22 feb 2012 |

Un Dios Sin Gracia v/s Una Gracia Sin Dios



(Parte I)
El espíritu de condenación


1ª Juan 2:1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis;  y si alguno hubiere pecado,  abogado tenemos para con el Padre,  a Jesucristo el justo.

Creo con todo mi corazón en un Dios de justicia, de Santidad y de incuestionable Verdad, creo que Él jamás tendrá por inocente a un culpable y que castigará el pecado de todo aquel que NO se acerque en vida al trono de la gracia para clamar misericordia para el oportuno socorro.  Mi Dios es el Dios que aplastará en breve al diablo bajo sus pies, con condena y sufrimiento eterno.            Creo en el infalible e inconmovible Dios del universo, y sé que Él cuenta con todas las características de un Dios extremadamente Santo y Justo, es por eso que Moisés tuvo que sacarse las sandalias antes de acercarse a la zarza que arde pero no se consume, ante ese Dios también se postro Isaías al verle en el templo con Gloria y Majestad, sabiendo que era hombre muerto al presenciar tan grandiosa manifestación Santidad y Justicia, y ante ese mismo Dios cayó postrado el Apóstol Juan en la isla de Patmos al ver el resplandor del Hijo del hombre, en fin, la Gloria, Pureza, Santidad y Justicia del Dios Todopoderoso son incomparables, y estoy seguro que la escritura no miente cuando dice que nadie jamás podrá acercarse al Dios que es pura Santidad, si en nosotros no hay una vida también llena de santidad.

Ahora, si bien este mensaje sobre el Dios Santo es cien por ciento genuino e incuestionable, creo que de alguna manera no es toda la verdad de Dios, por una sencilla y muy coherente razón, y es que si a Dios le interesará que su pueblo solamente sea Santo, entonces en el preciso momento que nos hemos convertido al Señor, cuando el Espíritu de Santidad viene a morar en nosotros, deberíamos ser muertos allí mismo, y en consecuencia a nuestra redención, irnos en el acto al cielo, ya que en ese preciso momento estamos aptos para eso, de igual formar que el ladrón que murió a un costado de Jesús.  

Con esto no estoy justificando lo injustificable, no estoy diciendo que una vez convertidos ya podemos vivir como si no lo fuéramos, ya que el cómo vivamos nuestras vidas, muestra que tenemos por dentro, y si el Espíritu de Dios mora en mí, entonces yo viviré como él me guíe hacerlo, no como mi carne y mis terrenales deseos me movían anteriormente.

Con esto quiero sacar a la luz un tema que frustra la vida muchos cristianos, y es lo que yo llamo, el espíritu de condenación, que justamente se alimenta del temor que produce el sentirse impuro, falto o pecador delante del Dios vivo.        Ocurre que si bien conocemos que la biblia dice, que somos salvos por gracia por medio de la fe (efesios 2:8) de alguna manera no comprendemos la magnitud de esa Gracia.                  Muchas veces los cristianos hemos pecado en el transcurso de nuestro caminar, hemos traicionado a Jesús con nuestras palabras o hechos, le hemos negado o le hemos vuelto la espalda, la mayoría de las veces por miedo o vergüenza y sin querer, pero cuando reaccionamos de nuestro mal proceder por el redargüir del Espíritu Santo, nos sentimos tan mal que pensamos que es tan malo lo que hemos hecho, que ya no podremos volver recibir su perdón.                 Pues justamente eso es de lo cual que el espíritu de condenación quiere convencernos, de que una vez perdonados nuestros pecados, Jesús ya no nos puede volver a perdonar, o si lo llega a hacer, antes tendremos que pasar una buena temporada pidiendo perdón y humillándonos bajo la poderosa mano de Dios para que luego de un largo periodo de tiempo en el que mostremos que realmente estamos arrepentidos, entonces, Jesús pensará en darnos una nueva oportunidad.        ¡¡Qué ciegos podemos estar a veces y que faltos de sabiduría y conocimiento de Dios!!

Quiero que pensemos un momento en esto ¿Dios nos perdonó? ¿Verdad? Los que lean esto y conozcan a Cristo dirán que si, sabemos que Él nos perdono y dio vida cuando estábamos perdidos en delitos y pecados (Efesios 2:1) pero ¿Cuál fue nuestro merito para ganarnos su perdón? ¿Nuestras buenas obras, nuestra dedicación por él, nuestra fe, nuestra esperanza o nuestra muy santa manera de vivir? Definitivamente NINGUNO, no teníamos nada que ofrecer a Dios por su redención, Romanos 5:10 dice Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo…

Claramente nosotros éramos enemigos de Dios, y por causa de que nuestra vida era completamente vil, estábamos en problemas delante de un Dios poderosamente Santo y sin mancha, y sin embargo, en esa nefasta condición fue donde Dios nos encontró y sin tener merito alguno, nos recogió y nos perdonó solo por causa de su amor.

Estimado hermano, Dios nos ama no porque seamos sus hijos solamente, no por que hagamos el bien, no por que demos el diezmo, la ofrenda o seamos solidarios, Él nos amó desde antes de la fundación del mundo, sin siquiera merecerlo o valer algo, 1ª Juan 4:19 dice: Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.                   Si nosotros tenemos comunión con Dios, no es por causa de nuestras buenas obras, sino simplemente porque Dios nos creo con el fin de tener comunión con nosotros. 

Yo jamás mereceré su amor, jamás podría haberme ganado el perdón, jamás podría haber ido al cielo por mis meritos, si tengo algo de parte de Dios en mi vida, es solo por una preciosa razón llamada GRACIA.

Ahora bien, alguno me dirá ¡¡pero todo eso se refiere a nuestra pasada manera de vivir, no a la actual, ahora somos llamados a no pecar, a vivir como santos hijos de Dios!! Y estoy de acuerdo con eso, pero quiero que pensemos en que el mismo Dios que nos creó y nos amó cuando éramos perdidos delincuentes y pecadores, es el mismo que nos ama hoy, y si bien su amor no es un motivo para comportarnos carnalmente, Él NO nos creo para CONDENARNOS, él no quiere hacer eso.

Pensemos en esto, si Dios nos perdonó cuando no teníamos ningún merito ¿no será capaz de perdonarnos ahora, si nos arrepentimos de corazón? 2ª Timoteo 2:25 dice que es Dios quién les concede a todos a que se arrepientan, ósea que si bien somos nosotros quienes nos arrepentimos, es Dios quien nos persuade a hacerlo, es el Espíritu de Dios quien convence al hombre de pecado, justicia y juicio (Juan 16:8) con la única finalidad de perdonarlo.

La religiosidad es el móvil del espíritu de condenación.               El religioso sabe que es salvo por Gracia, pero no lo comprende, él piensa que Dios desde siempre quería condenarlo por sus pecados, y que un día Dios, andando de buenas, lo perdonó, pero con la condición de que jamás volviera a pecar.                     No estoy diciendo con esto que el deseo de Dios no es que vivamos vidas piadosas y santas, porque esa es la voluntad de Dios, el tema es que a pesar de que ya somos salvos por la Gracia, aún somos seres humanos de carne y hueso, aún no nos hemos despojado totalmente del viejo hombre, aún nuestra mente carnal maquina maldad, aún somos objetos de tentación, aún somos frágiles, por eso el Apóstol Juan dice en su primera epístola:  Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; es el corazón de Dios hablando a sus hijos animándolos a no pecar, pero sabiendo que habrán momentos donde si pecarán, donde tropezarán, donde resbalarán, y para esos momentos él dice: y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Ese Jesucristo que un día nos perdonó cuando estábamos perdidos en delitos y pecados, es el mismo Jesús que tenemos hoy abogando por nosotros delante del Padre ¡¡BENDITO SEA JESÚS PARA SIEMPRE!!

Hoy en día en muchas congregaciones se muestra a Dios como el típico patrón de fundo, que tiene peones en vez de hijos, que ordena con violencia en vez de estar a la puerta y llamar (apocalipsis 3:20), y que está esperando el momento de vernos caer para castigarnos, cuando el motor que hace palpitar el corazón de Dios es LA GRACIA.

Solo piensa un momento en esto ¿Por qué habiendo pecado Adán y Eva, no los destruyo de una vez? ¿Por qué siendo el pueblo de Israel tan desobediente, no lo destruyo para siempre? ¿Por qué no apedreo Jesús a la mujer adultera o por qué no condeno al ladrón que murió a su costado? ¿Por qué Jesús no condeno a Pedro luego de su traición? ¿Por qué Jesús mantuvo a Judas administrando la ofrenda, si él sabía que siempre sustrajo dinero de la bolsa? ¿Por qué Jesús no condenó a la promiscua mujer samaritana? En fin, la lista sería interminable, pero la respuesta a todas esas preguntas se puede reducir a una sola palabra, GRACIA, bendita y dulce Gracia de Dios.

Quiero que comprendamos que DIOS NO QUIERE CONDENARNOS, sino salvarnos, su primera intención jamás ha sido destruirnos, Él no está esperando a que tropieces y caigas para lanzarte un rayo y partirte en dos, Él nos espera con paciencia, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2ª Pedro 3:9) ¡¡QUE BONDADOSO ES NUESTRO DIOS!!

Cuanta Gracia derramada sobre la humanidad, por eso Romanos 5:20 dice… mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;

Quizás tu pensarás ¡¡bueno, yo conozco el mensaje de la Gracia, yo sé que mi Dios es perdonador, por lo que este tema no es para mí!! Si es así, pues me alegro que comprendas a cabalidad la Gracia de Dios, pero yo te invito a reflexionar en lo siguiente ¿Cuándo pecas, te arrepientes? Pues espero que sí, de lo contrario significa que aún no te ha alcanzado la Gracia y el Espíritu de Dios no vive en ti.
Pero una vez arrepentido ¿Qué haces? Pues regularmente seguir sintiéndote mal, y aunque claramente el alma se duele con nuestro pecar, el dolor que sentimos luego de arrepentirnos y pedir perdón, regularmente no es dolor del alma, sino, un sentir condenatorio que te dice a la mente ¿Cómo pudiste hacerle esto a Cristo? ¿Cómo fuiste capaz de negarle? ¿Ahora blasfemarán el nombre de Cristo por tu culpa? Mientras que Cristo está al otro costado del corazón, diciéndonos: ¡¡hijo mío ¿te arrepentiste verdad? Pues entonces déjalo ir, yo ya te perdone? 

Al pecar, el sentir de nuestro corazón es ¿pero cómo pude Señor? ¡¡Por favor, perdóname!! Y Jesús está allí extendiendo su mano diciéndote ¡¡levántate, sigamos adelante, ya paso, ya te perdone!! Sin embargo, nuestro corazón dice ¡¡si sé que me perdonaste, pero no entiendo como pude hacerte esto, por favor, perdóname!! y así pasan días, semanas, meses e incluso años dando vueltas en círculos buscando un perdón que obtuvimos en el preciso instante que nos arrepentimos y pedimos al Señor que nos perdonara.

Eso que habla a la mente y al corazón, es el espíritu de condenación, alimentado por el orgullo y la autosuficiencia, por la religiosidad y la mentalidad de las obras, ese espíritu nos dice que debemos ganarnos el perdón de Dios, y allí nos mantiene, en el suelo, y cuando no logramos afirmar una rodilla para levantarnos, vuelve y nos acusa de pecados pasados y ya perdonados, haciéndonos ver como impuros y sucios por cosas ya redimidas, y volvemos al suelo nuevamente, y nuestra vida que debería ir de victoria en victoria y de gloria en gloria, se encuentra de fango en fango, rodeado por pecados pasados y por tropiezos presentes, y aunque somos salvos, vivimos como esclavos, por causa de que estamos en Canaán, pero tenemos una mentalidad de Egipto.

He meditado por tiempo en este sentir, porque yo también lo he padecido y mucho, pero Dios me ha convencido de algo, QUE ÉL ME AMA y que todo lo que sucede en mí vida, mientras yo busque vivir para él, está bajo su control y dominio.      Muchas veces la mentalidad de esclavo nos hace pensar que si nos portamos bien con Dios, entonces Dios no nos castigará, y si nos portamos mal, entonces su ira estará sobre nosotros.          Pues si bien todo lo que el hombre sembrare, eso también cegará, eso no significa que si “nos portamos bien con Dios”, él no nos dejará pasar por momentos de tribulación, si fuera así ¿alguien podría decirme en que peco Job para padecer lo que sufrió? ¿O cuan desobediente fue el Apóstol Pablo, que Dios le envió un mensajero de Satanás para que lo abofeteara?

Hermanos amados, el pensar así es tener mentalidad de esclavo y no de Hijo, porque Dios no anda buscando hacernos caer en pecado, para luego tener motivos justos para castigarnos, si esos piadosos hombres semejantes a Cristo, padecieron en vida el dolor y/o la persecución no fue por causa de lo “mal cristianos que fueron”, sino porque su buen Padre celestial tenía un propósito en cada dolor y padecimiento.            Y por otro lado, pensamos que necesariamente estamos bendecidos por que nos portamos bien y tenemos el cielo ganado con Cristo, pues si fuera así ¿los narcotraficantes no ganan demasiado dinero con su tráfico? Pues claro que sí, pero ¿es Dios quien los bendice por su buen proceder? y más aún ¿Qué pasa con aquellas personas que no siendo traficantes, les va bien económicamente, pero no tienen a Cristo en sus vidas? ¿Ellos irán al cielo? ¿Es Dios quien los bendice?

Pues no porque nos vaya bien en la vida, debemos pensar que estamos bajo la Gracia de Dios, ni por qué nos vaya mal, que hemos sido quitados de su cobertura, por que como bien dice la escritura, ya sea que vivamos o muramos, del Señor somos (Romanos 14:08).             Debemos comprender que lo que mueve el corazón de Dios no es su agrado o desagrado por alguien (necesariamente), Dios no está sujeto a pasiones, lo que mueve el corazón de Dios, es SU GRACIA, si estamos en una prueba en la que él nos metió, no siempre es por causa de que hayamos hecho algo mal, y aunque así fuera, no es para castigarnos, sino para hacernos comprender que Él desea fervorosamente bendecirnos, pero si vivimos sin sabiduría ¿podrá Dios bendecir lo insensato? Y aún siendo sensatos ¿no podrá Dios mostrar su gloria en metiéndonos en medio de una prueba? Pues si no lo creen así, pregúntenle a los tres jóvenes en por su completa adoración a Dios y por causa de su integridad (no maldad ni pecado) fueron lanzados al horno de fuego.  No siempre somos probados por qué hayamos cometido un pecado, pero siempre lo seremos por causa de LA GRACIA DE DIOS, que desea bendecirnos y no condenarnos.

Hace tiempo conocí a un dueño de una librería en Santiago, que tiene mucho dinero y debo reconocer que sus libros son los más baratos del mercado, pero él es un hombre que en términos bíblicos podría llamarse NECIO, abusa de sus trabajadores, les roba cada vez que puede, y les paga poco en comparación al esfuerzo que hacen, y un día pensé ¿Qué pasaría si este hombre perdiera todo lo que tiene, quizás allí se volvería a Dios? Y ¿si se quemara su librería y perdiera todas sus inversiones, no sería la Gracia de Dios en acción llevándolo al arrepentimiento? ¡¡TE DAS CUENTA COMO DIOS NO QUIERE CONDENAR AL HOMBRE, SINO SALVARLO!! 
Claramente ese hombre quedaría destruido, en la ruina, en una literal banca rota, sin embargo, esa crisis podría llevarlo a arrepentirse de todos sus pecados y finalmente llegar a ser salvo, alguno pensará ¡¡pero es un precio demasiado alto para llegar a ser salvo!! Mas yo me pregunto ¿Qué recompensa puede el hombre dar por su alma? (Mateo 16:26) ¿Qué no es mejor padecer aquí por causa de la justicia, que lamentarse eternamente por haber sido injusto? Amados en Cristo, Job dijo ¡¡desnudo vine al mundo y desnudo moriré!! (Job 1:21 parafraseado) ningún precio es suficientemente alto, con tal de pasar la eternidad junto a Dios.

Quizás tu pienses que no es necesario padecer tanto para acceder a la salvación, mas de una cosa estoy convencido, que NADIE SE ACERCA A JESÚS AMENOS QUE ESTE TOTALMENTE PERSUADIDO DE QUE LO NECESITA, y si Dios necesita arruinarte con tal de poder ejercer su GRACIA en ti, estoy seguro que lo hará (Job 2:3)

El espíritu de condenación te dirá que si pecas, debes arrastrarte y pedir perdón por un largo periodo de tiempo, llorar, sufrir, compungirte de todo tu ser ¡¡HABER SI ES QUE ASÍ, JESÚS PUEDE COMPADECERTE DE TI!! Y claramente tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados, y si nuestro corazón está dolido, pues llorar amargamente por nuestro error y pedir perdón, pero luego del cilicio, Jesús estará de pie frente a ti, extendiendo su mano para levantarte y decirte ¡¡te perdono, ahora quiero que sigamos adelante!! Y mientras que el espíritu de condenación dirá ¡¡aún falta por arrastrarte pidiendo perdón!! Jesús dice ¡¡vamos, de pie, porque largo camino te espera!!

AHORA DEPENDE DE TI A QUE VOZ OBEDECERÁS, la que te detiene diciéndote indigno, o la que te levanta diciéndote, NO TE PREOCUPES, MI SANGRE DE DIGNIFICA, SIGAMOS ADELANTE.
  
Hebreos 4:16 Acerquémonos, pues, CONFIADAMENTE (con humillación pero confiados) al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y HALLAR GRACIA (No condenación) para el oportuno socorro.

Dios te bendiga,

Profeta de Dios.