En la nueva dispensación, la Gracia es quien tiene el encabezamiento de todo, somos salvos por Gracia por medio de la fe, tenemos perdón y redención de pecados por Gracia, por Gracia llegaremos a ser grandes en Cristo Jesús, por Gracia tenemos dones al servicio del cuerpo de Cristo, y por Gracia nuestros pecados han sido pagados, no tan solo los cometidos antes de conocer a Cristo, sino también, los que por desgracia hemos cometido después, por lo tanto la gracia es la que nos rodea y mantiene santos, bellos y limpios delante del Dios todopoderoso… por la Gracia, aún no ha venido Cristo, para que todos accedan a la salvación.
No podemos negar la mano de Dios en todo esto, y es más, estos hechos declaran el texto que demarca que Dios es amor, y necesariamente este mundo necesita amor, todos cuantos nos hemos parado frente a Cristo un día para aceptarle, hemos sido quebrantados por ese inmenso amor que nuestra humanidad no puede razonar, pero que nuestro corazón necesita recibir… que precioso abrazo del Padre, cuando nosotros habiendo estado perdidos, hemos saboreado el perdón de nuestras faltas, sin que nos pidiesen nada a cambio, sin lugar a duda, no hay libertad más anhelada para el ser humano, que la libertad que entrega el hijo de Dios al miserable pecador.
La Gracia es, y será por siempre un regalo inmerecido, una salida al camino que nos lleva al infierno, y la única manera de que seamos perdonados sin tener que dar de nuestra parte algo que nuestra capacidad humana no puede entregar… pero, si analizamos el caminar con Cristo, la Gracia no es necesariamente una garantía de que no sufriremos en el estrecho camino, sino más bien, es claramente el “porcentaje” que Dios nos da para “pagar” nuestro saldo de pecados en contra, y poder acceder al vuelo de la salvación que nos llevara al paraíso, pero de ningún modo es la libertad para pecar deliberadamente, o que jamás padeceremos por causa de ser mejores para Dios.
Si bien
El padecer por Cristo es causa de ser mejores para él, más bellos espiritualmente hablando, más llenos de su verdad, y más amantes de su presencia. El dolor es algo privilegiado para el humano, y no lo digo masoquistamente, sino, que tomando en cuenta cuanto nos ha hecho creer el padecimiento, puedo decir con experiencia, que sin lugar a dudas el dolor por la causa de Cristo es un privilegio. Si no sintiéramos dolor, pues jamás ayudaríamos al más desposeído, sino sintiéramos dolor en nuestro corazón, quizás muchos de nosotros nunca nos hubiéramos acercado a Cristo, quizás, si la madre al dar a luz no sintiera dolores de parto, no amaría de una manera tan intensa a esa pequeña criatura recién nacida, sin duda alguna, quien a padecido el dolor del cáncer, sabe comprender a quienes hoy padecen aquel dolor, y se siente motivado a ayudarles, sino existiera el dolor quizás podríamos cercenarnos un brazo o una pierna, y dañar muchas partes de nuestro cuerpo sin ser capaces de percatarnos el daño que nos hacemos, y definitivamente no puedo negar que si las pruebas no mataran con dolor mi carne, pues nunca llegaría a ser para Cristo, lo que él quiere de mi.
El gran apóstol Pablo, aquel hombre escogido por Dios para predicar a los gentiles y a los reyes, de quien hoy podemos extraer gran parte de la doctrina que se predica en nuestras congregaciones, el llamado por algunos “el León de Dios” y uno de los más famosos lugartenientes de la causa de Cristo, fue un hombre llamado a padecer por la causa de su Señor. Apedreado muchas veces, azotado, encadenado, menospreciado por sus propios hermanos en la fe, en ningún momento de todo su gran peregrinaje puso en duda el mandato que Jesús le dejo, desde el momento de su conversión, Hechos 9:16, porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.
El padecimiento de aquel varón no era algo metafórico, el definitivamente padeció golpes, persecución y humillaciones hasta su muerte injusta, y no solo él, sino muchos otros cristianos que murieron en los primeros siglos de la iglesia primera, y hasta hoy, donde el nombre de Jesucristo es perseguido y muchos son muertos por no negar su fe.
El padecimiento es algo misterioso, tiene consigo escondido en algún lugar que no se logra divisar, un gran galardón. El dolor es algo que Dios usa para forjar a sus hijos y mostrarles cuan grande es su amor, y cuan fiel es Dios en el momento preciso.
Por desgracia, en la actualidad, existen tergiversaciones de la verdad, ya sea para un lado o el otro, unos dicen que todo el padecimiento ya lo pago Cristo en la cruz, y que nada debemos padecer hoy, cuestión que solo tiene matices antibíblicos, y todo aquel que se acerque a Cristo, debe saber que este camino que lleva a la vida eterna, es angosto, difícil de caminar, doloroso y con muchas pruebas, pero que detrás de cada dificultad, esta la mano de Cristo obrando para bien en todo sentido.
Y otros dicen que solo debe sufrir, y no gozar nunca del deleite de esta vida, cosa que también es antibíblica, por que si Dios fuese un Dios que se agradara del dolor sin más sentido, pues entonces sería un ídolo falso, sin amor, y que no le agrada nada de su creación, sino tan solo los sacrificios.
Se debe considerar que Dios es amor, y que nos ama a todos por igual con un amor entrañable que no se puede comprender con los ojos de la razón, pero así mismo como un padre corrige a su hijo, así más aún el Padre celestial corrige a los hijos que ama, y cuando somos corregidos, muchas veces pareciera que es el dolor lo único que reina en nuestras vidas.
Sin duda, si usted y yo vemos a nuestros hijos correr hacia una barranco velozmente sobre su bicicleta, tomaremos de brazo a nuestro hijo fuertemente, aunque le duela y dejaremos que la bicicleta se caiga al barranco, pero el niño no caerá junto con ella, y si aquella bicicleta era del gusto intenso de nuestro hijo, nos reclamara de por que no lo dejamos seguir en su camino con ella, sin importar que el barranco venia en frente.
Así, muchas veces, con dolor nos apreta nuestro padre que esta en los cielos, para que no hagamos lo que queremos, y nuestro provenir sea mejor.
El padecer por Cristo es algo que todo buen cristiano hace, se sufre penalidades como buen soldado, se pelea la batalla de la fe, se tropieza y se levanta, y finalmente, a la hora precisa y en el instante correcto, Dios Padre nos da el galardón de la victoria y nos dice, VENID SIERVOS FIELES, AQUÍ ESTAN VUESTRAS CORONAS.
El padecer por Cristo, es el privilegio de todo buen discípulo que anhele ser como el Maestro.
Dios les Bendiga
Profeta de Dios
Shaloom