13 ago 2012 |

Creced





Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. (2ª Pedro 3:18)

Es de universal conocimiento que todo lo que está vivo se mueve de alguna manera, de lo contrarío, está muerto, así por ejemplo una semilla que al presente es inmóvil, una vez plantada, regada, asoleada, en un tiempo (corto o largo, depende de la semilla) comenzará a dar un brote según su naturaleza.       Los inmensos bosques del sur de mi país, no fueron inmensos desde la eternidad, un día esos robles, pinos y araucarias no fueron más grandes que el dedo meñique de mi mano, un día estuvieron inmóviles, como si estuvieran muertas en su semilla, pero con el juego de los elementos correspondientes, echaron a andar la vida que estaba intrínseca en ellas, y el día de hoy después de muchos años, mostraron a todo el que las ve, que están vivas, que se movieron por mucho tiempo para llegar a ser lo que hoy son, gigantescos y preciosos árboles, que a su vez sirven para ser cobija de otros seres vivientes.

La vida es así, se abre paso así misma, tiene en su naturaleza una información otorgada por Dios que la impulsa a abrirse camino, y cumplir aquello para lo cual fue creada (si las condiciones se lo permiten), cumple toda su función y luego expira, y si confiamos en la soberanía del creador, no soltará su ultimo aliento, hasta que el Señor así lo quiera.               Jesús dijo (entre otras cosas) que él era LA VIDA,  no solo que en ÉL había vida, sino que él mismo ERA LA VIDA, de tal manera que incluso aquellos que creían en él, aunque estuviesen muertos, vivirían.            Deberíamos concluir de esto, que todos aquellos que hoy están en Cristo, incluso estando muertos hoy al cuerpo, VIVEN para siempre en Cristo Jesús, si yo creo en Jesús, debo confiar que es así.

Ahora bien, si aquellos que hoy estamos en Cristo, gozamos aún de estar en el cuerpo, somos entonces los receptores de la vida que Jesús nos da, eso también quiere decir que aquellos que no están en Cristo, ya sea que estén en el escenario de esta tierra o no lo estén, no cuentan con LA VIDA que Jesús da, la escritura dice lo siguiente: Y él os dio VIDA A VOSOTROS, cuando estabais MUERTOS en vuestros delitos y pecados (Efesios 2:1).
Osea, por doloroso y fuerte que esto suene, todos aquellos que dicen estar vivos (y lo están en el cuerpo) según la perspectiva del Señor no lo están, están muertos y permanecen en pecado, lejos de Dios y en tinieblas, presos de sus propias pasiones y camino a perdición eterna ¡¡Que terrible situación!! Por mucho que haya “bondad y amor” en sus caídos corazones, si no están en Cristo, no han nacido de nuevo y no hay vida en ellos.

Si quizás piensas que estoy siendo demasiado extremo con mi interpretación bíblica, pues tendrás que decir lo mismo respecto de Jesús, pues el mismo dijo… yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. (Juan 10:10) Si Jesús dice que ÉL ha venido para que tengamos vida, ¿no está diciendo con eso que SIN ÉL no gozamos de está misma? Claro que si, Él sabia que nadie en toda la creación podría gozar de vida, si no estaba en Él.

Ahora, esta verdad si bien es nefasta para quienes se niegan a vivir en Cristo, es muy beneficiosa para nosotros que si amamos y queremos vivir en Cristo, nosotros que le hemos dicho que si al Mesías, somos los depositarios de una potestad divina en nuestro interior, Él dijo que a los que fuéramos a él, les daría la autoridad de ser llamados hijos de Dios, que tendríamos su vida en nuestra vida, y que ya no estaríamos cautivos ni seriamos ya culpables del acta de pecados que había como condena sobre nosotros, es decir, ¡¡TENEMOS VIDA!! Somos dichosos, bienaventurados por creer en él y por vivir en él.

Con toda esta verdad innegable, cabe también preguntarse ¿si todo lo que tiene vida crece y cumple un propósito, estamos creciendo nosotros? El Apóstol Pedro dijo al respecto: … Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo… (2ª Pe 3:18)  una cosa no podíamos hacer por nosotros mismos, y es DARNOS VIDA, ni La Ley de Moisés, ni aún Los Santos Profetas pudieron producir vida en el corazón del hombre caído, era necesario que el Hijo de Dios viniese y cortase con el poder de su sacrificio la soberanía que la muerte tenía sobre los hombres, Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo (Hebreos 2:14) En resumidas cuentas, la blindada puerta de la salvación, estaba cerrada para nosotros, nadie podía, ni aún puede, acceder a la vida eterna si fuera por la redención de Jesucristo, él pago el precio por nuestra caída, el murió por nuestros pecados, y con ese gran sacrificio, abrió esa puerta para que cualquier hombre pueda hoy acceder a la eternidad junto a él.

Ahora bien, tenemos Vida, tenemos libertad, tenemos gozo, pero cabe preguntarse ¿Cómo es posible que esa celestial vida este dentro nuestro, y sin embargo, hay tantas áreas de nuestras vidas que no crecen? Solo piensa en esto ¿hay rencor en tu corazón? ¿Has perdonado aquel daño o abandono que produjeron tus padres? ¿Has perdonado y amado a aquel que te hizo tanto daño? Y eso sin tomar en cuenta que puede haber envidias en nuestro corazón por que otros hermanos en la fe avanzan antes que nosotros a metas que durante años nosotros no hemos podido alcanzar.    

¿Vivimos como si Cristo habitara en nosotros? O ¿aún sentimos, pensamos y reaccionamos como si estuviéramos perdidos en nuestros delitos y pecado? Pues debiéramos meditar seriamente en esto, por que lo que hoy hemos crecido en virtud de todo el tiempo de decirnos cristianos, muestra simplemente si la vida de Cristo está en mí o si aún estoy muerto, tan simple como eso.        1º de Juan 1:6 dice Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;  ¿se puede tener comunión con Cristo, y aún vivir en tinieblas? Pues eso es tan posible como secarse las manos con agua ¿tiene comunión la luz y las tinieblas, pueden cohabitar, mezclarse o ser uno solo? IMPOSIBLE, las tinieblas comienzan justo donde la luz termina, pues si yo digo tener la vida de Cristo en mí, y sin embargo, “vivo” mi vida como cuando estaba muerto en delitos y pecados, pues entonces simplemente, sigo muerto creyendo que estoy vivo.

Este es un tema que pareciese superficial, y regularmente tratamos de no mencionarlo para no ofender a nadie, pero siendo sinceros y fieles a la escritura, debemos reconocer que si hay gente en nuestras congregaciones que dice tener a Cristo y sin embargo, vive como si no lo tuviera, no importando su cargo, su edad o su tiempo en la iglesia, aquel simplemente esta MUERTO, a lo sumo a aprendido a vivir de manera “evangélica”, pero en su interior sigue estando tan muerto como cualquier ramera, ladrón o estafador del mundo.           Quizás usted me dirá ¡¡pero hermano ¿Cómo usted puede asegurar que alguien no tiene la vida Cristo?!! Pues sin el afán de juzgar a nadie, eso cualquiera lo puede deducir, pues si la vida de Cristo está en mí, esa vida entonces tendrá que producir un fruto.                   Los árboles que mencione al principio ¿mostraron que tienen vida? SI ¿y como tengo la certeza? PUES POR QUE AÚN FLORECEN, aún se esparcen, y si algunos son frutales, en su tiempo también producen fruto ¿Cómo se yo entonces si la Vida de Cristo está en mí? Pues por que con el tiempo, esa misma vida me impedirá seguir viviendo como un muerto, no me dejara mentir, robar, fornicar, adulterar ni aún con mis pensamientos, por que esa vida que ostento tener, se abrirá paso de tal manera, que toda la tiniebla que había en mi, comenzará a ser disipada dando espacio a la bondad, el amor, la misericordia y la sabiduría de Cristo, y así todo el mundo vera que soy cristiano, no tan solo por lo que digo, sino, sobreabundantemente por lo que hago.

Ahora bien, a pesar de toda esta verdad, y sin contradecirla, hay que tener presente que para que un árbol pueda crecer en todo su potencial, deben darse ciertas condiciones, no tan solo el agua, el sol y/o la tierra, muchas veces hay elementos externos que impiden que aquel árbol pueda llegar al tamaño que la vida que hay dentro de él le impulsa a alcanzar, así mismo, para la vida en Cristo, también existen obstáculos que impiden que esa fuerza salga a flote, por ejemplo, las heridas impiden que un corazón se sienta animado a avanzar, las frustraciones, los errores de una vida pasada, el orgullo, la vanagloria, las raíces de amargura, y en fin, un montón de otras cosas impiden que el Sol de Justicia ilumine las esperanzas de un corazón que necesita avanzar y ser formado a la imagen de Cristo.

Me he percatado lo doloroso que es caminar con un pie herido, tan doloroso que incluso uno muchas veces uno prefiere detenerse a seguir avanzando, es justamente ese dolor lo que impide que el fluir de la vida siga su curso, Dios quiere que avancemos, el tiene el poder para curar todas y cada una de nuestras heridas, e incluso estoy seguro que él está dispuesto a cargarnos en sus brazos todo el tramo que dure sanarnos, pero al final, la vida de Cristo debe abrirse paso en nuestro ser.

Muchas veces me he preguntado ¿Cómo si Dios tiene todo el poder para transformarme, por que simplemente no lo hace y ya? Pues por que la vida no es así, yo tengo en mi corazón muchas ganas de enseñarle a mi hijo de casi dos años, todas y cada una de las cosas que Dios me ha enseñado a mi, sin embargo, AÚN NO PUEDO, pero si trabajo bien en él, en su carácter, en darle amor y disciplina, en enseñarle cosas tan básicas como el acariciar el rostro de su madre, pedir por favor o dar las gracias, llegara el día donde podré abrirle todo el baúl de enseñanzas que hay en mi corazón y sembrare la vida que Cristo a puesto en mi, para que también él pueda comprender cual es la buena voluntad de Dios para su vida, que siempre es agradable y perfecta.

Yo veo como la vida fluye en él, cada día esta más grande, inteligente y con mucha energía (a veces demasiada para mi gusto) y veo como crece y aprende, y eso es por que en él está intrínseca la chispa de la vida, y esa misma ordena a sus huesos y a su mente A CRECER.                       Sin embargo, con todo y sorprendente ¡¡es así como debe ser!! De hecho, si él no creciese como lo hace, como Padre yo estaría profundamente preocupado, pues creo que de esa misma manera Dios mira a aquellos por los cuales Cristo dio la vida, y puso la vida de su Espíritu en ellos, y sin embargo, año tras año siguen siempre midiendo, pensando y actuando como unos infantes, como si en ellos no estuviera la chispa de la vida eterna.

Cabe preguntarse ¿Por qué no crecen? Pues ya sea que por que no han nacido de nuevo, o ya habiendo nacido del Espíritu hay obstáculos que impiden su desarrollo, no importa cual se la razón, DIOS TIENE EL PODER DE HACERTE CRECER, no importa si los traumas, los dolores, penas o frustraciones pareciesen estar sumamente arraigados en el alma como para no salir jamás, la palabra de Dios tiene el poder de hilar tan fino, que incluso separar el alma del espíritu (Hebreos 4:12), y claramente librara la vida de cualquiera que desee serlo para crecer.

Estoy seguro que hay mucho en mi que aún debe crecer y madurar, y agradezco a Dios tener la paciencia para esperar el momento preciso para abrirme los tesoros de su corazón, pero estoy seguro que eso que aun no ha madurado en mi, solo tiene el impedimento del tiempo, y si hubiera algo más en mi que debiese sacar, ahora mismo oro a mi Padre que pode de mi cualquier cosa que no permita mi crecimiento.    De esta misma forma, te invito a meditar en esto ¿tengo yo todas las condiciones en mi para crecer, he nacido de nuevo, escucho una palabra que nutre mi espíritu, aprendo y me dejo guiar día a día por el Espíritu de Dios? Pues si la respuesta es si, bendigo tu vida y ruego al Padre cumpla su propósito en ti, mas si a pesar de todas las condiciones no creces, debes considerar cuales son los factores que impiden ese crecimiento, por que corresponde que sepas algo, Dios espera obtener frutos de ti, Él no invirtió a su hijo con el fin de no cosechar nada ti, y Dios no espera obtener de su iglesia un producto menor que gente con la imagen de Cristo en su vida, que lo ame, obedezca y que este dispuesta incluso a beber la copa de la muerte por amor al Padre, tal y como Jesús lo hizo, considerando que Jesús pudo haber muerto en cualquier momento de su vida por los pecadores, no fue sino cuando el Padre considero que había llegado el tiempo de su propio cuerpo fuera sembrado como semilla para cosechar de él a su iglesia, eso quiere decir, que Jesucristo no murió sino hasta cuando el Padre considero que había CRECIDO lo suficiente como para ir a la cruz por cumplir su dichoso propósito eterno.

Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. (Mateo 3:10)

Dios te bendiga,

Profeta de Dios.