El espíritu de condenación
1ª Juan 2:1 Hijitos míos, estas cosas os escribo
para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos
para con el Padre, a Jesucristo el justo.
Creo con todo mi corazón en un Dios de
justicia, de Santidad y de incuestionable Verdad, creo que Él jamás tendrá por
inocente a un culpable y que castigará el pecado de todo aquel que NO se
acerque en vida al trono de la gracia para clamar misericordia para el oportuno
socorro. Mi Dios es el Dios que aplastará
en breve al diablo bajo sus pies, con condena y sufrimiento
eterno. Creo
en el infalible e inconmovible Dios del universo, y sé que Él cuenta con todas
las características de un Dios extremadamente Santo y Justo, es por eso que
Moisés tuvo que sacarse las sandalias antes de acercarse a la zarza que arde
pero no se consume, ante ese Dios también se postro Isaías al verle en el
templo con Gloria y Majestad, sabiendo que era hombre muerto al presenciar tan
grandiosa manifestación Santidad y Justicia, y ante ese mismo Dios cayó postrado
el Apóstol Juan en la isla de Patmos al ver el resplandor del Hijo del hombre,
en fin, la Gloria ,
Pureza, Santidad y Justicia del Dios Todopoderoso son incomparables, y estoy
seguro que la escritura no miente cuando dice que nadie jamás podrá acercarse
al Dios que es pura Santidad, si en nosotros no hay una vida también llena de
santidad.
Ahora, si bien este mensaje sobre el Dios
Santo es cien por ciento genuino e incuestionable, creo que de alguna manera no es toda la verdad de Dios, por una
sencilla y muy coherente razón, y es que si a Dios le interesará que su pueblo solamente sea Santo, entonces en el preciso
momento que nos hemos convertido al Señor, cuando el Espíritu de Santidad viene
a morar en nosotros, deberíamos ser muertos allí mismo, y en consecuencia a
nuestra redención, irnos en el acto al cielo, ya que en ese preciso momento estamos
aptos para eso, de igual formar que el ladrón que murió a un costado de
Jesús.
Con esto no estoy justificando lo injustificable, no estoy diciendo que una vez
convertidos ya podemos vivir como si no lo fuéramos, ya que el cómo vivamos nuestras vidas, muestra que tenemos por dentro, y si el Espíritu de Dios
mora en mí, entonces yo viviré como él me guíe hacerlo, no como mi carne y mis
terrenales deseos me movían anteriormente.
Con esto quiero sacar a la luz un tema que
frustra la vida muchos cristianos, y
es lo que yo llamo, el
espíritu de condenación, que
justamente se alimenta del temor que produce el sentirse impuro, falto o
pecador delante del Dios vivo. Ocurre
que si bien conocemos que la biblia dice, que somos salvos por gracia por medio
de la fe (efesios 2:8) de alguna manera no comprendemos la
magnitud de esa Gracia. Muchas
veces los cristianos hemos pecado en
el transcurso de nuestro caminar, hemos
traicionado a Jesús con nuestras palabras o hechos, le hemos negado o le
hemos vuelto la espalda, la mayoría de
las veces por miedo o vergüenza y sin querer, pero cuando reaccionamos de
nuestro mal proceder por el redargüir del Espíritu Santo, nos sentimos tan mal
que pensamos que es tan malo lo que hemos hecho, que ya no podremos volver recibir su perdón. Pues justamente eso es de lo cual que el espíritu de condenación quiere convencernos, de que una vez perdonados nuestros pecados,
Jesús ya no nos puede volver a perdonar,
o si lo llega a hacer, antes tendremos que pasar una buena temporada pidiendo
perdón y humillándonos bajo la poderosa mano de Dios para que luego de un largo
periodo de tiempo en el que mostremos que realmente estamos arrepentidos, entonces,
Jesús pensará en darnos una nueva
oportunidad. ¡¡Qué ciegos podemos estar a veces
y que faltos de sabiduría y conocimiento de Dios!!
Quiero que pensemos un momento en esto ¿Dios nos perdonó? ¿Verdad? Los que lean esto y conozcan a Cristo dirán que si, sabemos que Él nos perdono y dio vida cuando
estábamos perdidos en delitos y pecados (Efesios
2:1) pero ¿Cuál fue nuestro merito para
ganarnos su perdón? ¿Nuestras buenas obras, nuestra dedicación por él, nuestra
fe, nuestra esperanza o nuestra muy santa manera de vivir? Definitivamente NINGUNO, no teníamos nada que
ofrecer a Dios por su redención, Romanos
5:10 dice Porque si siendo enemigos,
fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo…
Claramente nosotros éramos enemigos de
Dios, y por causa de que nuestra vida era completamente vil, estábamos en
problemas delante de un Dios poderosamente Santo y sin mancha, y sin embargo,
en esa nefasta condición fue donde Dios nos encontró y sin tener merito alguno, nos recogió y nos perdonó solo por causa de
su amor.
Estimado hermano, Dios nos ama no porque seamos sus hijos solamente, no por que
hagamos el bien, no por que demos el diezmo, la ofrenda o seamos solidarios, Él
nos amó desde antes de la fundación del mundo, sin siquiera merecerlo o valer algo, 1ª Juan 4:19 dice: Nosotros le amamos
a él, porque él nos amó primero. Si nosotros tenemos
comunión con Dios, no es por causa de nuestras buenas obras, sino simplemente
porque Dios nos creo con el fin de tener comunión con nosotros.
Yo jamás mereceré su amor, jamás podría
haberme ganado el perdón, jamás podría haber ido al cielo por mis meritos, si
tengo algo de parte de Dios en mi vida, es solo por una preciosa razón llamada GRACIA.
Ahora bien, alguno me dirá ¡¡pero todo eso se refiere a nuestra
pasada manera de vivir, no a la actual, ahora somos llamados a no pecar, a
vivir como santos hijos de Dios!! Y
estoy de acuerdo con eso, pero quiero que pensemos en que el mismo Dios que nos creó y nos amó cuando éramos perdidos
delincuentes y pecadores, es el mismo que nos ama hoy, y si bien su amor no
es un motivo para comportarnos carnalmente, Él NO nos creo para CONDENARNOS, él no quiere hacer
eso.
Pensemos en esto, si Dios nos perdonó
cuando no teníamos ningún merito ¿no
será capaz de perdonarnos ahora, si nos arrepentimos de corazón? 2ª Timoteo 2:25 dice que es Dios quién les concede a todos a que se arrepientan, ósea que si
bien somos nosotros quienes nos arrepentimos, es Dios quien nos persuade a hacerlo, es el Espíritu de Dios quien
convence al hombre de pecado, justicia y juicio (Juan 16:8) con la única
finalidad de perdonarlo.
La
religiosidad es el móvil del espíritu de condenación. El
religioso sabe que es salvo por Gracia,
pero no lo comprende, él piensa que Dios desde siempre quería condenarlo
por sus pecados, y que un día Dios,
andando de buenas, lo perdonó, pero con la condición de que jamás volviera a
pecar. No estoy
diciendo con esto que el deseo de Dios no es que vivamos vidas piadosas y santas, porque esa es la voluntad de Dios, el tema es que a pesar de que ya somos
salvos por la Gracia ,
aún somos seres humanos de carne y hueso, aún no nos hemos despojado totalmente
del viejo hombre, aún nuestra mente carnal maquina maldad, aún somos objetos de
tentación, aún somos frágiles, por eso el Apóstol Juan dice en su primera
epístola: Hijitos
míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; es el corazón de Dios hablando a sus hijos
animándolos a no pecar, pero sabiendo que habrán momentos donde si pecarán,
donde tropezarán, donde resbalarán, y para esos momentos él dice: y si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Ese Jesucristo que un día nos perdonó
cuando estábamos perdidos en delitos y pecados, es el mismo Jesús que tenemos
hoy abogando por nosotros delante del Padre ¡¡BENDITO
SEA JESÚS PARA SIEMPRE!!
Hoy en día en muchas congregaciones se
muestra a Dios como el típico patrón de fundo, que tiene peones en vez de
hijos, que ordena con violencia en vez de estar a la puerta y llamar (apocalipsis 3:20), y que está esperando el momento de vernos
caer para castigarnos, cuando el motor que hace palpitar el corazón de Dios es LA GRACIA.
Solo piensa un momento en esto ¿Por qué habiendo pecado Adán y
Eva, no los destruyo de una vez? ¿Por qué siendo el pueblo de Israel tan
desobediente, no lo destruyo para siempre? ¿Por qué no apedreo Jesús a la mujer
adultera o por qué no condeno al ladrón que murió a su costado? ¿Por qué Jesús
no condeno a Pedro luego de su traición? ¿Por qué Jesús mantuvo a Judas administrando
la ofrenda, si él sabía que siempre sustrajo dinero de la bolsa? ¿Por qué Jesús
no condenó a la promiscua mujer samaritana? En fin, la lista sería interminable,
pero la respuesta a todas esas preguntas se puede reducir a una sola palabra, GRACIA, bendita y dulce Gracia
de Dios.
Quiero que comprendamos que DIOS NO QUIERE CONDENARNOS,
sino salvarnos, su primera intención jamás ha sido destruirnos, Él no está
esperando a que tropieces y caigas para lanzarte un rayo y partirte en dos, Él
nos espera con paciencia, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento (2ª
Pedro 3:9) ¡¡QUE BONDADOSO
ES NUESTRO DIOS!!
Cuanta Gracia derramada sobre la
humanidad, por eso Romanos
5:20 dice… mas
cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;
Quizás tu pensarás ¡¡bueno, yo conozco el mensaje de la Gracia , yo sé que mi Dios
es perdonador, por lo que este tema no es para mí!! Si es así, pues me alegro que
comprendas a cabalidad la
Gracia de Dios, pero yo te invito a reflexionar en lo siguiente ¿Cuándo pecas, te arrepientes? Pues espero que sí, de lo contrario
significa que aún no te ha alcanzado la Gracia y el Espíritu de Dios no vive en ti.
Pero una vez arrepentido ¿Qué haces? Pues regularmente seguir
sintiéndote mal, y aunque claramente el alma se duele con nuestro pecar, el
dolor que sentimos luego de arrepentirnos y pedir perdón, regularmente no es
dolor del alma, sino, un sentir
condenatorio que te dice
a la mente ¿Cómo pudiste
hacerle esto a Cristo? ¿Cómo fuiste capaz de negarle? ¿Ahora blasfemarán el
nombre de Cristo por tu culpa? Mientras
que Cristo está al otro costado del corazón, diciéndonos: ¡¡hijo mío ¿te arrepentiste verdad?
Pues entonces déjalo ir, yo ya te perdone?
Al pecar, el sentir de nuestro corazón es ¿pero cómo pude Señor? ¡¡Por favor,
perdóname!! Y Jesús está allí
extendiendo su mano diciéndote ¡¡levántate,
sigamos adelante, ya paso, ya te perdone!! Sin embargo, nuestro corazón dice ¡¡si sé que me perdonaste, pero no
entiendo como pude hacerte esto, por favor, perdóname!! y así pasan días, semanas, meses e
incluso años dando vueltas en círculos buscando
un perdón que obtuvimos en el preciso instante que nos arrepentimos y pedimos
al Señor que nos perdonara.
Eso que habla a la mente y al corazón, es
el espíritu de condenación,
alimentado por el orgullo y la
autosuficiencia, por la religiosidad y la mentalidad de las obras, ese
espíritu nos dice que debemos ganarnos el perdón de Dios, y allí nos mantiene,
en el suelo, y cuando no logramos afirmar una rodilla para levantarnos, vuelve
y nos acusa de pecados pasados y ya perdonados, haciéndonos ver como impuros y
sucios por cosas ya redimidas, y volvemos al suelo nuevamente, y nuestra vida
que debería ir de victoria en victoria y de gloria en gloria, se encuentra de
fango en fango, rodeado por pecados pasados y por tropiezos presentes, y aunque
somos salvos, vivimos como esclavos, por causa de que estamos en Canaán, pero
tenemos una mentalidad de Egipto.
He meditado por tiempo en este sentir,
porque yo también lo he padecido y mucho, pero Dios me ha convencido de algo, QUE ÉL ME AMA y que todo lo que sucede en mí vida,
mientras yo busque vivir para él, está bajo su control y
dominio. Muchas veces la mentalidad de esclavo
nos hace pensar que si nos portamos bien con Dios, entonces Dios no nos
castigará, y si nos portamos mal, entonces su ira estará sobre nosotros. Pues si bien todo lo que el hombre
sembrare, eso también cegará, eso no significa que si “nos portamos bien con Dios”, él
no nos dejará pasar por momentos de tribulación, si fuera así ¿alguien podría decirme en que peco
Job para padecer lo que sufrió? ¿O cuan desobediente fue el Apóstol Pablo, que
Dios le envió un mensajero de Satanás para que lo abofeteara?
Hermanos amados, el pensar así es tener
mentalidad de esclavo y no de Hijo, porque Dios no anda buscando hacernos caer
en pecado, para luego tener motivos justos para castigarnos, si esos piadosos
hombres semejantes a Cristo, padecieron en vida el dolor y/o la persecución no
fue por causa de lo “mal
cristianos que fueron”, sino porque su buen Padre celestial tenía un
propósito en cada dolor y padecimiento.
Y por otro lado, pensamos que necesariamente estamos bendecidos por que nos
portamos bien y tenemos el cielo ganado con Cristo, pues si fuera así ¿los narcotraficantes no ganan
demasiado dinero con su tráfico? Pues
claro que sí, pero ¿es Dios
quien los bendice por su buen proceder? y
más aún ¿Qué pasa con aquellas
personas que no siendo traficantes, les va bien económicamente, pero no tienen
a Cristo en sus vidas? ¿Ellos irán al cielo? ¿Es Dios quien los bendice?
Pues no porque nos vaya bien en la vida,
debemos pensar que estamos bajo la
Gracia de Dios, ni por
qué nos vaya mal, que hemos sido quitados de su cobertura, por que como
bien dice la escritura, ya sea que vivamos o muramos, del Señor somos (Romanos 14:08).
Debemos comprender que lo que mueve el corazón de Dios no es su agrado o
desagrado por alguien (necesariamente),
Dios no está sujeto a pasiones, lo que mueve el corazón de Dios, es SU GRACIA, si estamos en una
prueba en la que él nos metió, no siempre es por causa de que hayamos hecho
algo mal, y aunque así fuera, no es para castigarnos, sino para hacernos
comprender que Él desea
fervorosamente bendecirnos, pero
si vivimos sin sabiduría ¿podrá
Dios bendecir lo insensato? Y
aún siendo sensatos ¿no podrá
Dios mostrar su gloria en metiéndonos en medio de una prueba? Pues si no lo creen así, pregúntenle a
los tres jóvenes en por su completa adoración a Dios y por causa de su integridad (no maldad ni pecado) fueron lanzados al horno de
fuego. No siempre somos probados por qué hayamos cometido un pecado, pero
siempre lo seremos por causa de LA GRACIA DE DIOS,
que desea bendecirnos y no condenarnos.
Hace tiempo conocí a un dueño de una
librería en Santiago, que tiene mucho dinero y debo reconocer que sus libros
son los más baratos del mercado, pero él es un hombre que en términos bíblicos
podría llamarse NECIO, abusa de sus
trabajadores, les roba cada vez que puede, y les paga poco en comparación al
esfuerzo que hacen, y un día pensé ¿Qué
pasaría si este hombre perdiera todo lo que tiene, quizás allí se volvería a
Dios? Y ¿si se quemara su librería y
perdiera todas sus inversiones, no sería la Gracia de Dios en acción llevándolo al
arrepentimiento? ¡¡TE
DAS CUENTA COMO DIOS NO QUIERE CONDENAR AL HOMBRE, SINO SALVARLO!!
Claramente ese hombre quedaría destruido,
en la ruina, en una literal banca rota, sin embargo, esa crisis podría llevarlo
a arrepentirse de todos sus pecados y finalmente llegar a ser salvo, alguno
pensará ¡¡pero es un precio demasiado alto para llegar a ser salvo!! Mas yo me
pregunto ¿Qué recompensa
puede el hombre dar por su alma? (Mateo
16:26) ¿Qué no es
mejor padecer aquí por causa de la justicia, que lamentarse eternamente por
haber sido injusto? Amados
en Cristo, Job dijo ¡¡desnudo
vine al mundo y desnudo moriré!! (Job
1:21 parafraseado) ningún precio es
suficientemente alto, con tal de pasar la eternidad junto a Dios.
Quizás tu pienses que no es necesario
padecer tanto para acceder a la salvación, mas de una cosa estoy convencido,
que NADIE SE ACERCA A JESÚS
AMENOS QUE ESTE TOTALMENTE PERSUADIDO DE QUE LO NECESITA, y si Dios necesita arruinarte con
tal de poder ejercer su GRACIA en
ti, estoy seguro que lo hará (Job
2:3)
El espíritu
de condenación te dirá que si pecas, debes arrastrarte y pedir perdón
por un largo periodo de tiempo, llorar, sufrir, compungirte de todo tu ser ¡¡HABER SI ES QUE ASÍ, JESÚS PUEDE
COMPADECERTE DE TI!! Y
claramente tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados, y si nuestro corazón
está dolido, pues llorar amargamente por nuestro error y pedir perdón, pero
luego del cilicio, Jesús estará de pie frente a ti, extendiendo su mano para
levantarte y decirte ¡¡te
perdono, ahora quiero que sigamos adelante!! Y mientras que el espíritu de condenación dirá ¡¡aún falta por arrastrarte
pidiendo perdón!! Jesús dice ¡¡vamos,
de pie, porque largo camino te espera!!
AHORA DEPENDE DE TI A QUE VOZ OBEDECERÁS, la que te detiene diciéndote indigno, o
la que te levanta diciéndote, NO
TE PREOCUPES, MI SANGRE DE DIGNIFICA, SIGAMOS ADELANTE.
Hebreos 4:16 Acerquémonos, pues, CONFIADAMENTE (con humillación pero confiados) al trono de la gracia, para
alcanzar misericordia y HALLAR GRACIA (No condenación) para el oportuno
socorro.
Dios te bendiga,
Profeta de Dios.
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