2 abr 2013 |

El Tribunal para los cristianos




2ª Corintios 5:10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

El tema de la justicia de Dios, puede llegar a ser muy controversial en algunos casos, sobre todo para una mentalidad que tiene prefijada la figura y el carácter de Dios tan solo como un Dios de amor, y aunque biblicamente Dios es así, considero que es en la definición misma de la palabra “amor” donde se encuentra el gran problema de la concepción sobre la imagen de Dios.

Se cree que si Dios es amor, entonces él “no podrá” castigarte, “no podrá” dejarte padecer ningún tipo de mal, “no podrá” verte sufrir ni un instante, por que el “amor” no le permitirá resistir que tu “Su hijo amado” pases por algún tipo de dolor.            Pues, esa antojadiza descripción del amor de Dios, es la que corroe la correcta definición de justicia divina, cabe preguntarse basado en el sentido común, si aún el carácter del envanecido amor humano, puede darse cuenta que aunque a un hijo le duela el pinchazo de un aguja con un medicamento, y que de dolor el pequeño llorará ¿Cómo Padre, yo me pondré entre mi hijo y esa jeringa, con tal que mi hijo no sufra? ¡¡Sentido común!! O en el caso de que mi hijo se porte de una manera inadecuada ¿no lo castigare yo para “no verlo sufrir”? pues si eres de esos padres permisivos, déjame decirte que estas convirtiendo a tu hijo en un monstruo que a los 10 años de edad no podrás controlar, y que la abstención de la corrección, transforma a tu hijo desde un legitimo a un bastardo… Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. (Hebreos 12:8) 

Una vez mi pastor me enseño, que hay que tener más amor para decir la verdad, que para callarla, si yo realmente amo a alguien, quizás no viviré encostrándole la verdad, pero en el debido momento se la diré, aunque le duela, aunque esa verdad lo lastime, aunque esa verdad traiga enemistad entre yo y el que recibe la verdad, pero si realmente amo a alguien, le diré la verdad de su error, aunque eso tenga un precio para mi.

Dios es así, ama sin vanidad alguna, y si ama, dentro de su amor reinará su justicia, y si Dios es genuinamente justo (y lo es) entonces aunque me duela la verdad, él me la dirá sin tapujo alguno, me ofenderá si es necesario y cuando decirme la verdad no sea suficientemente efectiva para corregirme, entonces, me castigará, así como cualquier padre que genuinamente ama a su hijo, lo castiga cada vez que no se margina a la obediencia a su padre… Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. (Hebreos 12:6)

¿Dios castiga a la gente? Pues, yo diría que no a toda la gente, sino a todo aquel que ama, a todo aquel que recibe por hijo.        Eso de pensar que si Dios es un Dios de amor, no podrá ponerte jamás en disciplina, es parte de un evangelio extraño, de un anatema en si mismo, de una especie maldita de evangelio hibrido concebido en los anales occidentales de la historia.  Dios castiga, Dios azota, pero no por maldad, no por abuso, SINO POR AMOR, por un amor que no cualquiera puede concebir, así como tampoco cualquiera puede disfrutar, por que cuando has aprendido la lección, se acabaron los azotes, se terminó la disciplina, y la obediencia comienza a producir su ganancia,  los que son hijos obedientes, saben de lo que hablo.

El punto es que por la justicia de Dios (que es Cristo 2º Cor. 5:21) hemos sido librados de la ira venidera, el infierno no es nuestro final, no terminaremos en el lago de fuego, pero, aquello no nos libra de la justicia de Dios, es decir, hemos sido libres por la justicia de Dios, pero no somos libre de su justicia, de hecho, nuestras obras justas serán, en aquel día, aquello que nos revestirá de santidad necesaria para las bodas del cordero (Apocalipsis 19:8).

E aquí una revelación de la cual casi nadie habla al predicar el evangelio, y es que tu y yo, y todos los genuinos cristianos del mundo, seremos juzgados, no por los pecados pasados, olvidados y lavados por la sangre del Cordero, sino, por todo aquello (bueno y malo) que hicimos en el cuerpo luego de haber nacido de nuevo.

La palabra cuerpo en estos versículos es sóma que quiere decir “como un todo completo”, y es la misma palabra que usa para referirse al cuerpo de Cristo, que es la iglesia (1ª Corintios 12:27) esto perfectamente puede hacer referencia, a que rendiremos cuenta por aquellas cosas que hicimos, bien o mal, o por aquellas cosas que no hicimos en el cuerpo de Cristo que es la iglesia ¿eres parte de una iglesia? Pues debes saber que por todo aquello que haces como miembro de ese cuerpo, un día tendrás que rendir la cuenta, un día tendrás que dar explicaciones por esa palabra que dijiste, por como lo dijiste, y por la motivación que tuviste al decirla, es decir, TU COMO MIEMBRO DEL CUERPO DE CRISTO RENDIRAS TU PROPIA CUENTA POR TODO AQUELLO QUE HICISTE EN EL CUERPO O POR QUE AQUELLO QUE DEBIENDO HACER NO LO HICISTE, eso no importando que hoy te sientas salvo y libre del infierno, por que aunque seremos libres de la total ira de Dios, no seremos libres de ser juzgados por aquellos “pequeños detallitos” que hemos pasado por alto, pero que para Dios no han pasado desapercibidos.

Ahora bien, eso no es todo, por que de aquellas cosas que hicimos (y que aún hacemos) fuera del ámbito de la iglesia, también rendiremos nuestra cuenta, por aquellos que “vimos, oímos y decimos” por aquello que pensamos y sobre todo por la intención con la que hicimos tal y tal cosa, o dejamos de hacerla.

¡¡¡Que terrible será ese día para algunos, pero que glorioso será para otros!!! Por que debes saber que al final toda nuestra obra será pasada por el  fuego, y solo aquellas cosas que se hicieron en la estricta voluntad de Dios, son las que al final prevalecerán, no por un tiempo, sino por la eternidad, ya sea para LA GLORIA DE DIOS Y HONRA NUESTRA o para la deshonra de Dios y para la vergüenza nuestra, no un día, no una semana, sino PARA SIEMPRE.   (Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 1ª Corintios 3:12-13)

Ahora quizás tenemos muchas excusas para hacer o no hacer lo que sabemos que debemos, pero en aquel día, todos los argumentos serán derribados por el fuego, estaremos desnudos delante de aquel que todo lo conoce, él sabrá que aquello que perdimos por negligencia no podrá ser recuperado con una explicación, él sabrá que aquello que se extravió en el olvido de mi flojera, podría haberse recuperado en mi oportuna diligencia, él sabrá si es que he dicho o no la verdad, y allí me conoceré a mi mismo, como hoy solo por él soy conocido.

El versículo dice… para que cada uno reciba… no para que mi esposa y yo, no para que mi pastor y yo, no para que mi familia, mis amigos, mis hermanos en la fe y yo RECIBAMOS según lo que hemos hecho en el cuerpo, sino, para QUE CADA UNO RECIBA según su obra, YA SEA BUENA O MALA SU OBRA, conforme a su virtud o su negligencia, será la recompensa o la vergüenza.   Allí estaremos Dios y yo, NADIE MÁS, y esto me hace temblar y pensar que si por causa de alguien más yo no estoy haciendo la voluntad de Dios, seria mejor cortarme esa mano, sacarme ese ojo, y entrar manco y tuerto al Reino, que llevar eternamente la corona de la vergüenza de habiendo podido haber echo todo en la perfecta voluntad de Dios, desperdicie ese precioso tiempo en alguien que no podrá hacer absolutamente nada por mi, en el día de mi juicio.

Finalmente esto me deja mucho que pensar, soy salvo, lo se, la Gracia me cubre, pero tengo una gran responsabilidad de edificar una gran casa espiritual para mi Dios en cada área de mi vida, y tengo la oportunidad de vivir para tan solamente lo mío, o para dedicarle cada minuto de mis días a decirle al Espíritu Santo ¡¡Señor ¿Qué quieres de mi?!!   Piénsalo estimado hermano (a) un día tendremos que rendir una cuenta a nuestro Dios, por aquel talento enterrado, por aquella promesa olvidada, por aquel sermón no vivido, por aquella palabra necia no meditada.           Yo prefiero hoy escoger aprovechar mi tiempo, por que los días son malos, y pronto llegará el día de mi recompensa, y solo recibiré, nada más y nada menos, todo aquello proporcionalmente justo a todo lo que hice o no hice aquí, hoy, en el cuerpo.

No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. (Gálatas 6:7) 

Dios te bendiga,

Profeta de Dios.