23 jun 2011 |

Hacer de nuevo




Jeremías 18:3 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. 4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija,  según le pareció mejor hacerla. 5  Entonces vino a mí palabra de Jehová,  diciendo: 6  ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero,  oh casa de Israel? dice Jehová.  He aquí que como el barro en la mano del alfarero,  así sois vosotros en mi mano,  oh casa de Israel.

El dolor, la pena y el quebranto, con sentimientos por los cuales ningún ser humano quiere pasar, son cosas que las generaciones más modernas de la humanidad han luchado por extirpar, existen por ejemplo anestesias para todo tipo de operaciones, calmantes para el dolor de variados tipos de enfermedades, e incluso sedantes que aunque no curan las enfermedades, si pueden paliar bastante los horribles síntomas de alguna patologías.

No piensen por favor que soy una especie de desquiciado que anhela el dolor ajeno y el mío, yo en lo personal no soy partidario de padecer ningún tipo de dolor, ni creo que nosotros debamos causar dolor al prójimo en ninguna manera, es más, considero que en todo cuanto podamos hacer la vida más llevadera, debemos hacerlo, porque esto también es la voluntad de Dios… para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. 1ª Timoteo 2:2

El dolor es algo que ninguno quiere sufrir, y es medicamente reconocido que quienes gustan del “extraño placer” que produce el dolor, padecen una enfermedad mental llamada “masoquismo”, por lo tanto, es un sentir común el evitar todo tipo de dolor, angustia, pena y sufrimiento, porque hay que estar literalmente desquiciado, como para disfrutar del dolor ajeno y aún más, del propio.

Sin embargo, a pesar de todo esto, el dolor puede llegar a ser una bendición, y antes de que les comience a parecer yo ahora como el desquiciado, solo deténganse a pensar, que es lo que evita que tu no expongas un miembro de tu cuerpo demasiado cerca de una llama de fuego, o que evita que con una navaja cortes un trozo de tu piel, o que es lo que impide que tu pongas tu pie bajo la rueda de un camión justo cuando comienza a andar, pues, es la bendición del dolor, es el saber que el dolor estará allí justo al segundo que pase ese camión por encima de tu pie, lo que evitará que tú lo pongas allí, y desde esa perspectiva, el dolor es una bendición.
El saber que algo te causara dolor, evitara que tú mismo te dañes y si eres consciente del dolor que puedes causar con tu actuar, ese mismo sentir, evitará que tu dañes a otros, en conclusión podríamos decir que el tan fastidioso dolor es una bendición que nos pone una barrera para no auto flagelarnos y para evitar dañar a otros.

Pero a pesar de que muchas veces evitemos causarnos dolor, pena o angustia, es sabido por todos que alguna vez padeceremos el tan repudiado dolor, y teniendo presente el tiempo en que vivimos viviremos más de alguna vez el dolor, ya sea porque nos causaron daño o porque de alguna manera nosotros también nos causamos daño a nosotros mismos y a otros.

Debemos tener presente, que el daño que podemos causar, no es tan solo el físico sino mayoritariamente el psicológico, y es aquí donde hoy cabemos todos los seres humanos, porque quizás tu nunca has rebanado la piel de alguien para causar dolor, pero estoy seguro que tus labios han destrozado el corazón de tu madre, tu padre, tus hermanos o tu esposa (o), con nuestros labios “cristianos”, alguna vez hemos dañado a un débil en la fe, creyéndonos nosotros fuertes en la misma.                            Hay marcas, cicatrices que las heridas dejan en la piel por algún daño que nos hicimos o nos hicieron y que por la gracia de la creación, aunque esas heridas dolieron en su tiempo, también rápidamente sanaron, sin embargo, aquellas heridas del alma, que nos causaron o que nosotros hicimos con la navaja de nuestra lengua, muchas veces tardan años en cicatrizar.           Si bien este no es el tema medular de este mensaje, es necesario detenerse a meditar cuantos heridos hemos dejado en nuestro caminar, hay que parar un instante nuestra vertiginosa carrera de la vida y pensar en que nuestras palabras alguna vez han destruido el corazón de alguien, porque debemos tener presente que con una cuenta así, no podemos entrar en el Reino de los cielos.

El dolor es sin lugar a dudas, parte de la vida misma, de hecho, nacemos llorando en un mundo que más de alguna vez también nos volverá a hacer llorar, y si bien el dolor y todas sus derivaciones son cosas que no queremos padecer, el dolor es parte también el trato que Dios tiene para con sus hijos, la epístola a los Hebreos dice… y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él (12:5)     Si piensas un momento, la escritura nos llama a no desmayar ¿Por qué? Pues porque la corrección no es algo agradable, es buena, nos sirve, es necesaria, pero nunca es agradable, nunca parte por el deleite aunque puede terminar allí, si es que no desmayamos, en definitiva, la corrección (disciplina) aunque nos hace participes de algo mejor y mayor, SIEMPRE PRODUCE DOLOR.

Aquí es donde muchos de nuestros conceptos de Dios pueden ser destruidos, al comprender que el dolor es también parte del trato del Señor para nuestras vidas, de hecho Él creo el dolor para que no nos dañemos a nosotros mismos, y para que evitemos dañar a nuestro prójimo, y si analizas un momento esto, es también el cumplimiento de uno de los grandes mandamientos “y amaras a tu prójimo como a ti mismo”, que en otras palabras puede significar ¡¡no dañaras a otro, como tampoco quieres que te dañen a ti!!

Jehová dijo a Jeremías que mirara como actúa el alfarero, y tal como el maestro (Jesús) uso una parábola para explicarle uno de los misterios del Reino de los cielos, y es que definitivamente sus caminos son mucho más altos que los nuestros (Isaías 55:9) y sus pensamientos mucho más sublimes que los nuestros, porque para nosotros el dolor es algo tan repudiante, sin embargo, en las manos del creador de nuestras vidas, no solo la vida terrenal, sino sobre todo la eternal, es una herramienta poderosa que nos transforma cada día más a la imagen del Hijo de Dios.
Los cristianos hemos Nacido de Nuevo (si es que en verdad somos cristianos) y este hecho implica una vida completamente nueva, una en la cual la vieja naturaleza no tiene lugar, y como dice Efesios 4:22, debemos despojarnos de ese viejo hombre que está viciado con deseos engañosos, y es la mano de Dios cual alfarero la que nos muestra de cuales cosas hemos de despojarnos, cosas que están pegadas en nuestra vida, como lo está la una mano a su brazo, y  que al ser extirpadas de nuestro ser, producen dolor, aveces un dolor profundo, pero es ese dolor (que de todas maneras pasará) versus una vida eterna lejos de Dios en el infierno.      El hecho de haber nacido de nuevo es solo el comienzo, por que Dios ahora NOS HARÁ DE NUEVO.

El asunto es que para nuestra limitada mente humana, una prueba, un momento de quebranto, un periodo de sequedad es fatal, cuando en esos momentos Dios con su herramienta (el dolor) puede hacer de nosotros hombres y mujeres que reflejen a Jesús en la tierra.

Sé por experiencia propia que la prueba no es fácil, sé que padecer dolor no es algo grato, se cuan triste es sentir que has llegado a un lugar quietud donde puedes quedarte por un tiempo prolongado (espiritualmente hablando) y que de un momento a otro, tu oasis se seca frente a tus ojos y no hay nada que puedas hacer, sé que es desesperante cuando las probabilidades están en tu contra, y peor aún, cuando ya no tienes ningún recurso para manejar las circunstancias, te sientes tan impotente como Jonás cuando vio secar su calabacera, en su vista panorámica para ver como se destruía Ninive, sin embargo, él no se dio cuenta que en su comodidad perdida, Jehová le estaba mostrando uno de los atributos más hermosos de él mismo, SU MISERICORDIA, pero el egoísmo de Jonás fue tan evidente que no logró comprender lo que Dios quería hacer, así muchas veces reaccionamos tu y yo, cuando nuestra estabilidad se ve removida y somos llamados a hechar mano a la fe, en ese momento despotricamos contra la situación e incluso contra el cielo, sin darnos cuenta u olvidando que al Señor nunca se le escapa nada, es solo la mano del Alfarero moldeando su vasija.

El problema con todo esto, es que muchas veces no estamos dispuestos a padecer, para nosotros el dolor no es un factor en la ecuación de nuestro servicio a Dios, no es parte de la vida cristiana, sin embargo, es imposible llevar la cruz sin calvario, y es imposible seguir a Cristo, sin una cruz, por lo tanto, el dolor, la prueba y el quebranto SON PARTE DE LA VIDA CRISTIANA.

Si no lo crees, pues entonces estudia sobre la iglesia primitiva y date cuenta que el hecho de que hoy nosotros podamos conocer de Cristo y a Cristo mismo, es también por la sangre de esos mártires que entendieron que el dolor no es ajeno al servicio al Señor, y si hoy tu puedes leer un ejemplar de la preciosa palabra de Dios (la biblia) en tu idioma, es por que hubo gente que estuvo dispuesta a pagar aún con su vida, con tal de traducir la sagrada escritura. ¿te das cuenta que el cristianismo no es sinónimo de estabilidad terrenal? Alguien podrá pensar entonces que Dios es masoquista (con el respeto que el Señor me merece), pero sabemos que el Señor no es así, el es amor, y si muchas veces nos prueba, no es porque Él se goce de nuestro dolor, sino porque la prueba nos moldea a la imagen de Jesucristo, y debes saber que solo lo que cuente con la imagen del Hijo de Dios, puede entrar al cielo.

El caso es que muchas veces pensamos que como cristianos hemos alcanzado algo ya, y si bien debemos crecer y avanzar en la fe, mucha gente al creer que ya alcanzo algo, por ese mismo sentir comienza a estancarse, tal y como la vasija en las manos del alfarero, ella se ve a si misma y se da cuenta cuan hermosa está quedando, piensa que ya alcanzó una imagen, pero cuando el alfafero la mira con detalle se da cuenta que aquello que la vasija estima como logro, es para el creador un desperfecto, algo que no esta conforme su voluntad, y con sus experimentadas manos destruye con el fuego de la prueba, todo aquello que parece estar sujeto en una buena simiente, y sin embargo, no sirve para el Reino de Dios, eso causa dolor en la vasija.

Estimado hermano en la fe, yo se lo que es eso, yo se lo que es sentirse destrozado creyendo haber alcanzado algo, se lo que es perder toda capacidad de mantener lo que para mi era orden, se lo frustrante que puede ser ver como todo tu conocimiento, todo lo que tu estimas y todo lo que ya crees haber logrado, se desmorona pedazo a pedazo, y sin que ni tu ni yo ni nadie pueda hacer nada, ESO ES ESTAR EN LA MANO DEL ALFARERO.              Pero no decaígas, el Padre sabe lo que hace, y lo que lo motiva a destruir lo que no le sirve a Él es un espíritu de amor, tu confía, por que de su mano nadie jamás a caído.

Tu puedes tomar esta palabra hoy para ti o puedes desecharla, pero hermano querido, si el alfarero destruyó lo que tu tenías en alta estima, déjame aclararte que el sabe lo que hace, y que aún nuestras justicias más rectas, son trapos de inmundicia delante de su preciosa presencia.   Deja que Él ponga su mano en aquellas cosas que sostenían tu “creer”, deja que el derribe aquella falda humildad que te hacia “santo” frente a tus hermanos, deja que el desmorone sueños y anhelos que por tantos años guardaste en tu corazón, por que aquellos podrían haber sido perfectamente ídolos que impedían lo que Dios el creador, quería hacer de ti, deja de una vez por todas A DIOS, SER DIOS EN TODA TU VIDA.

Sé que es doloroso el proceso del dolor, pero como El Señor me enseñara una vez, SIN SUFRIMIENTO NO HAY GLORIA, Jesús no se fue el Rey de reyes y el Señor de señores, antes del calvario, David no llegó al trono antes de la persecución de Saúl, Esteban no vio al Hijo de Dios en Gloria sino hasta que fue apedreado, y Pablo llegó a ser el gran Apóstol a los gentiles por que Dios le enseño cuanto tendría que padecer por Él ¿te das cuenta que el dolor es solo parte del proceso?

Pero sabes algo, a pesar del dolor y el quebranto que produce la prueba, Jehová le dijo a Jeremías que así como el barro está en las manos del alfarero, así también su pueblo está en su mano, y déjame decir que no existe lugar más hermoso, santo y seguro que la misma mano del Señor, Jesús dijo… y yo les doy vida eterna;  y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano (Juan 10:28) ¿Puede tu economía ser más segura que la mano del Señor? ¿puede serlo tu casa? ¿pueden ser más confiables tus acciones en la bolsa o tus fondos mutuos algo más seguro y estable que la mano de Dios? Pues el prometió que nadie nos puede arrebatar de su mano, ni aún el dolor más grande ni la prueba más dura, nada ni nadie jamás no alejará de su amor.

No importa lo dolorosa que pueda ser la prueba, no pienses que cuando el Señor aprieta es para matar, por que cuando lo hace es para curar, como quién saca la infección de una herida, así el Señor moldea nuestras vidas para que de ellas salga la imagen del hombre caído y todas sus probabilidades de seguridad, y nazca el hombre nuevo quien tiene toda su confianza tan solo en el Señor y en su sabiduría.

Comprende que el dolor es parte del proceso, pero no desfallezcas, por que cuando el disciplina, lo hace para hacerte participe de su santidad, y por que anhela tu salvación, el te ama, y como el padre al hijo que ama disciplina, así nuestro padre muchas veces destroza aquello que en algún momento, podría destrozarnos a nosotros mismos.

Recuerda, cuando el destruye algo en ti, es para volverlo a construir, pero a su imagen y semejanza.

… pero éste nos disciplina para lo que nos es provechoso,  para que participemos de su santidad. (Hebreos 12:10 parafraseado) 

Dios te bendiga,

Profeta de Dios.