6 may 2010 |

El teatro de algunas vidas


Mateo 24:48 Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir", 49 y comienza a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, 50 vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la hora que no sabe, 51 y lo castigará duramente y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.

La palabra hipócrita proviene del griego jupokrités (ὑποκριτής) que significa actor bajo un carácter asumido, simulador, palabra usada para los actores del antiguo teatro griego. En un comienzo ser un hipócrita no tenia nada de malo, se era un actor de carácter asumido por encontrarse sobre un escenario realizando el papel de un personaje de obra, y se asumía que era un simulador por el simple hecho que el actor fingía ser una persona que ciertamente solo existía en la ficción, en un mundo de fantasía creado por alguno de los prominentes escritores de la antigua y épica Grecia. Ser actor no es pecado, nunca lo ha sido ni jamás lo será, serlo es tan valido como ser carpintero o pintor, de hecho considero que artes como la actuación pueden usarse para glorificar a Dios y lograr con imágenes lo que mil palabras jamás lograrían.

Me he preguntado como es posible que Jesús les llamase tantas veces hipócritas (simuladores) a los fariseos, y estos siendo doctores de la ley, jamás rebatieron esa palabra. No se ve en ninguna parte de la escritura a un fariseo, saduceo o escriba diciendo ¡¡hey Jesús, te sobrepasaste, se que no soy perfecto, pero tampoco soy un hipócrita!! ¿Por qué? Pues por que bien dice la escritura, porque nada podemos contra la verdad…(2ª Corintios 13:08) y aún los mismos religiosos que con ímpetu hacían valer las tradiciones de los ancianos por sobre los mandamientos de Dios, sabían que Jesús les hablaba con verdad, todos ellos (con algunas excepciones) eran un montón de hipócritas, ciegos y mentirosos que cerraban las puertas del Reino de Dios, no pasaban ellos e impedían que otros lo hicieran. Lo curioso es que Jesús jamás reprendió a un pecador como la mujer adultera o a un publicano como saqueo, diciéndoles hipócritas ¿por qué? Pues por que ellos eran adúlteros y ladrones, pero no hipócritas, y Jesús vino a esta tierra a salvar todo aquello que estaba perdido, y ellos se sabían perdidos, sabían que estaban tan enlodados en sus pecados que era imposible esconder esa verdad, tenían más claro que nadie que el Reino de Dios no era para ellos, y que por causa de su pecado no irían al cielo, y aunque lo más posible sea que en sus corazones anhelaban ser libres del pecado que los ataba, no lograban serlo, por causa de su naturaleza caída, y sabiendo ellos su condición pecaminosa, no insistían en fingir una vida que no vivían.
Esto nos declara que la diferencia entre los Fariseos y los publicanos, no era que los primeros eran santos y los segundos pecadores, sino que ambos siendo pecadores, unos asumían que por el hecho de ser religiosos estaban revestidos de santidad, y los otros que a pesar de la inmundicia que reinaba en sus vidas, asumían su realidad sabiendo que estaban perdidos.

Esto es la hipocresía, aparentar algo que no es, simular una vida que solo existe en la ficción, en un mundo de imaginación, donde frente a los espectadores se es un hombre (o mujer) lleno del Señor, pero cuando nadie esta mirando, se es el sucio pecador mentiroso que siempre fue. Jesús que tenia la bendita capacidad de escudriñar los corazones de los hombres, se daba cuenta que los Fariseos no eran otra cosa que solo apariencia, por ello la mención más clara de su condición era el paralelo entre sus vidas y un sepulcro blanqueado, que por fuera es hermoso, lleno de vida, colores, flores y agradable olor, pero por dentro es horrible, lleno de muerte, oscuro, sin fruto y mal oliente, por todo esto Jesús sabia que el Padre de ellos no era Abraham, sino el diablo, por que este ex-lucero es así, un mentiroso e hipócrita que se viste como ángel de luz, pero en su interior solo reina la oscuridad y la maldad, tal y como eran estos religiosos, que se vestían como ministros de Dios, pero eran servidores del diablo, que recorrían tierra y mar para hacer un prosélito, y al lograrlo lo hacían dos veces más merecedores del infierno que ellos mismos (Mateo 23:15).
La hipocresía desde siempre provocado la ira de Dios, por el hecho de que Dios no es tonto ni ciego, y el conoce los corazones de los hombres desde mucho antes que estos conciban sus pensamientos, entonces cuando un hombre (o mujer) trata de ocultar en su interior la maldad de la cual debería arrepentirse, es lo mismo que tratar de necio al Dios que es toda sabiduría, ¿Cómo podremos engañar al Dios que pesa nuestros corazones? Pues no encuentro una respuesta lógica a esto, es imposible burlar a Dios, sin embargo, los fariseos dentro de su necedad creían hacerlo, eran pecadores, ladrones y manipuladores de la ley y las costumbres, y haciendo grandes rogativas creían engañar al Dios que todo lo sabe, ¿no es eso lo que los hombres hacen todavía? Pues si, me doy cuenta que los mundanos creyentes, regularmente católicos, hacen toda la semana las cosas mal, fuman, beben, mienten, adulteran, roban, y llegando el domingo se persinan al entrar al templo, luego rezan dos o tres padres nuestros y juran de barriga al suelo que Dios paso por alto sus fechorías, ¡¡que ridículo!!, pero con todo lo necio que eso parece, así sucede… y nos creemos seres inteligentes, tratamos de estupidos a los animales, sin embargo, cada mañana oigo a las aves del cielo presentarse a Dios con sus cánticos, antes de salir a recibir el sustento que su creador diariamente les provee, ¿haces eso cada mañana? Pues si la respuesta sincera es NO, déjame decirte que las aves, aún no siendo seres inteligentes, al menos en eso, son más sabias que tu.

Lo lastimoso es que no tan solo los católicos caen en esta farsa, sino también los evangélicos, durante la semana mienten (siempre por una justa razón), ), roban (pero cosas pequeñas que no le hacen daño a nadie), adulteran (pero solo con miradas que más nadie ve), dicen groserías (pero por causa del stress por trabajar), miran televisión subida de tono (pero solo para relajarse) y llegando el domingo, se disfrazan con terno y corbata (los hombres), y con faldas largas y chalecos (las mujeres), y caminan hacia el templo del Dios que creen ciego y tonto, que juran no los vio mientras vivían hipócritamente durante toda la semana, sin dar testimonio de la luz (que se supone) son ellos mismos, y así pasan y pasan las semanas sin leudar absolutamente a nadie por causa de la pésima e inmunda manera de vivir que llevan.

Tú me preguntarás ¿Cómo sabes que sus vidas son así, en que te basas para decir todo esto? Pues la respuesta esta en la escritura, Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público. (Mateo 6:06).

Esto declara un principio, que Dios ve lo que haces en secreto, y en virtud de lo que tu y yo hacemos en secreto, el nos respaldará en publico, esto quiere decir, que no importa lo que aparentes, no importa cuan espiritual te veas ni cuan santo te vistas el domingo, Dios declarara en publico lo que tu realices en privado, si en lo profundo de tu vida eres un hombre (o mujer) de oración, de búsqueda continua a Dios, si en lo intimo buscas ser justo, correcto, honesto, leal, fiel y evitas y aborreces el pecado, pues Dios declarará las obras que realizaste en lo profundo e intimo, a plena luz del día donde todo el mundo las vera y glorificara a Dios por lo que ha hecho en ti, pero si por el contrario, vives una vida de pecado en la intimidad, de inmundicia, de maldad, de codicia, de adulterio, de mentiras, de fornicación (física o mental), de avaricia, de malos tratos con tus seres cercanos, de envidia, de chismes, de glotonería, en definitiva si en lo interno de tu ser siembras para las obras de la carne, en lo público Dios declarara tus obras internas, y para tu vergüenza, todo el que se acerque a ti para buscar un consejo, una ayuda, una motivación, solo recibirá un consejo carnal, una ayuda humana (cuando pudo recibir la divina através de ti) y una motivación sin fruto, por que es imposible que el hombre dé, de aquello que carece, por que todo lo que el hombre siembra, eso es lo que cosechará.

El Señor aún pesa el corazón, aún conoce lo intimo de los hombres ¿Por qué seguir tratando de engañarlo si eso jamás ocurrirá? Es mejor asumir nuestra condición de pecadores, es mejor ser sinceros con aquel que pesa nuestros corazones, es mejor reconocer que estamos faltos delante del Señor y acercarnos a él para clamar misericordia, y pedirle una nueva oportunidad para empezar de nuevo, no permitamos que el miedo al que dirán nos impida ir al cielo, no dejemos que pase más el tiempo, ya que mientras fingimos ser buenos cristianos, y mostramos ante nuestro publico diario nuestro nuestra gran capacidad actoral, se nos puede endurecer el corazón por causa de no arrepentirnos a tiempo. Sinceramente creo conocer a personas que ganarían un oscar por la capacidad que tienen para vestir de piedad, hechos que en lo profundo de su corazón son claramente pecados, tienen una capacidad que considero se las entrega el padre de la mentira, para aparentar una vida santa, sin mancha, sin arruga, pero en lo profundo se logra divisar que tan solo se están jugando con todo, el papel de sus vidas. Sin duda alguna estoy seguro que recibirán un premio por su capacidad actoral, pero esa premiación no será en el Reino de mi Dios, sino en el infierno, y la recompensa será padecimiento eterno, por no haber querido pagar el precio de la verdad aquí en la tierra, y haber preferido la mentira que hoy les da ciertas regalías.

Definitivamente aún no estamos aptos para recibir el glorioso Avivamiento prometido para Chile, no por que debamos ser perfectos para aquello, sino por que aún no hemos asumido que debemos arrepentirnos y cambiar nuestros hábitos pecaminosos por una vida que definitivamente se puede vivir en santidad.

Necesitamos arrepentirnos, necesitamos empezar de nuevo, necesitamos vestirnos con el perdón de Dios, pero debes tener claro que hay un precio que pagar, primero reconocer que vivíamos una vida hipócrita, y luego enfrentar hasta la muerte el pecado que luchara por atraernos nuevamente a la perdición.
Sin duda siempre hay un precio que pagar, pero si de mi arrepentimiento depende no ir al infierno, mi clamor es esté ¡¡Señor perdóname, vence en mi carne con tu cruz, y sálvame de mi mismo, y del infierno que me espera por causa de mi maldad!!

Ten presente estimado lector No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará… Gálatas 6:07

Dios te bendiga,


Profeta de Dios-