Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya
frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den
mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los
corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi
salvación. (Habacuc 3:17-18)
Una de las
cosas más difíciles (a mi parecer) en
la vida cristiana, es confiar en Dios cuando no ves nada a tu favor, o cuando
simplemente no sientes venir la respuesta que esperas de Dios, en el momento y
de la manera que lo esperas.
Yo creo en un
Dios que siente, piensa y habla, y en varias ocasiones e oído su voz diciéndome
a través de alguien o algo, lo que debo hacer, decir o pensar, y cuando ello
ocurre, aunque la circunstancia sea difícil, es un refrigerio para el alma
saber que Dios está contigo. El
gran problema ocurre, no solo cuando Dios dice algo que no te gusta, sino,
cuando sientes que Dios no dice absolutamente nada, y no nada de nada, sino, nada respecto a ese problema que te afecta tan profundamente.
Las pruebas
de Dios son regularmente, algo que no esperas, tú vas caminando por la vida,
has superado etapas y de repente ves que frente a tu camino, cayó una roca
gigante, no sabes como ni cuando ni de donde vino, simplemente está allí y
ahora hay que trabajar en moverla. Con
el tiempo, te acostumbras a las maneras “extrañas”
que Dios tiene para trabajar, y aunque estas en una prueba, tienes la certeza
de que Dios está contigo, y que de alguna forma te ayudará y sacará algo bueno
de todo eso (Romanos 8:28) pero cuando llegas al momento donde se cumple el
plazo que “tu mismo te pusiste en el corazón como el fin de tu prueba”, y ves
que esa inmensa roca sigue allí, y no has logrado moverla ni un milímetro, comienzas a sentir el desfallecimiento de tu esperanza, y de un de repente, pareciese que Dios se
vuelve “mudo”. Es allí donde
realmente es forjada tu Fe.
Fe no es solo
decir ¡¡Yo confío en Dios!! Fe es tener la más profunda convicción
de que no importa lo que suceda, viva o muera, Dios sabe lo que hace conmigo. (Romanos 14:8... Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.)
Hace
unos días me percate que mi concepto de Dios había variado, de un
de repente me puse exigente con mi hacedor y comencé (sin mala intención y sin palabras) a decirle a Dios que Él debía
sacarme de mis problemas. Yo se que
Él a prometido no solo librarme del mal, sino estar conmigo en medio de la angustia
(Salmos
91:15) pero de un momento a otro, comencé a reclamarle a mi creador ¿Dónde estás tu? Como si Él me debiese
algo, como si tuviese la responsabilidad de hacerme bien, como si Él debiese
darme dinero para pagar mis caprichos, y hacerse responsable de mis malas
decisiones ¡¡Dios mío, perdóname!! Y
en serio elevo mi clamor, por que en vez de hacer uso genuino de mi fe, la incredulidad uso mi corazón, para reclamar por cosas de las cuales Mi Buen Padre
Celestial, no es responsable.
Así está el
mundo de hoy, como leí hace un momento en noticias cristianas ¿Dónde estaba Dios cuando esos
233 jóvenes murieron calcinados en una discoteca en Brasil? Pues Dios a
estado donde siempre, esperando que el hombre se acerque a Él, a través del
medio que Él mismo proveyó, su hijo
Jesucristo, pero alguna manera, hoy los que conocemos a Dios, nos hemos vuelto egoístas
y hemos cambiado los roles, haciéndonos nosotros señores exigentes, y al Señor
como el siervo que debe darme explicaciones por los talentos que le otorgue. ¿me
debe algo Dios? ¿Él está en números en contra conmigo? Él ya hizo mucho
más de lo que debía entregándose asimismo por mí, más bien Él podría
preguntarme ¿Qué has hecho tú por mí? ¡¡yo te salvé, te perdoné, castigué a mi Hijo en lugar tuyo, para que una vez salvo,
fueras por otros perdidos para llevarlos a salvación, sin embargo, te has
dedicado a usar la vida que YO te dí para tu propio deleite, para lograr tus
propios sueños, y te has olvidado de hacer mi voluntad!! Creo que Él podría
decirme eso y más, y yo no tendría excusa alguna delante de Él.
Hace unos
días, no me sentía bendecido por Dios, y el Espíritu Santo me hizo entender que
si lo estaba, vi en una fugas visión a mi hijo enfermo de cáncer (gracias a Dios fue solo una
visión) y me di cuenta de lo bendecido que estoy, nadie de mi familia
está en esa condición, tengo el pan de cada día fielmente en mi mesa, mi
matrimonio va de bien a mejor, y soy parte de una excelente iglesia que ama y
teme a Cristo ¿debería no sentirme bendecido? Los seres humanos somos muy mal
agradecidos.
Pero el
asunto es, que difícil se pone la prueba cuando lo que obtienes de tus
oraciones, es el silencio de Dios, seguramente en ese momento Él está trabajando
(como
dice una alabanza) pero que tortuoso puede ser ese lapso cuando solo te
queda esperar un milagro ¡¡como si un
par de años fueran mucho tiempo en la eternidad!!
Pues, en este
tiempo, he vuelto al punto de partida de lo que solía ser mi Fe, y he comprendido
que el Señor no me debe nada, absolutamente nada, que yo soy su siervo y Él mi
Señor, y que Él no solo puede, sino que tiene el derecho a disponer de mi vida
cuando quiera y como quiera, simplemente por que Él es Dios y es mi Dios. Por eso es comprendido que la fe no
es solo creer en Dios, sino confiar profundamente que Él sabe lo que hace. El profeta Habacuc comprendió esta verdad, y
dijo: Aunque la higuera no florezca, Ni
en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no
den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en
los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi
salvación. (3:17-18)
Que fácil es
gozarse en Dios cuando Él nos acaricia o concede todas nuestras peticiones, y
que complicado es sostener el gozo de nuestra salvación, cuando Él está
extrayendo hasta la última gota de incredulidad de nuestra alma, con nada más
que su profundo silencio. Es doloroso
pasar por el valle de sombras, cuando no “sientes”
que Él está contigo, y solo te queda creerlo por que lo promete su palabra.
No es fácil
tener respuesta para todos, y sin embargo, para ti solo obtener silencio, pero,
allí está Dios contigo en medio de la angustia, no importa si no se deja sentir
y es un acompañante silencioso, tu debes saber que Él está allí simplemente por
que es profundamente Fiel a su palabra.
Yo no debo
creer que Dios me ama solo cuando la higuera florece, ni confiar en Jesús
cuando hay frutos en las vides, y aún cuando el aceite de olivo falte (la unción se vea lejana) mi Fe y
convicción de Él no deben flaquear, por que Dios no me debe nada, yo soy su
siervo, y Él mi Señor, aun cuando Él decidiera mi muerte, mi Fe aún
debe estar puesta en Él. Así era la
fe de los antiguos, Hebreos 11:39
dice como broche de oro para los Héroes de la Fe Y todos éstos, aunque alcanzaron buen
testimonio mediante LA FE, NO RECIBIERON LO PROMETIDO.
¿Dios te ha prometido algo? Pues
confía en que él lo hará, quizás no este tiempo, ni mientras tu vivas, pero él
lo hará, por que para el Dios de Israel no hay limite alguno, Él puede levantar
de entre los muertos a todos cuanto Él quiera, y si para cumplir su promesa,
tiene que darle vida a alguien que murió hace miles de años, pierde cuidado
alguno mi estimado hermano, ÉL ES
PODEROSO PARA HACER ESO Y MUCHO MÁS.
Pero la Fe , no es sinónimo de que Dios
te deba algo por ella, más bien, si tu quieres agradar a Dios, debes usar la Fe aunque no veas tu promesa
cerca de ti (Hebreos 11:6). Dios no nos debe nada, Él es el
Señor y nosotros sus siervos, cuando comprendas eso, hallarás paz para tu alma,
por que comprenderás que mientras tu hagas tu parte (confiar, y usar la fe)
Él hará la suya sin mayor problema, y quizás, no tendrás todo lo que quieras en
la vida, pero si tendrás TODO LO QUE ÉL
TE PROMETIÓ, en esta vida o en la eternidad, por que Dios es fiel para
cumplir sus promesas.
Recuérdalo, Dios
no nos debe nada, Él es el Señor y nosotros sus siervos, y no importa
que vivamos o muramos, DEL SEÑOR SOMOS
(Romanos 14:8).
Dios te bendiga,
Profeta de Dios.