18 mar 2010 |

¿Qué tan resplandeciente es tu vestido?


Efesios 5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviera mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa y sin mancha.

Estos versículos son unos de mis favoritos, por la manera en que Cristo expresa su amor para con aquella dama (su iglesia) de la manera más apasionante que pueda existir, dando su vida por ella.

Considero que la figura de un varón luchando con todo lo que tiene a su alcance con la finalidad de guardar la integridad física y mental de su novia, y finalmente entregándose a si mismo inmolado con el objetivo de que su amada salga ilesa de todo peligro, es por decirlo menos, extremadamente romántico, la expresión más bella del amor de pareja. Es algo así lo que se vislumbra de Efesios 5:25, un Cristo sumamente movido por el amor entregándose sin ningún miramiento por su iglesia.

Sinceramente nunca comprendí a cabalidad estos versículos hasta el día que me case, si bien me gustaba mucho el hecho de imaginarme un varón valiente luchando a muerte por salvar a su novia, no entendía en carne propia como era el amor de un esposo hacia su mujer, como se sentía esperar con ansias en la iglesia a aquella doncella vestida con un albo e inmaculado vestido para ser entregada a mi, y que pasásemos de ser dos personas distintas, a ser una sola carne… el precioso misterio del matrimonio.

Es hermoso amar a la mujer con la que se comparte la vida en santo matrimonio, es precioso haberla esperado en santidad durante todo el noviazgo con el único fin de presentármela a mi mismo, sin mancha ni arruga, y si eso es precioso para mi, cuando más hermoso será para Cristo presentarse a su novia en las bodas del cordero, una novia blanca, preciosa, sin ninguna mancha ni arruga minima, y vestida con un hermoso traje celestial de lino de finísimo.

Esta es una historia preciosa, y no por que sea producto de la imaginación, sino todo lo contrario, esta imagen la veremos tu y yo, nosotros tendremos el incalculable privilegio de asistir a esa boda, nuestros ojos verán a esa bellísima mujer, blanca pura y radiante entrando al Reino celestial entregándose en matrimonio al unigénito Hijo de Dios, nosotros estaremos ahí y seremos parte de esa hermosa novia, seremos parte de la iglesia desposada por el Cordero.

Una de las características de esta novia (la iglesia) de Cristo que me llama la atención, es que a ella se le permite vestirse con un vestido celestial Apocalipsis 19:7 Gocémonos, alegrémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero y su esposa se ha preparado. 8 Y A ELLA SE LE HA CONCEDIDO QUE SE VISTA DE LINO FINO, LIMPIO Y RESPLANDECIENTE (pues el lino fino significa las acciones justas de los santos)".

Es decir, el vestido que usa la gloriosa esposa de Cristo, no es otra cosa que las obras justa de los santos, obras que esos santos realizaron durante sus vidas en la tierra.

Cristo compro su iglesia, nadie se la regalo, él la compro por precio de sangre, él lucho y vivió en santidad durante toda su vida en la tierra con el fin de ser digno del sacrificio para expiar los pecados de su novia para finalmente, luego de su resurrección, volver un día pronto por su ella (su novia) y llevarla a la casa de su Padre con el fin desposarse con ella en el cielo, frente al creador del universo.
El texto de Efesios 5:25-26 destaca que es él (Cristo) quien murió por ella con el fin de santificar a su novia (la iglesia) y presentársela a asimismo sin ninguna mancha y sin ninguna arruga, esto quiere decir, que la sangre del cordero inmolado en la cruz por amor a su novia, es la que permite que esta sucia mujer que antes fue una ramera lejos de Dios, una vez acercada a Cristo y arrepentida de sus pecados, se vuelva una mujer virgen, santa sin mancha ni arruga, ASÍ ES EL AMOR DE CRISTO, HACE NUEVAS TODAS LAS COSAS, ¡¡GLORIA AL SEÑOR!!.

Ninguno de nosotros iremos al cielo sin la ayuda de Cristo, nadie puede asistir a las bodas del cordero sino es por la sangre de Jesús, somos salvos por su gracia y eso nadie lo puede negar, pero ¿eso significa que ahora que soy cristiano, su sangre me cubre de toda mi maldad? Pues si, Cristo nos cubre todos nuestros pecados de los cuales nos hemos arrepentido y no los volvemos a cometer intencionalmente, ¿entonces si peco, aún su sangre me mantendrá sin mancha ni arruga para ir a la bodas? Pues si, Cristo limpia con su sangre toda nuestra maldad si nos arrepentimos de ella, si hoy pecamos y nos arrepentimos, el nos limpiara, ¿entonces puedo pecar y pecar sin cuidado, total siempre la gracia de su sangre me cubrirá? Ciertamente NO.

Si un cristiano se ha arrepentido de todos sus pecados, lo que realmente muestra que esta arrepentido es que ese cristiano no vuelve a revolcarse con su asqueroso pecado, esto quiere decir que un verdadero hijo de Dios no vuelve a cometer los mismos pecados y/o de la misma forma en que los cometía antes de ser cristiano.

Cristo perdona los pecados de sus salvados, cuando esos salvos de corazón piden perdón y no vuelven a practicar ese pecado, Cristo perdona y mantiene el revestimiento de su santidad, sobre aquellos cristianos que aunque (a veces) tropiezan con el pecado, no andan buscando la manera de pecar, sino todo lo contrario.

Cristo murió con el fin de que tu y yo, su iglesia fuésemos salvos, pago con su sangre el hecho de no tuviésemos manchas ni arrugas el día de nuestra boda con él, pero eso no significa que por el hecho de tener esta envestidura de su santidad, nosotros podamos pecar deliberadamente pisoteando el sacrificio de nuestro Señor.

Una cosa que me gustaría agregar a todo esto, es que todos aquellos que no se congregan y se dicen cristianos, no tienen en cuenta de que Cristo vendrá por su IGLESIA, y todos malamente hemos creído que nosotros individualmente somos su iglesia, pero eso es un error, ya que si bien todos somos templos del Espíritu Santo, la iglesia no la componen el hombre solo y la mujer sola, sino, el cuerpo de Cristo en conjunto.
Si tu y yo no nos congregamos y creemos que Cristo nos arrebatara en el día de su venida, entonces estamos perdiendo el tiempo, por que un verdadero cristiano, que es TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO, no deja de congregarse, es decir, no deja de ser parte de la iglesia (que es el cuerpo de Cristo) ya que el mismo Espíritu Santo que vive en él, le mueve y redarguye a que participe junto al cuerpo en la adoración el Dios vivo.
Cristo nos llevara a todos individualmente y a todos conjuntamente, a quienes tengan el Espíritu Santo en ellos pero además que sean parte de su iglesia (que por regla, todo aquel que tiene el Espíritu Santo es parte de la iglesia). Volviendo al tema principal, la Sangre de Cristo nos permitirá ir a las Bodas del Cordero y casarnos con él, sin embargo el hecho de que Cristo haya pagado por nuestras faltas, eso no acredita que nos podamos vestir de lino fino, limpio y resplandeciente que no son otra cosa que las obras justas de los santos, ósea es la manera como demostramos al mundo durante nuestra vida, que somos realmente cristianos, es nuestro fruto en vida, es nuestra integra manera de vivir, serán esos vueltos que nos dieron de más y que nosotros honestamente devolvimos, son esas deudas que pudiendo no pagar pero debiendo pagar las hemos cancelado, son esas palabras de humildad ante una humillación, son esas expresiones de misericordia a quienes nos han hecho daño, son esos vasos de agua y esos trozos de pan que les damos de corazón a esos desvalidos, son esas oraciones deseando bendición y salud a quienes nos ultrajan y desean nuestro mal, en fin, son nuestras demostraciones en vida de la figura de Cristo en nosotros.

Con esto no quiero decir que podamos lavar nuestros pecados con nuestras buenas obras, por que eso no es verdad, no es bíblico y decir tal es prácticamente una herejía, lo que quiero decir es que si no fuera por Cristo, nosotros no podríamos estar sin mancha ni arruga el día de nuestra boda con él, por que nos limpio con su sangre, pero el hizo su parte, el mantener esa pureza, esa santidad, esa expresión de “sin mancha ni arruga”, depende de cuanto nosotros queramos decidir vivir en santidad.

El ejemplo más claro es el de una niña usando su vestido nuevo, de color blanco radiante que le regalo su Papá, y con el fin de que ella vaya impecable a la fiesta de bodas que fue invitada, su padre le pidió que no SALIERA A ENSUCIARSE CON EL MUNDO, pero es ella tiene la decisión de salir desobedeciendo a su padre o quedarse esperando el momento de la boda. Esto no quiere decir que un cristiano no deba salir a trabajar o a cumplir con sus deberes y responsabilidades, sino que a pesar de estar en este mundo esperando la Gran Boda del Cordero, no se inmiscuya en los negocios de este mundo como un mundano.

En este mismo ejemplo la niña puede decir “Bueno yo igual saldré al mundo pero no me ensuciare, procurare jugar con barro, pero sin que se ensucie el vestido que mi Padre me regalo”, esa decisión es el ejemplo de la decisión que muchos cristianos toman hoy, se dicen a si mismos, “bueno, el Padre ya me regalo a su hijo, el pago con su sangre y ahora estoy cubierto, por lo tanto saldré un poco a jugar con él mundo ¿Qué tan malo puede ser? Total puedo usar las manos para pecar, siempre que no ensucie el vestido de santidad que Cristo me regalo”, sin embargo, como dice el Proverbio ¿Pondrá el hombre fuego en su seno sin que ardan sus vestidos? (6:27 ) es imposible que la niña juegue en el barro sin que llegue el momento que ensucie su vestido, a si mismo es imposible que el lavado con la sangre del Cordero, revestido de santidad por el hijo de Dios, juegue con el mundo y no salga manchado de hay.

Es por ello que la palabra nos dice que no somos salvos por la buenas obras, por que el revestimiento de la santidad para ir a la boda del Cordero solo puede provenir de Cristo, pero si nos dice que somos salvos para buenas obras que el mismo a preparado de ante mano para que anduviésemos en ellas, y son estas buenas obras (el lino fino de nuestro vestido de novia) las que nos permiten mantenernos pendientes de no ensuciarnos con el fango mal oliente del mundo, y guardarnos en santidad. Quien anda buscando ser como Cristo, anda buscando hacer las obras que Cristo hizo.

Dios no entrego a su hijo en sacrificio por tu pecado para que hoy andes jugando con el mundo, la biblia dice claramente que quien se amista con el mundo, se hace enemigo de Dios, y Dios a sus enemigos los aplastara en su debido momento. El Padre anhela que cuidemos ese hermoso vestido de santidad que el Hijo compro a precio de sangre, con el fin de que cuando suene la trompeta, nosotros podamos volar a lo alto y juntarnos con nuestro novio en el cielo y el nos lleve tomados del brazo ante su padre y nos despose en los cielos.

Si hoy tu vida huele más a mundo que a cielo, entonces acércate a un lugar donde puedas caer de rodillas y pedir perdón al Señor por tu maldad, llora y gime aquí en la tierra, para que no tengas que llorar y gemir en el momento del juicio donde ya no hay otra oportunidad.

Para Dios no es un juego la santidad que le costo tan cara a su hijo, por lo tanto para ti y para mi tampoco debe ser tan simple el hecho que Cristo haya muerto y resucitado tan solo por amor a su novia.

Ponte a cuentas con tu Dios y comienza orar pidiéndole al Señor que te muestre cuales son aquellas buenas obras que el preparo de ante mano para que anduvieses en ellas, y así en el momento de las bodas con tu Señor, tu vestido será limpio y resplandeciente como la nieve más blanca que en el cielo pueda existir.

Dios te bendiga,

Profeta de Dios.