Juan 14:9
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has
conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo,
pues, dices tú: Muéstranos el Padre?
Ciertamente la iglesia es el
cuerpo de Cristo, es su amada, es el organismo que dejó en la tierra para ser
una lumbrera, el baluarte de la verdad en medio de una generación perdida en
oscuridad, es definitivamente donde Dios pretende morar para mostrarse al
mundo.
Por desgracia, con el tiempo siempre
van decantando las ideas principales de todas las cosas, y la iglesia no ha
sido la excepción, muchas organizaciones, políticas de estado, partidos políticos
hoy no son en la practica lo que fueron en el comienzo, quedaron con el nombre
DE… pero su esencia se perdió con el tiempo, es el triste caso por ejemplo, de
la iglesia en Sardis, quien tenia nombre de que vivía, sin embargo, estaba
muerta (Apocalipsis 3:1).
De esta misma forma, Dios me ha
hecho meditar en estos días sobre “donde está realmente el poder del que
hablamos los cristianos”, se que claramente un enfermo no sana
simplemente por que yo ore por él, por que eso depende de la soberanía de Dios,
pero si se (por sentido común) que más de algún enfermo debiese sanar, al
menos alguna vez en la vida, por medio de la oración, si lo dice la escritura,
debe ser así.
Pero en virtud de esta misma
verdad, me preguntado ¿Cuándo, como y donde sanan? Por que
sinceramente lo que yo veo en mi vida y a mí alrededor es que regularmente no es
así. Debo reconocer que es frustrante
saber que dentro de mi radica un poder que aún no puedo ver efectivo totalmente
de manera externa, en mi está el mismísimo Espíritu de Dios, vive en mi, se
mueve dentro de mi, pone márgenes y amplia mi vida, sin embargo, por más anhelo
que tenga de que se exprese en mi exterior, aún no logro verlo a plenitud, cabe
preguntarse como entonces ¿podemos dejar que ese Espíritu que es
poderoso para transformar mi vida, para cambiar mi corazón, pueda también
manifestarse en mi exterior alcanzando a otros para el Reino de Dios?
Pues quizás la respuesta este en
mi obediencia a la verdad, yo conozco mucha verdad bíblica, sin embargo, no
vivo en toda esa verdad (Dios me perdone)
se que debo amar a mi prójimo, y siendo sincero, muchas veces no lo hago,
se que debo ser justo con mi trabajo, y muchas veces no lo soy, se que debo ser
justo con Dios en todos los aspectos de mi vida, y sin embargo, se que aspectos
de mi vida en los cuales no soy justo, y luego hablo de cómo el poder de Dios
puede transformar la vida de los hombres y hacerlos nuevas criaturas, siendo yo
mismo una vieja criatura en muchas de las áreas de mi vida.
Hoy e tenido una charla sobre la
biblia y Jesús con unos inconversos, y Dios me ha hecho pensar en mi influencia
sobre esas vidas, y a traído a mi mente el siguiente versículo Juan 14:9
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has
conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo,
pues, dices tú: Muéstranos el Padre?
Se que Dios y Jesús y su Espíritu
Santo son UNO, y se que indisolublemente será así desde y para siempre, por
ende es imposible hablar de Jesús sin que en su imagen veamos al Padre, como es
imposible sentir la presencia del Espíritu de Dios, sin que el Hijo y el Padre estén
implícitos en esa presencia, por ende, más que como una verdad teológica, sino
como una realidad, quien ha visto a Jesús, por la gracia de Dios, también a
conocido al Padre. Esto me hace
pensar “si Jesús vive en mi, como el
Padre vive en Jesús” ¿las personas con las que converse hoy,
vieron a Jesús en mi? ¿El mundo logra ver a Jesús en mí? Yo puedo decirle a todo el mundo que Jesús es
real, que vive y Reina, como Jesús hablo sobre la realidad y el Reino del
Padre, mas el no simplemente hablo de cosas impalpables, sino con toda
autoridad llego a decir ¡¡El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre!!. Los
dichos de Jesús no solo fueron palabras, se volvieron hechos, por que no solo
el carácter del Padre estuvo y está en él, sino también su poder, su disciplina
y su respaldo.
Yo puedo predicar de Jesús, pero
cuando la gente se acerque a mi, y me digan ¡¡Bien, es posible que digas la verdad, pero, MUÉSTRAME A TU JESÚS!!
¿Cuál
será mi respuesta? ¿Qué les diré yo? ¡¡Vayan a la iglesia y verán a Jesús!! ¡¡Digan esta “oración de fe” y conocerán
a Jesús!! Pues creo que tengo toda una gran tarea, y es MOSTRAR A JESÚS EN MI VIDA.
Se me viene a la mente, toda mi
vida antes de conocer a Cristo, y pienso ¿Cuántas
cosas han quedado atrás? Pero ¡¡REALMENTE
ATRÁS!!, perdonar a gente que me
daño, pedir perdón, dejar de ser orgulloso, desligarme de mentalidades
derrotistas, religiosas y pensamientos impuros, malas palabras, maldiciones y
liviandades que salían de mi boca, mentiras, fraudes y pasiones deshornadas,
realmente todo eso ya quedo atrás de tal forma que cuando la gente me diga ¡¡muéstrame a tu Jesús!! Yo les pueda
decir ¿Me ven a mí? ¡¡pues vean a uno
transformado de tal manera por el Espíritu de Dios, que ahora ven a un hombre
que se parece cada día más a Jesús!!
Reconozco con lagrimas en mi
corazón, que si bien muchas cosas han quedado atrás en mi vieja y muerta vida,
pero estoy persuadido que no todo está enterrado en ese pasado pecaminoso, de
seguro hay costumbres, palabras y actitudes de vida, que al momento de decir ¡¡mírenme a mi, y verán a Cristo!!
Saldrán a la luz delatando toda la imperfección que aún hay en mi vida.
Hoy más que nunca me hacen razón las
palabras del Apóstol Pablo al decir… Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo (1ª Corintios 11:1)
y siendo sincero, aunque todo mi corazón anhela que así sea, todavía no puedo
decirlas.
Cuando Jesús piso esta tierra
siendo hombre, lo que su generación más necesitaba, era conocer a Dios (El
Padre) y esa necesidad no ha variado hasta el día de hoy, por ello que
Jesús deseó vivir en el hombre, no solo para satisfacer los vacíos de su
corazón, sino que a través de esos corazones satisfechos, mostrarse asimismo
para los demás hombres.
Cada día me percato más del
desafío de ser cristiano, no solo por que se nada contra la corriente de este
mundo, sino por sobre todo, por que muchas veces se nada incluso en contra de
nuestra propia e imperante voluntad, y considero que ese es el más grande de
los desafíos.
Más que nosotros, Dios está muy
interesado en transformarnos a la imagen de su hijo Jesucristo, y si aún no lo
ha logrado, es simplemente por que nuestra carnalidad se ha negado a morir,
para dar paso a la nueva vida de Cristo en nosotros.
Él puede hacerlo, y según creo lo
hará, por que más gente debe conocer mucho más que una simple religión, al Dios
vivo que si puede hacer nuevas todas las cosas.
Dios puede hacerlo, y lo hará.
Dios te bendiga,
Profeta de Dios.