2ª Corintios 4:7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros,
La biblia define la gloria de Dios (Hb. Kabod), entre otras cosas, como Riqueza, Nobleza, esplendor, Magnificencia, Honor, Honra, Reputación, Majestad, Grandeza y Reconocimiento, todas y cada una de estas son sin lugar a duda virtudes únicas del Dios vivo, y aquello para ninguna persona es extraño, incluyendo para la mayoría de los inconversos les es sumamente fácil creer o admitir que Dios es, por decirlo menos, GLORIOSO Y DIGNO. Y aunque eso no se condice con lo que piensan (los inconversos y bastantes “convertidos”) de todas maneras nadie niega que el Creador debe ser adorado por causa de su Gloria.
Dios siempre ha dejado en claro que la gloria le pertenece que solo a Él y que es celoso con ella Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria… (Isaías 42:08) para Dios no es agradable que un hombre o algún ídolo se quede con su riqueza, nobleza, honor, honra o reputación, los hijos de Dios tenemos en claro esto, que siempre en todo lo que hagamos para la obra de Dios, la gloria siempre se la debe llevar el Dios de la obra, y no los obreros.
Y aunque algunos piensen que esto es una cuestión de ego desmedido, o que Dios padece de algún tipo de narcisismo crónico, debemos comprender que fue Él quien creo todas las cosas, fue Él quien hizo no solamente todo lo que hoy se conoce como creación, sino aún más, Él nos hizo a ti y a mí, y no conforme con habernos creado, conociendo la condición caída del hombre, el mismo nos proveyó de un salvador, haciéndonos por él coherederos del Reino de Dios, a través de Jesucristo, por ende ¿quién es entonces digno de toda la gloria? Juan 1:3 dice al respecto… Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Toda esa verdad por una parte, pero por otra, es solo cuestión de mirar la humanidad para darse cuenta de que se encuentra en el deterioro que está por causa de que el hombre se ha creído Dios, dueño y creador de todo lo que existe, atribuyéndose siempre la gloria de todo lo que hace, dice y piensa, el hombre se ha adueñado de lo que a Dios le pertenece por derecho, es así como cada vez que existe un descubrimiento científico, las gracias y el reconocimiento no se le dan al Dios de la creación, a aquel que creo los elementos antes de que fuesen descubiertos, sino al hombre que por la mente que Dios le dio, pudo descubrir lo que Dios siempre supo que existía, por ejemplo en el gran descubrimiento de la penicilina, los créditos los tiene el científico Alexander Fleming, que gracias a “su logro” científico venció la pulmonía, y se dice que hoy se han encontrado muchas más curas para las enfermedades microbianas, gracias a “su descubrimiento”, ¿estoy diciendo con esto que no hay merito personal? Pues claro que sí, siempre lo hay en todo orden de cosas, pero ese mérito es solo una consecuencia de lo que Dios nos da y de aquello que el mismo ha trabajado en nosotros, recuerden la imagen que vio el Apóstol Juan en Apocalipsis 4:10, donde los ancianos adoran y se levantan tan solo para volverse a postrar dejando a los pies del TRONO DE DIOS sus coronas ¡¡Solo Él es digno de toda LA GLORIA!!.
Con esto quiero decir, que otra de las razones por lo cual Dios no comparte su gloria con el hombre, es justamente por causa del hombre, por esa nefasta naturaleza pecaminosa que radica en él, ya que el hombre cuando tiene un poco de poder en sus manos, cuando siente que domina alguna situación o cuando alcanza algún grado de seguridad de algo, entonces al igual que Lucifer a punto de caer, se siento dueño, amo y señor de lo “posee”, dejando en claro así que el hombre caído no está capacitado para administrar tal magnifica gloria, por ello (gracias a Dios) el hombre no es Dios, aunque crea y quiera con todo su ser llegar a serlo. El hombre caído no tiene la capacidad de ser depósito de tan eminente gloria.
Alguno dirá ¡¡pero la escritura dice “Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de GLORIA y de honra. (Salmos 8:5)!! ¿Entonces el hombre si a sido coronado con gloria de parte de Dios? Pues eso es verdad en parte, El hombre ciertamente tenía la administración del imperio del mundo, y aunque aún quedan residuos de ese gobierno, no podemos negar que ahora el príncipe de este mundo no es el hombre, sino el diablo ¿y cómo el enemigo obtuvo tal “gloria”? pues justamente fue la caída del hombre la que lo corono como príncipe de este mundo (Juan 14:30), y por ende es él quien gobierna a todo aquel que no ha nacido de nuevo.
Por esto, el que no es participe de la naturaleza divina, aquel que no es templo del Espíritu de Dios no puede ser depósito de la gloria de Dios, ni participe de los beneficios del reino venidero ¿Por qué? Pues porque no está en él la capacidad de participar en tal honorable honra. ¡¡A pero yo nací de nuevo, tengo al Espíritu de Dios en mí, entonces yo podría obtener de parte de Dios la plenitud de su gloria!! Pues eso también es verdad en parte, porque debemos comprender una cosa, que aunque hemos sido justificados de nuestra maldad, y es la santidad de Cristo la que nos envuelve permitiéndonos llegar al cielo y estar con Dios, eso no quiere decir que la naturaleza caída, pecaminosa y carnal está ya completamente despojada de nuestra existencia, si fuera así, entonces en vano el apóstol Pablo dijo esto… En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos (Efesios 4:22), si por el revestimiento de la santidad de Cristo, ya estamos despojados de toda la naturaleza caída, entonces eso sería sinónimo de que ya hemos alcanzado la madurez completa, la estatura de la plenitud de Cristo en nosotros, y por ende deberíamos ser ahora ya, dignos de recibir de parte del Padre celestial la honra, las riquezas, la nobleza y la magnificencia que le corresponderían a un hijo del Rey, pero tú y yo sabemos que ese día aún no ha llegado, aún nos falta avanzar hacia la unida plena de la fe, y mientras ese momento no llegue, todavía debemos despojarnos de la naturaleza caída, del hombre viejo y viciado, y esperar pacientemente la esperanza bienaventurada, el día de Jesucristo… aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo (Tito 2:13) y aunque esto es una realidad, no debemos perder la fe, el hecho que aún lo hayamos alcanzado, y que aún debamos despojarnos del viejo hombre, no significa que Cristo en su momento no lo logrará en nosotros… estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6).
Ahora bien, sabemos que el hecho de ser depósitos de una naturaleza caída en nosotros, nos impiden ver a mayor plenitud la Gloria de Dios, pero no por ello debemos olvidar que también somos depósitos de la naturaleza divina, que el Espíritu de Cristo habita en nosotros, y por ese bendito Espíritu ahora nosotros, aunque estamos en el cuerpo, no vivimos conforme a la carne (si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros… Romanos 8:9) y aunque tropezamos con las debilidades del viejo hombre, no desmayamos, porque el hombre interior, el que es a la imagen del creador, se va renovando día en día, formando así el Espíritu de Dios la imagen del Hijo en cada uno de nosotros (2ª Corintios 4:16) y cuando Jesús se ya hace visible en algún área de nuestro carácter, entonces la gloria del Dios vivo se derrama allí, porque ya no soy yo, sino Él en mí, y allí entonces su palabra se cumple ¡¡Toda la gloria pertenece a Él!! Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. (Romanos 11:36)
Es grandioso que un Dios tan perfectamente glorioso nos redimiera y diera pago del rescate por nuestras almas, y aunque estoy seguro que todos o al menos la mayoría de los que lean este mensaje, el saber de qué por gracia somos hoy participantes de la naturaleza divina por ser templos del Espíritu de Dios, no es ninguna novedad, puede ser grandioso y glorioso, pero no novedoso, y justamente es en ese tema que quisiera que meditáramos con este mensaje, ya que con el tiempo hemos dado por hecho muchas cosas que son demasiado medulares para la vida cristiana, que si no te toman en cuenta a tiempo, pueden poner en riesgo nuestra carrera hacia la estatura de Cristo.
Pablo dijo en la segunda epístola a los Corintios: Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros (2ª Corintios 4:7) y La excelencia del poder de Dios se define como SU GLORIA, y aunque damos por hecho que en el éxito de cualquiera sea nuestra empresa, LA GLORIA ES DE DIOS, es decir el honor, la riqueza o reputación (entre otras) le pertenecen SOLO A ÉL, muchas veces nuestras actitudes difieren tremendamente de lo que profesamos, alguno se preguntará ¿en qué te basas para hacer tal afirmación? Pues piensen solo un momento en esto ¿Cuántas veces no hemos predicado el evangelio por que al hacerlo quedaremos como locos o religiosos ante quienes nos escuchen y esa poca “honra o reputación” (gloria) que hemos ganado quedara por el suelo? O por el contrario, cuándo hemos sido usados por Dios y alguien nos dice ¡¡su mensaje me edificó!! ¿No hemos inflado nuestro pecho en orgullo al escuchar esas palabras? Y aunque nuestros labios han dicho ¡¡la gloria es del Señor!! Nuestro corazón a dicho lo contrario, pues eso mis estimados hermanos en la fe, es ROBARLE LA GLORIA A DIOS, nos hemos llevado SU HONRA, ya sea porque NO hemos hecho algo poniendo por delante nuestra integridad y honra, o por que habiendo hecho la obra de Dios, al ver el resultado nos hemos quedado con la aquella dignidad que no nos correspondía, con esa alabanza que debimos haber dejado en el altar de Dios, haciendo eso, aunque para alguno parezca una soberana ridiculez, le hemos usurpado al creador su Gloria, la eminencia que solo le pertenece a Él.
Una vez he oído la siguiente frase ¡¡cuando Dios me usa, La Gloria es para Dios y la fama para mí!! Pues eso no es otra cosa que engañarse asimismo y tratar engañar a Dios, el corazón que inventó aquellas palabras se ha estimado asimismo como digno, como si algo hubiera logrado por sí mismo, como si en él estuviera la capacidad de crear o sostener una vida, cuando claramente el único que la da y la quita es el Señor, tal corazón ha olvidado las siguientes palabras… Porque ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? (1ª Corintios 4:7) tal corazón aún vive según la vieja naturaleza, que al igual que el diablo quiere la eminencia y la gloria que solo pertenecen al Dios vivo, nuestro creador y el salvador de nuestras almas.
Claramente el Poder de Dios se deposita en vasos de barro, porque de lo contrario, la Gloria no sería de aquello que está dentro del vaso, sino del vaso donde se deposita, y aquí está la medula de este mensaje, muchos hoy se sienten de Plata, Oro o algún metal de gran precio, muchos “predicadores”, músicos y “artistas “cristianos”, se sienten tan dignos de ser usados por Dios, que de alguna manera creen haber alcanzado la Gloria de Dios en esta tierra, y no tan solo artistas, he visto gente que no siendo Pastor, predicador o “ministro” de alabanza, aún se siente digno de ir al cielo por su propia bondad, este pensamiento me lleva a las siguientes preguntas ¿te sientes digno de ir al cielo? Alguno dirá ¡¡pues he tratado de obedecer la palabra de Dios, he intentado servir al Señor, me he esforzado por vivir en santidad!! En conclusión entonces ¿eres digno de ir al cielo? Pues ahora respondamos la otra pregunta ¿crees que te mereces el infierno? ¡¡Por supuesto que no, soy un hijo de Dios!! Exacto, por el solo hecho de ser hijos de Dios ¡¡NO IREMOS AL INFIERNO!! Pero eso no nos hace menos merecedores de ir allí que cualquier otro mortal sin Cristo, la única diferencia entre un creyente y un inconverso no es nuestra santidad, ni nuestra honorable manera de vivir, no es nuestro conocimiento teológico ni la hermenéutica de nuestro mensaje, es NADA MÁS NI NADA MENOS QUE JESUCRISTO EN NOSOTROS, el único digno de toda la Gloria y Honra, ¿puedes comprender ahora lo que digo? Desde el momento que creemos que somos dignos de ir al cielo y demasiado buenos como para no ir al infierno, entonces estamos haciendo vano el sacrificio de Cristo y le robamos entonces SU GLORIA, porque nos hacemos a nosotros mismos dignos de ir al Reino celestial por nuestra bondad propia, sin la necesidad del sacrificio de Jesús.
Cuando en nuestro corazón esperamos el reconocimiento por haber hecho la obra de Dios, LE ROBAMOS SU GLORIA, cuando callamos para predicar el evangelio por miedo a la deshonra, LE ROBAMOS LA GLORIA A DIOS, cuando no pagamos los diezmos que nuestro Dios estableció como PRINCIPIO (no ley) en su palabra, entonces LE ROBAMOS SU GLORIA (riqueza), cuando nos sentimos honorables y buscamos sentarnos en las primeras bancas por ser Pastores, Maestros, Profetas o Apóstoles, entonces, LE ROBAMOS SU GLORIA, cuando nos sentimos ofendidos por ser corregidos LE ROBAMOS LA GLORIA A DIOS, y así la lista sería interminable de cuantas veces le hemos robado la Gloria al único digno de recibirla, porque aunque yo haga todo bien, aunque yo haga toda su voluntad, aunque logre vivir en la plena santidad que el anhela que yo viva, aunque me esfuerce por menguar y dejar que él sea más y más en mi cada día, aun así mi título es SIERVO INUTIL, ya que solo hice aquello que debía hacer y nada más ¡¡Gloria sea al Señor!!
Ahora cabe preguntarse ¿Por qué Dios no me ha usado aún, tal como me lo prometió o conforme a mis talentos? Pues porque aún queda mucho de mí en mí, y Dios tiene que trabajar en mí formándome como un vaso de barro, Él quiere que yo logre darme cuenta que mientras yo sea el centro de toda mi vida, entonces él no podrá derramar su gloria en mí, porque Él no la comparte con nadie ni nada, y la única manera en la que Él pueda usarme a mí para Su Gloria, es que Él logre hacer de mi UN VASO DE BARRO, para que la excelencia (GLORIA) del poder sea de Dios, y no mía.
Mientras yo me siga creyendo un vaso de Oro, Plata o que estoy envuelto en Rubí, podré ser ungido por el hombre, podré pertenecer a alguna organización religiosa, podré obtener incluso la Maestría en algún área Teológica, pero jamás podré ser usado por Dios, porque el estableció que su Gloria, su eminencia y su Honra quedarán depositadas en vasos simples y frágiles de barro, para que así todos pudieran ver la imagen del Hijo de Dios glorificarse y ni tomen en cuenta aquello que la envuelve, un insignificante frasco de puro y simple barro.
Dios te bendiga,
Profeta de Dios.
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