientas (como muchos que padecen ceguera real) es por los ojos donde entra prácticamente todo lo que mueve nuestra manera de pensar, o incluso nuestras emociones se ven alteradas por aquello que vemos.          Cuando nuestros ojos ven algo bello, eso trae deleite a nuestro corazón, por el contrario, cuando presencian algo triste y horroroso, eso entristece o amarga nuestro corazón.
Cuando al conducir un vehículo  el chófer quita los ojos del frente, tiene muchas posibilidades de provocar un accidente, ya que al no mirar que va delante de él, en cualquier fracción de segundo puede ocurrir lo inevitable.
Los ojos son el medio por donde podemos comienza el adulterio, o por donde se evita la codicia.   Los ojos son definitivamente algo de sumo cuidado, por que si no filtramos lo que nuestros ojos ven, y los disciplinamos a que sean guiados por el Espíritu de Dios, no terminaremos jamás en la meta de Dios para nuestras vidas.

No creo que nadie que este capacitado para ganar una carrera, comience esta pensando que perderá, si tiene esa mentalidad, entonces no está capacitado, pues antes de que la carrera comience, ya llego último.
Los cristianos hemos sido capacitados con todo aquello que un corredor profesional necesita para llegar hasta nuestra meta espiritual, tenemos al Espíritu de Dios animándonos para seguir adelante, tenemos la escritura que nos guía el camino por donde debemos correr, contamos con la iglesia, la compañía de otros creyentes que quieren llegar a la meta, y tenemos a Jesús, que es la meta final de la formación de todo nuestro carácter, ahora, así y todo ¿Por qué muchos se pierden en el camino? Una vez más, no es culpa de Dios, es simplemente por que han DEJADO DE PONER LOS OJOS EN JESÚS, han desviado su mirada del objetivo, de alguna manera el camino (este mundo) que solo debería haber sido algo transitorio, paso a ser nuestro fin, y teniendo toda la capacidad de un atleta espiritual (otorgada por Gracia) para llegar a la meta de nuestro supremo llamamiento, nos hemos quedado en el camino como si esto fuera TODO lo que Cristo tiene para nosotros.

Es curiosamente triste ver, como hay gente que en su corazón tiene la certeza de que ama a Dios, sin embargo, en su diario vivir, uno puede percatarse que en alguna parte de la carrera, dejaron de ver hacia la meta, hoy corren con lentitud e incluso frustración, por que se han quedado mirando sus flaquezas, los adornos del camino, o las entretenciones del mismo, han hecho del cristianismo algo terrenal y tan pasajero como el camino mismo hacia la meta final.

Jesús quiere que nuestros ojos estén verdaderamente puestos en Él, por que solo en mirarlo a él, obtendremos la fuerza y la convicción necesaria para no desviarnos en el camino, el mismo versículo de Hebreos nos muestra que él ES EL AUTOR (comienzo) Y EL CONSUMADOR (final) DE LA FE, entonces ¿Cómo podemos correr una carrera donde la fe es el motor y el galardón, si nuestra vida tiene cualquier otra prioridad, por sobre la fe misma de Jesucristo? Usar la fe no es algo fácil en este mundo, todos tenemos esa porción de fe que podemos invertir en lo que estimemos conveniente, pero ¿todos obtendremos el mismo resultado? Pues creo que no, solo aquellos que inviertan su porción de fe, en aquél es que el autor y consumador de la misma llegarán a la Meta Final.

El camino donde corremos siempre a estado lleno de complejidades, el mundo va en la dirección contraria, y con eso obstaculiza nuestra carrera, y los más valientes decimos ¡¡No, no me volveré atrás de donde salí, yo se donde lleva el camino de vuelta, seguiré hasta el final!! Y cuando hemos decidido eso, miramos a un costado del camino y el diablo tiene un montón de entretenimientos que nos confortan, y nos decimos ¡¡bueno, no me devolví, eso es lo importante!!, mientras me detengo de correr hacia la meta final, engañándome a mi mismo.            Otros han logrado ver esto, y han dicho ¡¡No, no me devolveré ni me detendré en los engaños del diablo, yo avanzare!! Y logran seguir hacia la meta, pero si no se es precavido en no quitar la mirada del objetivo final, se comienza a correr en fuerzas propias, y el corazón impetuoso desfallece, agachando la mirada de cansancio y se deja de ver hacia el final.

SOLO AQUELLOS QUE CORRAN CON PACIENCIA Y NO PIERDAN DE VISTA EL OBJETIVO DE SU CARRERA, LLEGARÁN AL FINAL.

En esta carrera, no importa cuanto un hombre ame a Jesús, ni cuantos deseos tenga de servirle, si no TIENE SUS OJOS PUESTO EN CRISTO, el objetivo final, cualquiera de nosotros se puede quedar en el camino.    
¿Qué sucederá cuando los momentos tristes azoten mi vida? ¿Qué pasará cuando las decepciones, las frustraciones, las traiciones vengan y me golpeen con fuerza? ¿Qué pasará cuando la crisis abata mi casa y mi familia? ¿Qué sucederá cuando todo salga exactamente contrario a como lo planeé? O ¿cuando todo salga como yo quería? ¿Cuándo los negocios vayan tan bien que incluso tenga que tranzar un “poco” mi fe? ¿Cuándo este tan “gozoso” de lo que tengo, que ya ni tiempo me quede para Jesús? ES EN ESOS MOMENTOS CUANDO MIS OJOS MENOS QUE NUNCA DEBEN DEJAR DE MIRAR A JESÚS, EL AUTOR Y CONSUMADOR DE MI FE, de lo contrario, yo en mi corazón seguiré “sintiendo” que amo a Jesús, sin embargo, estaré corriendo hacia cualquier parte, menos hacia la meta final que es Jesús.

¿Estoy corriendo la carrera de la manera correcta? Mi estimado hermano, ser evangélico no asegura la eternidad, por que siendo bastante honesto, creo que hoy muchos evangélicos que “dicen amar a Jesús”, corren de aquí para allá, y se esfuerzan en metas personales que no tienen absolutamente nada que ver con la meta de Cristo.             Y todo esto ocurre, por que en alguna parte del camino, ellos han dejado de poner sus ojos en Jesús.

Cuando un hombre (o mujer) tiene sus ojos en la meta, ni lo doloroso ni lo maravilloso del camino, lo detendrán ni lo harán retroceder, no por sus fuerzas, sino por que mientras mire la meta, todo lo que venga en el camino solo será pasajero.

Isaías 9:2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.

Dios te bendiga,
Profeta de Dios.