18 ene 2011 |

IMITANDO A CRISTO



Filipenses 1:20 conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. 21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 22 Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger.

Pablo es sin duda uno de los apóstoles más admirados, y es que es por nada menos que por su predicación es que hoy en día la iglesia gentil es innumerablemente más grande que la comunidad judío-mesiánica, él mismo alude en su palabra tener el ministerio del evangelio a los gentiles, y Pedro el ministerio a los judíos (Gálatas 2:7-8) y en cumplimiento a ese ministerio, es que los judíos en alguna ocasión dijeron de los cristianos “estos son los que trastornan a todo el mundo”.      Pablo es el ejemplo de un redimido, él movido por su celo de guardar las cosas santas, comenzó persiguiendo, encarcelando y asintiendo la muerte de los cristianos, gente que según su perspectiva había decidido creer en Jesucristo por sobre Moisés, que no lavaban sus manos antes comer, que predicaban al pueblo de Israel que el Mesías había venido y con su sangre había lavado a todo aquel que lo tomaba por Señor, esto sin mencionar que el mismo supuesto Mesías (para Saulo) había dicho que quién no comiese de su carne ni bebiere su sangre tendría parte en la vida eterna.       Todas estas “blasfemias” eran más que suficientes para mover el celo de Saulo de Tarso, por que ya todos sabemos que solicitando cartas al sumo sacerdote de Jerusalén, toma su caballo y parte a damasco con el fin de desarraigar el nombre de Jesús el Nazareno de las bocas de sus seguidores.   
Todos sabemos que resulto de eso, y es que soy un convencido de que cuando tu corazón siente celo por la verdad (aunque Pablo no sabia la verdad) Dios siempre se encargara de tomar ese celo que nace de un corazón sincero, para luego direccionarlo en el caudal correcto, pero eso solo lo puede hacer la luz del Cristo, quien encegueciendo al hombre a lo vano de este mundo, habré sus ojos a lo sublime de la vida eterna, eso fue lo que convirtió a Saulo de Tarso en Pablo, el Apóstol a los gentiles.
 

Pero si bien se hace notar mi admiración (mucho menor que la que guardo a mi Señor) por el Apóstol Pablo, Dios me ha revelado el secreto de su éxito, y aunque esto suena como una obra de Joel Ostén o John Maxwell, es mucho más simple y excelente a su vez, por que el éxito del ya mencionado apóstol a los gentiles, no tiene nada ver que con una metodología humana sobre como lograr metas mundanales, ni tiene que ver con la capacidad intelectual de cada uno, ni pasa aún por el empeño o entereza que uno muestre para cumplir un proyecto personal, debo decir que Pablo jamás busco nada de esto, el aprendió lo medular del evangelio primitivo, y toda la osadía de su vida evangelistica, la baso en este principio, que el mismo Jesús le debió haber revelado de manera sublime… De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente (Juan 5:19) por esto que la obras de autoayuda o auto superación no tienen nada que ver con la visión apostólica, por que vivir el evangelio de manera correcta no se trata de lo que YO quiero que Dios haga en mi vida, sino lo que Dios quiere hacer en mi vida, y eso echa por tierra cualquier material escrito o audiovisual donde se pregone que el centro de la vida cristiana se basa en que Dios solo quiere que tu seas feliz, o que solo le interesa tu prosperidad en este mundo, o que Cristo te ama de tal manera, que va a salvar tu alma a pesar de que tu vida sea dominada por el pecado.      
Como es que si uno de los mejores apóstoles (a mi gusto personal) entendió que el cristianismo era vivir la vida de Cristo y no la de Pablo, entonces ¿Cómo nosotros al leer sus epístolas no logramos entender que el cristianismo no es vivir la vida de Juan, de Marcos, de Patricia o María a la manera de cada uno o como mejor nos parezca? Vivir el cristianismo verdadero, es vivir entendiendo que la mejor vida que podemos vivir es la de Cristo en nosotros mismos, de lo contrario, cuando vivo el cristianismo de una manera personalista, con una visión egoísta, creyendo que Dios es una especie de genio de lámpara que está allí para socorrerme, ayudarme, bendecirme y salvarme, entonces no es Cristo quien está viviendo en mí, sino que soy YO viviendo en mí, y Cristo viene a ser nada más que una añadidura muy positiva en mi vida.

Alguno me dirá, ¡¡Pero bueno, si mientras estemos en esta tierra, siempre lucharemos contra la carne, y a veces ganará!! Pues, eso es una media verdad, por que el mismo Apóstol que dijo ¡¡Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí!! Es él que termina el mismo versículo diciendo ¡¡Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios!! (Gálatas 2:20) ¡¡haaa!!, entonces quiere decir que a pesar de vivir en las debilidades de la carne, que a pesar de vivir siendo tentado diariamente por el mundo que domina el diablo, que a pesar de que nuestra carne tiende constantemente a la maldad, es posible que lo que nos toque vivir en la carne LO VIVAMOS EN LA FE DEL HIJO DE DIOS, y no basado en los apetitos pecaminosos de la misma, por que si hemos muerto al pecado, como viviremos otra vez en él (Romanos 6:2).

Ahora bien, a pesar de la admiración que hoy podemos sentir muchos hacia el apóstol a los gentiles, debemos ser cuidadosos en que nuestra admiración no se vuelva idolatría, ya que por mucho que en Cristo haya logrado aquel hombre, jamás dejó de ser nada más que eso, un simple y miserable hombre pecador, que a pesar de ser judío, de buscar la santidad (a su manera), de guardarse en cumplir la Ley, necesitaba tanto de Cristo como cualquier prostituta, alcohólico o violador.            Quizás alguno considere fuerte el comentario, pero yo les hago una pregunta ¿Quién era Pablo sin Cristo? Pues nada más que un maloliente y asqueroso pecador como cualquier otro, tal y como yo y como tú, tal y como un leproso se va pudriendo día tras día hasta que le llega la muerte, así era Saulo de Tarso, hasta que un día la luz de la vida y la vida misma se aparecieron en su camino y lo botaron de su caballo, junto a todas sus celosas creencias, por ello él le dice a su discípulo Timoteo lo siguiente… Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero (1ª Timoteo 1:15) él sabia que sin Cristo iba camino al infierno, y que todo lo que logró en su vida cristiana y en su ministerio apostólico no fueron otra cosa que un producto de la gracia de Dios… Pero por la gracia de Dios soy lo que soy;  y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. (1ª Corintios 15:10) 

Por lo tanto, la gran admiración que sentimos hacia el apóstol Pablo no es más que una mala enfocada admiración hacia lo que Cristo puede hacer en un ser humano, y si hay algo que puedo rescatar de la persona del apóstol, es que en donde el tuvo que ver en cuanto a sus logros y metas cumplidas en Cristo, es que él derramo su voluntad propia delante de Cristo y puso la voluntad de Cristo en su corazón, es decir, nada hizo por si mismo, ni por vana gloria ni contienda, ni por que fuera “bueno” a su parecer, ni por que fuera “provechoso” según su criterio, sino que al igual que Cristo no hizo nada si no lo que el Padre le dio para hacer, así tampoco Pablo hizo nada sino lo que el Hijo le dio para hacer, esa es la clave para vivir una vida cristiana prospera según Dios.

Ahora bien, la pasión por hacer la voluntad de Dios, por cumplir con diligencia los propósitos de Dios en su ministerio en la tierra, son también actitudes dignas de imitar del Apóstol, y es esa pasión (que debiese vivir en cada cristiano) la que lo tiene en una disyuntiva que jamás he visto en otra persona.     Según Filipenses 1:20, el Apóstol Pablo tiene el anhelo, esperanza y confianza que ya sea que viva o muera, Cristo será magnificado en su cuerpo, pero a su vez está en la disyuntiva de seguir viviendo EN LA CARNE por el beneficio de la obra de Dios, y lo que esto implicaba para la expansión del evangelio, y la ministración de las iglesias de Asia, o de partir con Cristo para estar con él.

Este versículo ya es sabido por todos, pero estoy seguro que no vivido por todos ¿Cuántos de nosotros hoy tenemos la certeza de que nuestra vida es provechosa para la obra de Cristo? O ¿Qué si al morir seremos extrañados en la tierra por el aporte que éramos para la obra de Dios y la expansión del evangelio? O peor aún ¿Cuántos de nosotros deseamos seguir viviendo EN LA CARNE, pero no con el fin de bendecir la obra de Dios, ni con el objetivo de expandir el evangelio, sino con la única finalidad de seguir disfrutando de la vida en esta tierra, sin importar en lo más minino el propósito que Dios tiene para cada uno? quizás inclusive hay de los que no quieren partir en la muerte por que ni siquiera les interesa estar con Cristo, por que aman la paz, el amor, el cuidado y la prosperidad que Cristo les brinda en está tierra, pero no aman a aquel que les brinda todos sus beneficios sin un doble interés.

La verdad es que creo conocer mucha gente así, que se aferra a la VIDA EN LA CARNE, pero no por que su vida esa un aporte a la obra de Dios, es más creo conocer más vidas que dan vergüenza a la obra de Dios, que alejan a los hombres del Señor, que con sus actitudes vacunan contra el evangelio a la gente, en vez de ser de provecho para la expansión del evangelio de Cristo.    Cuanto amamos la vida, las cosas, los bienes materiales, las personas, y como nos esmeramos por obtener más y más, y como nos aferramos sentimentalmente de las personas y al fin de cuentas, cuando morimos nunca fuimos ni el más mínimo ejemplo de una vida cristiana correcta en términos bíblicos. 
  
Debo reconocer que yo mismo muchas veces en mi afán por lograr cumplir metas terrenales he dejado de lado la obra de Dios me encomendó, he sido de vergüenza para mi Señor, es que ¿como puedo lograr cumplir la voluntad del que me llamo si me enredo en los negocios de este mundo? ¿Cómo puedo encontrarme con Cristo en mi diario vivir, si no he oído como él quiere que yo viva? ¿Cómo puedo hallar a Cristo en mí caminar si no le he consultado a Él por que camino transitar? La verdad es que creo que la diferencia entre el Apóstol Pablo y muchos de nosotros los cristianos contemporáneos, es que a pesar de que él fue tan ser humano como nosotros, él se dedicó a vivir el evangelio de Cristo a la manera de Cristo, y nosotros nos dedicamos a vivir el evangelio de Cristo a la manera José, de Miguel, de Claudio y de cualquiera de nosotros, cuando claramente la vida cristiana significa vivir la vida Cristo y dejar de vivir la mía propia.     Cuando aprendamos a vivir nuestra vida a la manera del Señor, entonces podremos decir como el Apóstol… Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. (1ª Corintios 11:1) por qué estoy seguro que si dijéramos eso hoy, muchas de nuestras actitudes en vez de ser similares a las de Cristo, serían más bien una vergüenza para Dios.

¿Cuantos de los ministros que tu conoces pueden decir “imítenme a mí como yo a Cristo”? ¿Cuántos pastores, maestros o “apóstoles” contemporáneos conoces que puedan decir íntegramente “imítenme como yo al Señor”? más bien hoy los ministros (no todos por supuesto) se han dedicado a ser sofisticados en su manera de llevar “el evangelio”, enseñando que a Dios no le importa como tu vivas tu cristianismo, que no importa el pecado que cometas Dios siempre te lo perdonará, y que si caes Dios sin duda te levantará, y aunque todo esto es verdad, esto no es toda la verdad, por que es imposible que Dios pueda perdonar pecados si entre ese pecador y Dios no existe un genuino arrepentimiento, eso es lo que predicó el Apóstol Pablo, una vida de constante arrepentimiento, de constante reconocer que Jesús es el Señor de nuestra vidas y no nosotros los dueños de ella, es que es imposible ser salvo sin antes reconocer y vivir la vida en esta tierra teniendo a Cristo como el único y verdadero Señor, por que si queremos lograr los propósitos que Él tiene determinado para nosotros, entonces debemos comprender lo que Pablo entendió, YO NO SOY NADA POR MIS PROPIAS DESICIONES, SINO QUE SI ALGO SOY, LO SOY POR LA GRACIA DE CRISTO QUE GUIA MI VIDA.
Debemos comprender que aunque vivamos en la carne, debemos vivir en la fe del Hijo de Dios, dejando que sea Él quien dirige nuestra vidas a su manera, no nosotros dirigirlo a Él a que haga lo que nosotros queramos, por que al hacer eso, no somos nada menos que un estorbo para la obra de Dios.
Debemos dejar de buscar cumplir nuestros sueños y anhelos y de vivir el evangelio a nuestra manera, Pablo intento vivir la vida como el creía que debía vivirla y termino junto a todos sus proyecto en el suelo a los pies de un caballo, sin embargo, cuando comprendió que la vida se encuentra en Cristo y que una vez hallada se vive a la manera de Dios y no a la nuestra, entonces allí el pudo ser un aporte al evangelio y al cristianismo de tal manera que todavía, después de 2000 años aún habemos quienes queremos imitarlo a él, como él imito a Cristo.

Dios te bendiga,


Profeta de Dios.