14 feb 2012 |

Un milagro nunca viene solo




Mateo 14:16-18  Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. 17 Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. 18  El les dijo: Traédmelos acá.

Una de las cosas que diferencia a Dios de los hombres, es que los hombres estamos limitados, necesitamos comer, dormir, nos enfermamos, nos cansamos con facilidad y finalmente un día partiremos del escenario de esta tierra a un destino que ni siquiera podemos escoger con nuestra simple voluntad.          Por el contrario, Dios no tiene límites, el es simplemente Todopoderoso, él hace lo que quiere en virtud de su divina providencia, él no duerme, no necesita alimentarse para seguir viviendo, ni necesita de nada ni de nadie, ni aún de una familia como muchos creen y que por eso creo al hombre y a los ángeles, porque necesita compañía, mas Dios no necesita nada de nadie, es insorprendible y no existe manera alguna de poder comprar su amor, compañía o favor.  Si el hombre tiene algo de parte de Dios, no es por causa de su esmero o esfuerzo, sino por nada más ni nada menos que por su Gracia (1º Corintios 15:10).

El hombre por causa de sus limitantes físicas, crece también con una mentalidad limitada, por ejemplo un bebe de un año cree que puede subir o bajar la escalera de un salto, y no se le pasa por la mente que podría causarse un grave daño al hacer eso ¿Por qué? Pues porque su mentalidad no está al tanto de sus limitantes físicas, sin embargo, un adulto jamás haría tal cosa porque conoce perfectamente cuáles son sus márgenes.

Si bien, es de inteligentes no realizar actividades riesgosas sin las medidas de precaución necesarias, y sin un motivo justificado, de alguna manera las limitantes físicas hacen que el hombre se acomode y se conforme a ellas, por eso muchos de los desafíos que la vida nos plantea tienen la respuesta inmediata y archí-mega conocida de “No puedo”, no lo intentamos mucho y ya estamos pidiendo que alguien “más capacitado” que nosotros haga el trabajo o cumpla el desafío, pero estoy seguro que muchas de aquellas cosas, nosotros, los simples mortales, si nos retáramos a nosotros mismos, podríamos realizar si pusiéramos un poco más del típico esfuerzo.

Si todos solo miráramos nuestras incapacidades físicas pues entonces hoy no podríamos volar en aeronaves, no podríamos nadar hasta lo profundo del océano, no existirá la electricidad ni la comunicación celular, y en fin, muchas de las cosas que hoy disfrutamos no existirían si “alguien” no se hubiera desafiado asimismo al decir “Si se puede”, quizás no a la primera, segunda o milésima, pero con esfuerzo “si se puede”.        Pues creo que alguna manera Jesús quiere que comprendamos eso, que si se puede, que con él a nuestro lado o más bien, que nosotros estando de su lado, SI PODEMOS realizar las proezas y desafíos que él y su palabra nos ponen por delante, que dejemos de lado nuestras limitaciones basadas en lo que no podemos físicamente y que echemos mano a la fe (obediencia a su palabra) creyendo que si el dijo que lo podemos hacer, entonces no importa que pase, lo lograremos.  Y aunque este no es el tema principal, Dios me ha ministrado con esta palabra, Romanos 8:37 dice: Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Sin embargo, vivimos vidas fracasadas, movidas por las circunstancias, por las decepciones, por las emociones, dependemos de lo que nuestro engañoso corazón sienta para “sentirnos” más que vencedores, mientras el que nunca miente dice en su palabra que hoy “SOMOS MÁS QUE VENCEDORES” y nosotros estamos esperando UN DÍA ser más que vencedores, perdón pero ¿a quién le estamos creyendo? ¿Al corazón, al diablo o a Jesús?, ¿Te das cuenta como todo nos limita, incluso nuestras propias circunstancias? Podríamos vivir vidas completamente plenas si nos desafiáramos a vivir la palabra de Dios en nosotros.

Dios quiere hacer un milagro en nuestras vidas cada día, quiere que podamos tomar el desafío de creer en él por sobre lo que nos pueda suceder, y que la vida llena de gozo que él nos prometió se vuelva un hecho a diario en nosotros, pero por desgracia, veo como la frustración en la vida cristiana predomina por sobre el gozo de la salvación, veo como nos limitamos a nosotros mismos en virtud de decepciones pasadas, de malos recuerdos o de ideas que predominan con impotencia en nuestras mentes, nos limitamos a vivir lo que el día nos permite, cuando podríamos vivir en un milagro a diario si nuestros ojos estuvieran bien fijados en Jesús, el autor y consumador de la fe.

Al Señor no le sorprenden nuestras limitantes, ni tampoco son algo que lo acoarte, él siempre llama a aquellos que sabe que son limitados por naturaleza, así llamo a Moisés y este se excusó diciendo que era tardo de labios, así también llamo al servicio a Jeremías y este también se excuso diciendo que era muy niño, el excusarnos en nuestros límites es parte de nuestra naturaleza caída, y aunque la mayoría no lo hace con mala intención, de todas maneras son excusas que vienen a tratar de poner tropiezo a lo que Dios quiere hacer con nosotros.

De esta misma manera Jesús desafío a sus doce apóstoles diciéndoles en Mateo 14:16 que la gente no tenía necesidad alguna de irse, sino, que ellos (los 12) les dieran de comer, la primera reacción de ellos fue la típica que tendríamos cada uno de nosotros, ósea “No puedo”, y el tema no es para justificarnos a nosotros mismos y a los apóstoles diciendo que todos hubiéramos respondido igual, sino que Jesús dio una orden, Jesús dijo denles de comer, y SI JESÚS dijo eso ¿podríamos cuestionarlo? ¿Podríamos decirle al que todo lo sabe y todo lo puede, es que NO PUEDO? Pues mis estimados hermanos, estamos tan acostumbrados a justificar nuestra mediocridad y desobediencia a la palabra de Dios que no nos atreveríamos a decir, que el “no puedo” de los apóstoles fue un mero acto falto de toda fe, y si, lo fue, tan falto de fe y obediencia como cuando tu y yo le decimos a Cristo “No puedo” luego de que él nos dice que hagamos algo, con esa actitud en definitiva le estamos diciendo al Señor “no eres de fiar”, “tu palabra no es suficiente para mí”, sin embargo, nos consideramos gente de fe (obediencia) mientras que la frustración de nuestras “cristianas vidas “muestra que la fe para nosotros no es tan diferente a lo que el mundo que no tiene fe, llama fe.

Quiero que comprendamos una cosa con esto, si hoy nuestro cristianismo está a medias, no es culpa de Cristo, si hoy no hemos podido experimentar la plenitud de la vida Cristo en nosotros no es culpa de Dios, si hoy nos sentimos decaídos y decepcionados del evangelio no es culpa de Jesús, porque él no está limitado como nosotros, él no falla, él no deja de sostenernos, él no ha menguado en su gozo, si nuestras vidas en “Cristo” están a medias es simplemente porque estamos viviendo un evangelio a medias, porque hemos decidido tener “fe” para algunas cosas y para otras no, y nos excusamos al ver nuestro fracaso espiritual diciendo, bueno, si se dio así es porque Dios lo quiso así, pues déjame decirte que creo que muchas de las cosas que hoy de “dan así” tan mediocres, tan frustradas, tan mal hechas, no es porque Dios no tenga poder, sino por que cuando él nos plantío el desafío para realizarlas, nosotros simplemente nos miramos a nosotros mismos y dijimos “No puedo”, cuando debimos decir, ¡¡claro que yo no por mí no puedo, pero todo lo puedo en Cristo que me fortalece!! Es decir, nos falto fe y camuflamos el fracaso con la típica frase “pues, será de Dios”.

Jesús dijo a sus apóstoles: ¡¡denles de comer!! Y ellos dijeron ¡¡No podemos, solo tenemos un poco de pan y un par de peces!! Jesús les respondió ¡¡Eso es más que suficiente, tráiganmelo!! Hermanos amados ¿cuánto tenemos nosotros ahora? Una vida fracasada, un montón de decepciones, frustraciones y cosas a medias, pues tu y yo sabemos que con eso no podemos hacer ningún milagro a nadie, es más, somos nosotros mismos los que necesitamos un milagro, pues con 5 panes y 2 peces no comen 13 personas (los 12 más Jesús) así nuestras vidas necesitan el poder de Dios actuando, pues mi amado en la fe, tráele hoy eso a Jesús, deja en sus pies todos tus fracasos, penas y victorias a medias, deja en sus pies lo lastimero que puede ser tu vida hoy, deja en sus manos esas limitantes que él puede obrar el tan anhelado milagro que necesitas.

Un milagro jamás viene solo, un Moisés no puede hablar frente a un pueblo si primero no trae esa tardanza de lengua para que Dios la use, un Bartimeo no puede ser el objeto de una visión nueva si no trae su ceguera a Jesús y una mujer Cirofenicia no puede ver a su hija libre del demonio sino pone a los pies de Cristo su nacionalidad gentil.             Hermanos amados, cuánto tiempo hemos mirando nuestra limitante esperando que un milagro ocurra de la nada, como caído del cielo, mientras que Jesús nos dice respecto de esas limitantes, ¡¡Tráiganmelas acá!!           

Anhelamos que muchas cosas cambien en nosotros, que algo sobrenatural ocurra y nuestras circunstancias nuestras sociedades e incluso nuestras iglesias, pero Jesús quiere que comprendamos que un milagro nunca viene solo, él hizo que muchos ciegos de Jerusalén vieran, pero la biblia no dice que todos los ciegos de su tiempo obtuvieron la vista, ni todos los paralíticos anduvieron, ni todos los sordos oyeron, solo obtuvieron el milagro aquellos que llevaron sus miserias delante del Hijo de Dios y él con su poder transformo sus limitantes en capacidades.  
Definitivamente debemos poner todo lo que somos, nuestra capacidad y limitantes a los pies de Cristo, si queremos que nuestras vidas cristianas pasen de vidas “frustradas” a vidas REALIZADAS, no decir que iremos un día domingo a la iglesia y pretender que todo cambie como por acto de magia, sino hoy, ahora mismo poner nuestras miserias, problemas y limitantes junto con nuestra disposición de cambiar en las manos de Jesús y comenzar a hacer un hecho aquello que llamamos Fe.

Si quieres ver lo que aún no has visto, pues comienza a hacer lo que hasta ahora no has hecho, ese es el primer paso para ver como tu vida en Cristo, se vuelve un milagro día tras día.

Dios te bendiga,

Profeta de Dios.