4 feb 2010 |

¡¡¡No son mis carencias, sino mis decisiones!!!


Génesis 2:16-17 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: “De todo árbol del huerto podrás comer; 17 pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás".

El mundo tal y como lo conocemos hoy, no es ni el mínimo reflejo del proyecto inicial que Dios tenia para la raza humana. Aquel plan era esencialmente maravilloso, un mundo con hermosos parajes, con una aire completamente libre de toda contaminación, con un sol radiante que no provocaba cáncer, con una provisión abundante de comida, con ríos y mares de aguas preciosamente cristalinas, con mañanas calidas y tardes tibias, en fin, una naturaleza perfectamente perfecta (valga la redundancia) para vivir sin ninguna dificultad.

Una vez creado el mundo y toda la naturaleza ya expuesta (y más) a Dios todopoderoso le plació crear al único ser del cual tenemos conocimiento, fue hecho a SU IMAGEN Y SEMEJANZA, El Hombre. Dios no tenia que crear al hombre, a Dios le plació crear al hombre, y lo hizo con una finalidad descrita en el génesis:

Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla (Génesis 1:28) y el Señor dio esta orden solo después haberlo Bendecido. Que increíble y maravilloza creación, a Dios le plació crear a un ser a su imagen y semejanza, y luego lo bendijo y le proveyó de todo para que viviese en un lugar paradisiaco. Muchas veces hemos pensado que el trabajo es una maldición, pero ciertamente el hombre trabajó desde antes de la caída, y su trabajo fue nombrar cada uno de los animales que Dios había creado, labrar y cuidar el huerto del edén.

Que maravilla, Dios primero crea un mundo perfecto, luego crea al hombre y le ordena fructificar, y para ello le da una hermosa mujer, creada de la misma mano de Dios, luego le pone en un precioso huerto para que lo labre y viva en paz junto a su ayuda idónea, esto es nada más que simplemente algo increíble de imaginar y que a cada uno de nosotros nos cuesta creer, ¿Cómo es posible tanta maravilla?. Dios no solo le confío sus bienes creados en mayordomía a Adán, para que los bien administrara, y disfrutara de ellos, sino que también le otorgo un mandato, una orden que Adán debía cumplir (Génesis 2:16-17 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: “De todo árbol del huerto podrás comer; 17 pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás".), este era un mandamiento que tenia una condena al no cumplirse, LA MUERTE, y si bien Adán no conocía tal cosa, debió tener fe en su Padre creador y obedecer el mandato dado.

Dios se preocupó de que Adán tuviese todo lo que un hombre pudiese desear, tenia vida, tenia una bella y amante esposa, tenia un excelente trabajo, tenia la confianza de su Padre y Creador, tenia un hogar en medio del huerto del edén, y tenia lo que mucho de nosotros desearíamos con esa misma constancia, una plena comunión con Dios.

Ahora bien, entendiendo la plenitud de vida que tenía el primer hombre, ¿Cómo es posible que teniendolo todo aún así haya desobedecido el único gran mandato de Dios?

Pues después de mucho analizar esta pregunta, la única respuesta que queda, es que él tomo su propia decisión.

Adán no carecía de nada, el tenia todo lo que un hombre pudiese querer, sin embargo, la necedad de tomar una decisión fuera del mandato de Dios, tuvo como consecuencia que hoy él este muerto y cada uno de nosotros como resultado tengamos que morir. Que nefasto, ¡¡Si tan solo hubiese obedecido a Dios!!

Muchos de nosotros hemos dicho un par de veces ¡¡Si tan solo tuviera esto o lo otro, seguro que no pecaría!!
Adán lo tuvo todo, cualquier hombre en su lugar se hubiera sentido completo, pero he aprendido una frase clave para crecer en la vida en Cristo y es ¡¡EL PROBLEMA NO SON MIS CARENCIAS, SINO MIS DESICIONES!!
Estas son palabras simples, pero increíblemente profundas, y creo que esto describe la caída del primer hombre.

Demasiadas veces nosotros hemos querido tener las circunstancias plenas para vivir en santidad, el momento preciso para hacer lo correcto, y el lugar exacto para hacer la voluntad de Dios, sin embargo, el génesis nos demuestra que no importa cuanto tengamos a nuestro favor, nuestro futuro material y espiritual no depende de las circunstancias ni de nuestro entorno, sino simplemente de NUESTRAS DESICIONES.

No podemos esperar estar en el cielo para adorar a Dios, debemos adorar a Dios hoy y ahora, no podemos esperar vivir en un mundo lleno de normas rígidas morales para vivir en santidad, no podemos esperar a tener una buena iglesia para congregarnos, no podemos esperar tener un buen pastor para sentirnos motivados a servir a Dios, no podemos esperar que nuestras familias se conviertan para amarlas y ser cristianos dentro del hogar, no podemos esperar a llegar al cielo para vivir la vida que Dios quiere que vivamos aquí en la tierra.

Dios anhela que su plan se cumpla en nosotros, y si bien la naturaleza caída radica en nosotros, es nuestro deber despojarnos del viejo hombre (que es a la imagen del diablo) y vestirnos del nuevo (que es la imagen de Dios) (Efesios 4:22-24) y con ello, en medio de circunstancias adversas, decirle al mundo que no importa que nademos contra la corriente, que no importa que en este mundo tengamos aflicción, lo único que importa que el segundo Adán, el hijo de Dios, nuestro salvador, ha vencido al mundo por nosotros, y que en él somos más que vencedores.


Dios te bendiga.

Profeta de Dios