29 ene 2013 |

Aunque la higuera no florezca





Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. (Habacuc 3:17-18)

Una de las cosas más difíciles (a mi parecer) en la vida cristiana, es confiar en Dios cuando no ves nada a tu favor, o cuando simplemente no sientes venir la respuesta que esperas de Dios, en el momento y de la manera que lo esperas.

Yo creo en un Dios que siente, piensa y habla, y en varias ocasiones e oído su voz diciéndome a través de alguien o algo, lo que debo hacer, decir o pensar, y cuando ello ocurre, aunque la circunstancia sea difícil, es un refrigerio para el alma saber que Dios está contigo.            El gran problema ocurre, no solo cuando Dios dice algo que no te gusta, sino, cuando sientes que Dios no dice absolutamente nada, y no nada de nada, sino, nada respecto a ese problema que te afecta tan profundamente.

Las pruebas de Dios son regularmente, algo que no esperas, tú vas caminando por la vida, has superado etapas y de repente ves que frente a tu camino, cayó una roca gigante, no sabes como ni cuando ni de donde vino, simplemente está allí y ahora hay que trabajar en moverla.   Con el tiempo, te acostumbras a las maneras “extrañas” que Dios tiene para trabajar, y aunque estas en una prueba, tienes la certeza de que Dios está contigo, y que de alguna forma te ayudará y sacará algo bueno de todo eso (Romanos 8:28) pero cuando llegas al momento donde se cumple el plazo que “tu mismo te pusiste en el corazón como el fin de tu prueba”, y ves que esa inmensa roca sigue allí, y no has logrado moverla ni un milímetro, comienzas a sentir el desfallecimiento de tu esperanza, y de un de repente, pareciese que Dios se vuelve “mudo”.  Es allí donde realmente es forjada tu Fe.

Fe no es solo decir ¡¡Yo confío en Dios!! Fe es tener la más profunda convicción de que no importa lo que suceda, viva o muera, Dios sabe lo que hace conmigo. (Romanos 14:8... Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.)

Hace unos días me percate que mi concepto de Dios había variado, de un de repente me puse exigente con mi hacedor y comencé (sin mala intención y sin palabras) a decirle a Dios que Él debía sacarme de mis problemas.       Yo se que Él a prometido no solo librarme del mal, sino estar conmigo en medio de la angustia (Salmos 91:15) pero de un momento a otro, comencé a reclamarle a mi creador ¿Dónde estás tu? Como si Él me debiese algo, como si tuviese la responsabilidad de hacerme bien, como si Él debiese darme dinero para pagar mis caprichos, y hacerse responsable de mis malas decisiones ¡¡Dios mío, perdóname!! Y en serio elevo mi clamor, por que en vez de hacer uso genuino de mi fe, la incredulidad uso mi corazón, para reclamar por cosas de las cuales Mi Buen Padre Celestial, no es responsable.

Así está el mundo de hoy, como leí hace un momento en noticias cristianas ¿Dónde estaba Dios cuando esos 233 jóvenes murieron calcinados en una discoteca en Brasil? Pues Dios a estado donde siempre, esperando que el hombre se acerque a Él, a través del medio que Él mismo proveyó, su hijo Jesucristo, pero alguna manera, hoy los que conocemos a Dios, nos hemos vuelto egoístas y hemos cambiado los roles, haciéndonos nosotros señores exigentes, y al Señor como el siervo que debe darme explicaciones por los talentos que le otorgue.  ¿me debe algo Dios? ¿Él está en números en contra conmigo? Él ya hizo mucho más de lo que debía entregándose asimismo por mí, más bien Él podría preguntarme ¿Qué has hecho tú por mí? ¡¡yo te salvé, te perdoné, castigué a mi Hijo en lugar tuyo, para que una vez salvo, fueras por otros perdidos para llevarlos a salvación, sin embargo, te has dedicado a usar la vida que YO te dí para tu propio deleite, para lograr tus propios sueños, y te has olvidado de hacer mi voluntad!!  Creo que Él podría decirme eso y más, y yo no tendría excusa alguna delante de Él.

Hace unos días, no me sentía bendecido por Dios, y el Espíritu Santo me hizo entender que si lo estaba, vi en una fugas visión a mi hijo enfermo de cáncer (gracias a Dios fue solo una visión) y me di cuenta de lo bendecido que estoy, nadie de mi familia está en esa condición, tengo el pan de cada día fielmente en mi mesa, mi matrimonio va de bien a mejor, y soy parte de una excelente iglesia que ama y teme a Cristo ¿debería no sentirme bendecido? Los seres humanos somos muy mal agradecidos.

Pero el asunto es, que difícil se pone la prueba cuando lo que obtienes de tus oraciones, es el silencio de Dios, seguramente en ese momento Él está trabajando (como dice una alabanza) pero que tortuoso puede ser ese lapso cuando solo te queda esperar un milagro ¡¡como si un par de años fueran mucho tiempo en la eternidad!!

Pues, en este tiempo, he vuelto al punto de partida de lo que solía ser mi Fe, y he comprendido que el Señor no me debe nada, absolutamente nada, que yo soy su siervo y Él mi Señor, y que Él no solo puede, sino que tiene el derecho a disponer de mi vida cuando quiera y como quiera, simplemente por que Él es Dios y es mi Dios.           Por eso es comprendido que la fe no es solo creer en Dios, sino confiar profundamente que Él sabe lo que hace.  El profeta Habacuc comprendió esta verdad, y dijo: Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. (3:17-18)

Que fácil es gozarse en Dios cuando Él nos acaricia o concede todas nuestras peticiones, y que complicado es sostener el gozo de nuestra salvación, cuando Él está extrayendo hasta la última gota de incredulidad de nuestra alma, con nada más que su profundo silencio.     Es doloroso pasar por el valle de sombras, cuando no “sientes” que Él está contigo, y solo te queda creerlo por que lo promete su palabra.

No es fácil tener respuesta para todos, y sin embargo, para ti solo obtener silencio, pero, allí está Dios contigo en medio de la angustia, no importa si no se deja sentir y es un acompañante silencioso, tu debes saber que Él está allí simplemente por que es profundamente Fiel a su palabra.

Yo no debo creer que Dios me ama solo cuando la higuera florece, ni confiar en Jesús cuando hay frutos en las vides, y aún cuando el aceite de olivo falte (la unción se vea lejana) mi Fe y convicción de Él no deben flaquear, por que Dios no me debe nada, yo soy su siervo, y Él mi Señor, aun cuando Él decidiera mi muerte, mi Fe aún debe estar puesta en Él.       Así era la fe de los antiguos, Hebreos 11:39 dice como broche de oro para los Héroes de la Fe Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante LA FE, NO RECIBIERON LO PROMETIDO.

¿Dios te ha prometido algo? Pues confía en que él lo hará, quizás no este tiempo, ni mientras tu vivas, pero él lo hará, por que para el Dios de Israel no hay limite alguno, Él puede levantar de entre los muertos a todos cuanto Él quiera, y si para cumplir su promesa, tiene que darle vida a alguien que murió hace miles de años, pierde cuidado alguno mi estimado hermano, ÉL ES PODEROSO PARA HACER ESO Y MUCHO MÁS.
Pero la Fe, no es sinónimo de que Dios te deba algo por ella, más bien, si tu quieres agradar a Dios, debes usar la Fe aunque no veas tu promesa cerca de ti (Hebreos 11:6).                 Dios no nos debe nada, Él es el Señor y nosotros sus siervos, cuando comprendas eso, hallarás paz para tu alma, por que comprenderás que mientras tu hagas tu parte (confiar, y usar la fe) Él hará la suya sin mayor problema, y quizás, no tendrás todo lo que quieras en la vida, pero si tendrás TODO LO QUE ÉL TE PROMETIÓ, en esta vida o en la eternidad, por que Dios es fiel para cumplir sus promesas.

Recuérdalo, Dios no nos debe nada, Él es el Señor y nosotros sus siervos, y no importa que vivamos o muramos, DEL SEÑOR SOMOS (Romanos 14:8).

Dios te bendiga,

Profeta de Dios.