22 feb 2010 |

Buscando su Justicia


Santiago 1:19 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse, 20 porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.

Existe una ley en el mundo que se cumple casi con tanta frecuencia en los humanos como la ley de la gravedad, esta se conoce en Chile como la “ley del embudo”, y consiste en que una situación cualquiera, una o más personas buscan el beneficio personal (el lado ancho del embudo) por sobre el beneficio de los demás (el lado angosto del embudo), es decir, que a mi siempre me toque la buena parte de las cosas, no importando el bienestar de las demás personas. Es así como cuando a una persona que conduce un vehiculo, siempre anda buscando que le dejen pasar primero, mientras que él jamás da el pase a nadie aunque tenga la oportunidad, o cuando un jefe le exige una y otra vez a sus trabajadores que produzcan, pero nunca les entrega ningún beneficio, es más, cada vez que puede les quita cualquier tipo de beneficio que incluso legalmente a los trabajadores les corresponda.

Esta famosa “ley del embudo”, no es otra cosa que una de las expresiones más claras del egoísmo humano, los hombres siempre estamos buscando nuestro propio bienestar, los beneficios de todo lo que más podamos con tal de que siempre estemos bien, siempre podamos saborear, mirar y sentir lo mejor, siempre queremos comer cosas ricas y descansar más de lo suficiente, no nos gusta que nos llamen la atención ni que nos exijan trabajar fuera del horario de paga, incluso aunque moralmente debamos hacerlo. En definitiva a TODOS LOS SERES HUMANOS, sin excepción alguna, nos gusta tener lo mejor, quizás bajo nuestro propio concepto de “lo mejor”, pero sea como sea ese concepto, siempre “lo mejor” será algo beneficioso para nosotros.

La Biblia dice en Mateo 6:25 al 33, que la meta central que todo cristiano que dice amar a Dios debe alcanzar, y en estos pasajes Cristo nos habla de que él conoce nuestras necesidades básicas, tales como la comida, el techo y la vestimenta, y en su relato nos insta a mirar la creación, aludiendo a que las avés del cielo no siembran y sin embargo, Dios tiene cuidado de alimentarlas cada día, a que los Lirios del campo tienen una belleza incomparable y ellos nunca han hilado para vestirse de una gloria que ni Salomón pudo alcanzar. El Señor nos quiso ilustrar de que nada en la creación esta a expensas de la nada, sino que es Dios quien sostiene la vida y los bienes que son necesarios para esta, por lo tanto, si es Dios quien tiene el control de todas las cosas, ya no somos nosotros quienes debemos esmerarnos por lograr un mejor porvenir (al menos no los cristianos que se suponen viven por fe) sino que la meta de todo aquel que se autoproclame hijo de Dios es BUSCAR EL REINO DE DIOS, y todas las demás cosas, de las cuales Dios tiene más claro que nosotros mismos que necesitamos, serán añadidas colateralmente.

Es hermoso saber que podemos descansar en los brazos del Dios vivo, pensar en que el tiene pensamientos de Bien y no de mal para nosotros, que el tiene cuidado de nosotros y debe dejarnos con el corazón en paz el saber que estamos en el hueco de su mano y que nadie nos arrebatara de allí, pero volviendo al tema de la “ley del embudo”, el llamado de Cristo fue a BUSCAR PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS, y la primera manifestación de que estamos buscando ese precioso Reino, es que buscamos SU JUSTICIA.

Todos queremos las manifestaciones del Reino de Dios, su poder sobrenatural que sin duda a muchos de nosotros nos ha cambiado la vida, el roce del Espíritu Santo que ha remecido con su poder nuestro corazón y que de algún modo nos insta a seguir en el camino del Señor, pero desgraciadamente todos nosotros, los humanos pecadores por naturaleza que aún no hemos renovado el entendimiento, nos quedamos con solo buscar el Reino, a lo cual también malamente encajonamos en dos o tres manifestaciones del Espíritu, cuando el Reino de Dios es infinito, y las manifestaciones son solo pequeñas muestras de lo eterno e imperecedero que recibiremos en el Reino celestial si morimos siendo fieles a Dios. Sin embargo, nuestra búsqueda esta a la mitad, es mediocre y una vez más vemos que en esa mediocridad esta mezclada nuestro mal concepto de Dios con nuestro egoísmo carnal y vano. Debemos buscar el Reino de Dios, pero es imposible que lo encontremos a plenitud si no buscamos también su JUSTICIA. Este es el meollo del asunto, los mediocres espirituales se quedan con la sola manifestación, que quizás más que manifestación puede ser tan solo emoción, y luego de la “manifestación” del Reino, desechamos la JUSTICIA de Dios, por nuestra propia e injusta justicia.

Muchos me dirán ¡¡pero si yo soy lo más justo que puedo!!, pues si eres justo, ¿por que cuando ya no estas entre las cuatro paredes del templo, te vuelves un enajenado gritándole a tus hijos? o ¿Por qué tu esposa fuera de la vista de los hermanos de la iglesia, ya no es la mujer amada que Dios te mando a tratar con respeto? o ¿Por qué fuera de la vista de tus padres tus amigos mundanos muchas veces parecen más morales y justos que tu?... de que justicia me están hablando, si no hacemos más que salir de la preciosa presencia de Dios (De la cual muchos estaban desesperados por salir) a revolcarse con el asqueroso fango del pecado.
Dime, si tu eres justo ¿Por qué no le pagas con una vida integra a Cristo, en recompensa por lo que el hizo por ti en la cruz? o ¿Por qué siempre pones tu beneficio o el beneficio de los tuyos primero, en vez de poner el beneficio de los demás en el mismo nivel? ¿Acaso no hizo eso Cristo Jesús, poner el bienestar del mundo perdido en vez de mirar por su propio bien primeramente?... cuanto nos falta por aprender.

Buscar el Reino de Dios, esperando sus manifestaciones y sus regalías, tales como la provisión del alimento, techo y comida, es totalmente correcto, eso demuestra confianza en Dios y en sus promesas, el problema no radica en tener fe, sino que se encuentra en que se vive mediocremente el evangelio de Cristo, cuando tan solo se busca el Reino de Dios y no la Justicia de Dios, eso demuestra que el egoísmo aún esta vigente en la vida de aquel cristiano, ya que solo se quiere el beneficio personal y no se busca el bendecir a otro miembro del cuerpo de Cristo, o al mundo que está tan necesitado de Cristo.

El buscar los beneficios del Reino de Dios, sin ser justo con mi prójimo, denota mediocridad espiritual, y por ende tibieza (Por la cual Dios te vomitara de su boca) ya que solo me inclino a Dios para pedirle que me bendiga con su presencia, con ropa, con techo y con comida, pero cuando se trata de orar por otro, justo se me acaba el tiempo, o cuando un necesitado me clama por ayuda pues no tengo ni una mísera moneda para darle, pero si quiero comer helado, justamente tengo dinero suficiente para darme en el gusto, o cuando conduzco siempre quiero que me den el paso, pero cuando yo puedo darlo, nunca lo hago, por que voy demasiado atrasado para ser justo, o cuando voy cansado en la micro no puedo darle el asiento a ninguna abuelita, sin embargo cuando voy de pie, anhelo con todo mi ser que alguien me ceda su asiento, o cuando nos dan vuelto de más, ni tarados lo devolvemos, aunque eso signifique que a la cajera le cobren ese dinero, pero cuando nos dan vuelto de menos, esa cajera no es más que una sucia ladrona… la “ley del embudo”, que cruda realidad aún para muchos cristianos.

Una de las características por las cuales los cristianos evangélicos en Chile nos hemos vuelto una religión más, en vez de ser el camino hacia Dios, es que nos hemos volcado en buscar las “manifestaciones del Espíritu de Dios”, y nos hemos olvidado que más importante que el sentir, es el hacer. No es malo buscar sentir la presencia de Dios, pero eso no es todo el evangelio, lo que caracterizo a Cristo en la tierra, no fueron las hermosas manifestaciones de Dios en él, sino su capacidad de empatizar con la gente, sobre todo con aquellos que vivían una vida que había sido abusada por la injusticia del hombre, tales como prostitutas, borrachos y endeudados, gente que había vivido en carne propia la injusticia de los religiosos de ese tiempo, gente desechada por no vestir bien o hablar con conocimiento, gente abusada por la injusticia social, y por la hipocresía de los fariseos, a todos ellos Jesús les dijo: “Bienaventurados los que tengan hambre y sed de justicia, por que ellos serán saciados” Mateo 5:6.

Por desgracia hoy en día, todos nosotros (o la mayoría) los cristianos evangélicos de Chile, tratamos a estas personas con la misma injusticia que relata la Biblia, por nuestra vana y religiosa manera de mirar la vida, que nos hace parecer como superiores a ellos, siendo que Cristo mismo dijo, que el más pequeño en la tierra, era el mayor en el Reino de los cielos. Desastrosamente hoy, no somos ni la sombra de la Luz que fue Cristo y la iglesia primera.

Lo gracioso de todo esto, es darnos cuenta de como nuestra adánica naturaleza, reacciona ante una injusticia contra nosotros, de la misma manera que reacciono Adán en el edén, diciendo “Señor la mujer que tu me diste”,
es decir, “Dios, yo no tuve la culpa, o la tuvo ella que me dio el fruto prohibido, o la tienes tu que me diste a Eva, pero yo soy inocente” esto se refleja en el siguiente versículo: pues todos nosotros somos como cosa impura, todas NUESTRAS JUSTICIAS como trapo de inmundicia... Isaías 64:6, esto quiere decir, que cuando nosotros somos acusados de cometer una injusticia, a nuestro favor nos declaramos inocentes, o peor aún cuando nos cometen una injusticia decimos, ¡¡Pero Dios, ¿por que a mi, que he hecho para merecer esto?!!.

Que asquerosa la naturaleza humana, cuando la balanza esta a nuestro favor, no nos importa si nuestro beneficio resulta en una injusticia para mi prójimo, pero cuando la balanza esta en nuestra contra, somos unas blancas palomas cristianas, que jamás siquiera le ha deseado el mal a alguien, y nos engañamos a nosotros mismos, olvidando que la palabra de Dios dice: ">No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará Gálatas 6:7. Si has sido victima de una injusticia, preguntante si alguna vez tú no has sido lo suficientemente injusto, como para recibir esa maldad de vuelta, y si no has sido injusto como para ello, entonces gózate, por que grande es tu galardón en los cielos, se como Cristo.

La solución a todo este conflicto con nuestra vieja naturaleza, es que debemos buscar la manera de ya no vivir inquiriendo en nuestro bienestar propio y egoísta, sino más bien desechar nuestra vida por causa del evangelio y de Cristo, ya que si buscamos salvar y llenar nuestra vida de beneficios perderemos nuestra vida, pero desechando nuestra vida por causa de Cristo entonces salvaremos nuestra alma, y los beneficios del Reino de Dios junto a su justicia eterna nos serán otorgados por Dios. (Marcos 8:35)

La justicia de Dios ejercida en nuestras vidas no siempre acarrea beneficios terrenales a nuestro favor, pero sin duda alguna, esa justicia acarrea riquezas eternales donde el injusto ladrón no puede arrebatárnoslas.

Debemos dejar que la justicia de Dios se ejerza a plenitud en cada área de nuestras vidas y en cada detalle de nuestros días, aunque esto signifique incluso un desmedro en nuestra contra, por que aunque las circunstancia se vean adversas por ejercer la justicia de Dios en alguna situación, sin el minino hálito de duda te puedo afirmar, que el ejerce la justicia divina, aunque traiga malas consecuencias terrenales para nosotros, pondrá al Dios eterno a nuestro favor, y no importando el precio que debamos pagar por ser justos ante el cielo, no debemos flaquear en hacer lo correcto, no debemos dudar en ser justos, aunque el mundo nos diga y haga lo contrario, aunque sea más caro hacer las cosas bien, aunque el diablo nos ofrezca una salida fácil a nuestros problemas siendo injustos, no debemos ceder ante la maldad, ya que para agradar al Señor con nuestra vida no basta el tan solo buscar su Reino, sino también ejercer su justicia, y de esa forma lograremos ser un gran foco luminoso en medio de las tinieblas que la religión y el diablo ejercen hoy, ahora y en este preciso instante sobre todo este mundo.


¡¡Aunque la injusticia reine en la tierra, se justo como lo serias si estuvieras en el cielo, y grande galardón y provisión de Dios serán tu recompensa!!

Dios te bendiga,

Profeta de Dios.